Información, cambio social y democracia

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En uno de los numerosos foros de debate con profesionales del periodismo y  sus organizaciones sindicales en España, un participante crítico con las cuestiones abordadas como retos en nuestra exposición llegó a interpelar que los estudiosos del campo andamos en las nubes. La expresión, lejos de resultar ofensiva, se nos antojó más que pertinente considerando que, en efecto, la Teoría de la Información está y debe continuar posicionada en la nube, más aún, jugando con las palabras, en la era de la galaxia Internet. Pues no es sino la abstracción de lo real concreto, la crítica epistemológica y el razonamiento hipotético-deductivo y relacional lo que nos permite comprender las complejas transformaciones de la cibercultura y las alternativas posibles de un nuevo modo de producción y organización de la esfera mediática. Pues la mediación informativa, en nuestro tiempo, ha de definir nuevas lógicas de enunciación y respuesta, un nuevo sentido, qué duda cabe, de captación y proyección social y/o pública de la experiencia o devenir de la pura contingencia que trasciende la división del trabajo y el modelo de producción masiva que surgiera con la extensión de las industrias culturales. Más aún, el cambio de paradigma que vivimos plantea nuevos retos en la política de la representación. La inflación de información por la dinámica del nuevo capitalismo inmaterial ha alterado a tal punto las condiciones y topoi de precisión, control y difusión del acontecer social, agravando la centralidad dominante de las jerarquías y modelos de reproducción que históricamente han marcado el modelo de mediación en la modernidad con la implosión de los flujos de las multitudes proliferantes, que los enclaves históricos y los modos de hacer y pensar el oficio han implosionado en una aceleración incesante de producción que recuerda a imagen de la locomotora de la historia que Benjamin cuestionara en su crítica de la sociedad moderna. Así, “la información se está volviendo un work in progress, un material en constante evolución, una especie de conversación, un proceso dinámico de búsqueda de la verdad, más que un producto terminado” (Ramonet, 2011: 14). La desmaterialización de los soportes y la propia inercia de la destrucción creativa del capitalismo han hipotecado, como resultado, la actividad periodística en la nube (cloudin) deconstruyendo paulatinamente la función representacional del periodismo.

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Economía política y comunicación intercultural de eurocéntricos y excéntricos en la biopolítica imperial tras el 11-S

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En los últimos años, el desarrollo de la revolución digital y la intensa expansión de los medios de comunicación y las industrias de la información y la cultura, no sólo han alterado el mapa de los sistemas de comunicación social. El carácter radical de los cambios que se están produciendo, asociado a las nuevas tecnologías electrónicas que ha implicado, además, una profunda transformación de la vida pública de los procedimientos, sistemas y culturas de la información. Estos cambios están siendo introducidos por los nuevos conglomerados multimedia que hoy hacen aceptable y natural la brecha abierta entre grupos, regiones y culturas. En este proceso de reestructuración de los sistemas de reproducción sociocultural, tres esferas se ven afectadas directamente: la educación, la cultura y el campo de la obra. Pero también los caminos del conocimiento. En la explosión de la era de la comunicación, el desarrollo de la sociedad informacional está revolucionando el modelo tradicional de mediación y, como consecuencia, las categorías y el sentido mismo de la información teóricamente. Enfrentamos, en efecto, una etapa incierta que marca la exigencia de directrices distintas de la investigación de la reflexión y la comunicación, identificando estrategias de aproximación al estudio a partir del reconocimiento de su multiplicidad y de su carácter complejo, para intentar comprender nuevas problemáticas emergentes como el comunicación intercultural.

