Tecnopolítica y nuevo tiempo social. Por Francisco Sierra Caballero

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Del paro agrario en Colombia al movimiento Passe Livre en Brasil, del periodismo digital y la lucha mapuche por la tierra a las radios comunitarias en red de Bolivia, pasando por Yo soy 132 de México o la revolución de los pingüinos de Chile, la tecnopolítica inaugura en la región, en la última década, un tiempo nuevo que requiere formular con cierta urgencia una agenda de trabajo en común entre movimientos sociales y academia para conectar y definir un proyecto de construcción colectiva que trascienda los marcos y normas establecidos por la Comunicación como Dominio. Esta voluntad transformadora de articulación de un programa de trabajo o plataforma en común no puede, como es lógico, partir de cero. Cabe recordar el proceso de innovación social vivido en América Latina a lo largo de las décadas sesenta y setenta. Aún hoy, entre culturas y tradiciones diversas que conforman el amplio sector comunitario de la comunicación, numerosos agentes y actores colectivos continúan sosteniendo la idea revolucionaria de la comunicación participativa reivindicando la praxis con ellos a partir de la economía moral de la multitud y la experiencia rica y diversa de las culturas populares.

Desde los frentes culturales y las luchas por la democracia informativa liderada por la Comunicación Comunitaria como campo de producción autónoma de articulación de voces, como abertura contrahegemónica para el cambio social, de la resistencia a la crítica antagonista, el trabajo de organizaciones pioneras como ALER, ALAI o SIGNIS, entre otras muchas, ha venido contribuyendo al desarrollo de procesos de producción y apropiación tecnológica basado en la organización, la unidad y el empoderamiento grupal y colectivo que hoy deben ser tomados en consideración para una plataforma y agenda común en América Latina. Ahora bien, en la era de la denominada por Castells Autocomunicación de Masas, parece lógico revisitar críticamente, hasta sus últimas consecuencias, las nuevas experiencias de tecnopolítica que se observan en la región, en un ejercicio de reflexividad dialéctica, recursiva y generativa del campo, para recomponer las posiciones de observación, definir cambios de objeto y proyectar nuevos usos y estrategias de redes frente a la ciberguerra y la constante intervención que observamos en iniciativas de la USAID aplicadas en países como Cuba o Brasil. En ello nos jugamos el futuro, y en nuestros países periféricos la posibilidad misma de desarrollo autónomo.

Convendría subrayar sobremanera este hecho, porque nos tememos que el llamado tercer sector no es del todo consciente de esta situación contradictoria. No siempre fue así en la tradición latinoamericana. Desde “Para leer al Pato Donald”, el pensamiento crítico en comunicación ha procurado deconstruir en todo momento el proceso neocolonialista de las industrias culturales y de la teoría funcionalista o etnocéntrica occidental, hibridando, releyendo, reescriturando de nuevo la historia y el pensamiento desde su topología y mundos de vida concretos.

Sabemos que las tecnologías de información y comunicación (TICs) son dispositivos de expresión de la acción colectiva que surgen como resultado de la innovación, al tiempo que articulan para los movimientos sociales, desde el punto de vista de la mediación social, nuevas condiciones de disputa de la hegemonía en la lucha por el código. De ahí la pertinencia de un abordaje sociocultural de las mediaciones, aperturas y modelos de hibridación del espacio público que tienen lugar en las contradictorias dinámicas de articulación de la cibercultura contemporánea. De acuerdo con la Carta sobre Derechos en Internet de la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC), “El acceso a internet se ha incrementado a pesar de la constante exclusión de comunidades marginales y de miles de personas en países en vías de desarrollo.  Al mismo tiempo, se la ve cada vez más sujeta a la comercialización, al poder y al control corporativos.  Las nuevas tecnologías de información y comunicación (TIC), incluido la internet, son parte del proceso de globalización – un proceso que se lleva a cabo en términos desiguales y que suele exacerbar las desigualdades sociales y económicas entre países y dentro de los mismos.  A la vez, la internet y las tecnologías relacionadas pueden convertirse en herramientas para la resistencia, la movilización social y el desarrollo cuando están en las manos de individuos y organizaciones que trabajan por la libertad y la justicia.” (APC, 2002).

Nuevos desafíos

En este nuevo marco de intervención, no podemos obviar que emerge un nuevo sujeto o actor-red. “En particular, la transformación de la subjetividad de los procesos identitarios por el desplazamiento de los referentes culturales, corporales, espacio-temporales, geográficos y políticos, en un ágora electrónica, de despersonalización para algunos, de exacerbación del yo, o de una subjetividad compartida para otros, es un asunto que requiere de nuestra atención. El cruce de normativas que opera en la red está configurando un nuevo espacio para la construcción del otro y en consecuencia para pensar la ciudadanía” (Rueda, 2006: 29). La transformación de los vínculos sociales en el ciberespacio anticipa, en fin, nuevas formas de ciudadanía. Por ello, los movimientos sociales, el voluntariado y las ONGs deben asumir la centralidad de la tecnopolítica y definir estrategias en común en las redes electrónicas y telecentros, en la medida que toda máquina “es una concatenación no sólo de tecnología y saber, sino también de órganos sociales, llegando al extremo de ejercer una coordinación de los trabajadores y las trabajadoras individuales” (Raunig, 2008: 28). La visión matricial en red implica, en esta línea, mayor flexibilidad, interconexión, horizontalidad y cercanía. Más comunicación y menos información, de acuerdo al paradigma o enfoque de la mediación.