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Latin America social media and politics

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La participación ciudadana en Latinoamérica a través de las redes sociales es resultado de un largo y continuado proceso de apropiación social de las nuevas tecnologías que han marcado las conflictivas y contradictorias luchas por la democracia en la región ante la falta de canales de representación y visibilidad pública de un sistema privativo y en ocasiones de virtual monopolio dominante en los medios tradicionales o analógicos. El dominio del sector privado  y la integración del audiovisual bajo control de las principales operadoras de telecomunicaciones transnacionales dibujan un mapa de medios poco o nada favorable a los intereses de la población y a la apertura de canales de diálogo público. Si bien en la última década el cambio del mapa político regional ha propiciado el desarrollo de medios públicos y ciertos derechos de acceso de la ciudadanía, la pauta común es la ausencia de una esfera pública democrática y de un sistema institucional suficientemente sólido que sin duda debilita, como consecuencia, los continuados esfuerzos de algunos Estados por el desarrollo y profundización de la democracia cultural, en buena medida debido a la estructura sociopolítica del corporativismo y al subdesarrollo que han lastrado la historia nacional de la mayoría de los países de la región. Así, si se aplican los indicadores de la UNESCO en materia de Información, Pluralismo y Democracia, se constatan importantes déficits democráticos en la mayoría de países, considerando que el sistema de medios se define por un bajo nivel de circulación de periódicos y una alta dependencia del sistema televisivo, al tiempo que prevalece una continua instrumentalización privada y oligárquica de la información periodística, la gubernamentalización de los medios públicos, y el limitado desarrollo de la autonomía profesional de los informadores. Es en este marco donde las redes sociales alcanzan su proyección e importancia como medios o canales alternativos de información. Manuel Castells sitúa la centralidad de este tipo de comunicación política emergente en la nueva sociedad-red en el año 1994, a partir del levantamiento zapatista del EZLN en Chiapas, por representar, en cierto modo, una doble ruptura simbólica y mediática al coincidir, por un lado, con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio, a modo de crítica antagonista del modelo de integración económica y comercial con Estados Unidos; y, en segundo lugar, por hacer visible en el espacio mediático mexicano la realidad de la población indígena, históricamente marginada y excluida del espejo catódico pese al imaginario revolucionario que inspira la Constitución Federal desde principios del siglo XX. Ahora bien, la guerra de Chiapas no fue, en realidad, una guerra en Internet. En verdad, la era de las redes sociales y las luchas políticas en el ciberespacio tienen lugar en la región a partir de esta fecha en la medida que el EZLN organizaría años después el I Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo (1996) donde por vez primera se sitúa en la agenda pública de los movimientos globales de la región el papel de Internet y las redes de resistencia contra la globalización capitalista. En el periplo de Seattle a nuestros días, el efecto zapatista proyecta hoy con el movimiento Yo soy 132 nuevas prácticas y formas de articulación política ciudadana contra los regímenes autoritarios desde una nueva lectura del espíritu McBride y los derechos culturales de la ciudadanía cultural latinoamericana, acorde con la configuración y la naturaleza del nuevo ecosistema de las redes distribuidas de información y conocimiento pensada desde el Sur y desde abajo.

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Cebrián

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En la vida pública, hay personajes y patizambos. Sobra decir a qué tipo responde el disimulado periodista que encabeza el título de esta columna. Más aún cuando, en raras ocasiones como recientemente, es posible visualizar el necesario contrapunto catódico de reflexividad que deja en evidencia el verdadero perfil delsujeto en cuestión. La entrevista de Jordi Évole en SALVADOS confirma, de hecho, la visionaria crítica de Max Estrella -la vida sigue igual– a propósito de lo grotesco de ciertos enanos y figuras tétricas de nuestro país, cuando desde los márgenes se observa lo chueco, patoso, torcido e irregular que impera de manera manifiesta en esta piel de toro. Y eso que, para la ocasión, el entrevistador no quiso ahondar en mayores profundidades, cosas de la tele, que darían para una telenovela a lo Suñer. Pues del Sindicato Vertical, Emilio Romero y lo más casposo del franquismo sociológico a los fondos buitres, la historia de Cebrián es de la categoría ejemplarizante de demócratas de toda la vida que lo mismo reza el rosario y bendice el patriotismo falangista de su padre, destacado propagandista de la dictadura, que celebra un golpe de Estado en Venezuela por no conseguir vender libros de la Editorial Santillana y otros negocios varios. Para eso y mucho más da la libertad de expresión de los perros guardianes en España. No deja de sorpender,sin embargo, la falta de medida o comedimiento de este tipo de actores del esperpento nacional. Debe ser propio de las patologías del poder. Lo preocupante es que mal vamos en un país que no tuvo a bien considerer a Juan Carlos Rodríguez como miembro de la institución encargada de dar brillo y esplendor al castellano mientras acoge en su seno a Consejeros Delegados y cortesanos de toda laya. Premonitorias, en fin, las palabras de Valle Inclán en Luces de Bohemia. Ahora, cabe preguntarse, como hiciera en su último libro Gregorio Morán, cómo fue posible que la Transición terminara y no fuera capaz de crear una opinión pública real y no virtual. Aún hay lectores que siguen pensando en el diario El País como un referente progresista. Nunca lo fue, pero no tenemosrespuesta para esta cuestión, salvo en términos de Sociología del Periodismo y de la Cultura. Sería interesante ensayar el marco interpretativo con el que comprender cómo se construyeron los mandarinatos, más allá de los merecimientos, estos protagonistas de la transición. Cuestión para otro trabajo que no es el momento anticipar.

Estamos en Quito inmersos en una campaña contra los paraísos fiscales. Nada que ver con Cebrián, salvo que Ignacio Escolar diga lo contrario. Cosas, en fin, de criptomarxistas o de gente de bien. Quién sabe. Nunca fuimos al Colegio del Pilar. Lo que sí sabemos es que el régimen tardofranquista y la restauración conservadora que hoy reivindica la Constitución, hecha jirones, está en proceso de descomposición, y los adláteres que los sostenían igualmente empiezan a parecer auténticos zombies. Muy propio de la lógica vampiresca de la acumulación por desposesión en el trasfondo de la dialéctica de corrupción, evasión de impuestos, negociados con sospechosas petroleras, golpes de mano en el PSOE, liquidación de periodistas incómodos y falta de credibilidad del diario oficial del bipartidismo, cuya caída en picado demuestra que los públicos saben más que lo que presupone el ilustre académico de PRISA. Por cierto, negar la realidad o tapar la luna con el dedo no deja de ser una prueba palpable de falta de inteligencia. La historia, el viejo topo, hace el resto, por más que la voluntad pretenciosa del empresario en cuestión siga reafirmando lo imposible ante la inconsistencia propia de quien, vaticinamos, más pronto que tarde será defenestrado por el propio régimen ahora que el discurso cínico que sostiene ya no tiene la eficacia de antaño. La contundencia de la realidad concreta es más poderosa que cualquier argumentario, y hoy, además, la letra de la música que suena lleva otra melodía. Sabemos, por otra parte, gracias a Freire y la Pedagogía de la Autonomía, que este tipo de lógica de la enunciación es la que hace posible la indignidad a ser combatida. Por todo ello,si la transición de Arriba, vía paterna, a El País delsusodicho explica el hilo rojo de la historia más reciente de nuestro país, con la connivencia de accitanos como Juan Aparicio y la maltrecha Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense, poblada de “demócratas reconvertidos” y negacionistas de los crímenes franquistas, la campaña de Cebrián y su grupo contra las Facultades de Comunicación, por todos conocida, fiel como era a la tradición franquista de que un profesional se hace llevando cafés al jefe, casa bien con la oposición contra toda norma y regulación del Derecho a la Comunicación, considerando sobre todo que para él la primera libertad de prensa consiste, justamente, en ser una industria. Nada asimilable a un entrevistador incómodo e incisivo, ni mucho menos con la prestación de un servicio público o de interés general. Tiene,sin embargo, un problema el Sr. Cebrián. Algunos somos más bien proclives a la ironía y la risa, único antidoto contra tanta ignominia y discrecionalidad. Cuando rige la censura, vuelve el tiempo del carnaval. Una pena que el disfraz de Darth Vader quede ya fuera de lugar en estos casos.

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