La cuestión, pues, es ver si las redes digitales nos permiten articular espacios socialmente abiertos, innovadores y autónomos, si contribuyen a establecer reglas y procedimientos, contrapoderes y espacios de interlocución y empoderamiento o, por el contrario, replican lógicas de dominio tradicionales tal y como se ha observado recientemente en Bolivia. Por ello, quizás hemos de volver a transitar el desplazamiento de lo tecnoinstrumental a lo sociopolítico, aprendiendo de nuevo a politizar críticamente la generación social de la comunicación y la cultura en una época de creciente disgregación y mercantilización del universo simbólico por las lógicas de mercificación de la innovación tecnológica y social. De no hacer, como viene planteando Mattelart, una crítica al cibercontrol, los procesos de cambio que vive América Latina corren el peligro de ser presas de la jaula digital y las estrategias de dominio de lo que antaño se denominara cultura tecnotrónica. Confiamos en la inteligencia creativa y emancipadora del tejido social. Es hora de situar en el centro estas cuestiones para una agenda común. El cómo y desde dónde es una cuestión a definir en territorio y desde lo concreto. Urbi et Orbi.

– Francisco Sierra Caballero es catedrático de Teoría de la Comunicación. Director del Grupo Interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social (SEJ-456. Plan Andaluz de Investigación). www.franciscosierracaballero.net

Referencias

APC (2002). Carta de APC sobre derechos en Internet: Internet por el desarrollo y la justicia socialhttp://www.alainet.org/es/active/11844 (anexo II)

Lago, Silvia (Comp.) (2012). Ciberespacio y resistencias. Exploración en la cultura digital. Buenos Aires: Hekht Libros.

Raunig, Gerald (2008). Mil máquinas. Breve filosofía de la máquina como movimiento social. Madrid: Traficantes de Sueños.

Rueda, Rocío (2006): “Apropiación social de las tecnologías de la información: ciberciudadanías emergentes” en Tecnología Educativa, ILCE, número 4, México.

Sierra, Francisco y David Montero (Eds.) (2015).Videoactivismo y movimientos sociales. Barcelona: Gedisa.

Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento: La comunicación en disputa 02/06/2016

“Experiencia de Assange demuestra que la información y el conocimiento ni es libre ni accesible»: Francisco Sierra, director de CIESPAL

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Cronicón.net

“La información ni es libre ni accesible para todos” y eso lo han demostrado los casos de Julian Assange, Edward Snowden y la reciente investigación denominada Panama Papers”, sostuvo Francisco Sierra Caballero, director del Centro Internacional de Estudios de Comunicación para América Latina y el Caribe (CIESPAL), durante la inauguración del foro académico “Julian Assange: 4 años de libertad negada”, realizado en Quito, Ecuador, entre el 20 y el 24 de junio.

“Necesitamos política, necesitamos empoderamiento, necesitamos disfrutar el sentido de lo que se quiere construir en este nuevo escenario porque de ahí depende, no solo el futuro de la comunicación, el futuro de la democracia de los derechos humanos y de un sistema internacional de verdad: justo y adecuado a las necesidades humanas”, afirmó el investigador social español que actualmente regenta CIESPAL.

Sierra Caballero cuestionó ciertos mitos en torno de las bondades de internet.  Dijo que frente a la red no es cierto que estemos ante un espacio de libertad, autónomo, sin interferencias, sin control. “Si bien vivimos en la era del acceso a la información, nunca como hoy en la humanidad ha habido tal nivel de concentración de servicios y sistemas de comunicación. Tuvo que llegar Wikileaks para darnos cuenta que estamos absolutamente desinformados en la era del acceso a la información”, precisó.

Alertó sobre el impacto funesto que genera también el capitalismo especulativo financiero en el ámbito comunicacional por cuanto que es uno de sus actores fundamentales ya que controla las telecomunicaciones en el mundo.
Por lo anterior, el director general de CIESPAL consideró que la comunidad internacional está en mora de definir una arquitectura de manejo y gobierno de Internet frente a la hegemonía absoluta de Estados Unidos y el control que ejercen las corporaciones transnacionales.

La comunicación planetaria, afirmó Sierra Caballero, enfrenta cinco graves problemas a saber: monopolios virtuales; mercantilización creciente de la cultura red; el dominio monetario y financiero del sistema digital; el dominio casi absoluto de las corporaciones en el manejo de los datos; y utilización de la infraestructura comunicacional como arma de guerra, de captura y de dominio.

“Si el sistema de internet no es libre y está cercado y privatizado, la única alternativa es regulación”, afirmó el académico español y enfatizó en que se requiere una política pública universal frente a este fenómeno de concentración.

En la conferencia inaugural también estuvo presente René Ramírez, titular de la Secretaría Nacional de Estudios Superiores, Tecnología, Ciencia e Innovación (Senescyt) del Ecuador, quien habló de la importancia que tiene para su país la aprobación del Código Ingenios por parte de la Asamblea Legislativa, el cual puede hacer posible la democratización del conocimiento.

Previo a la conferencia de Sierra y Ramírez se transmitió un video del reconocido académico y lingüista estadounidense, Noam Chomsky, quien habló sobre el caso Assange y sus cuatro años de encierro “injusto” en la Embajada de Ecuador en Londres.

Assange expuso al poder a la luz del sol: Chomsky

Chomsky criticó duramente a los gobiernos imperialistas que son los que tienen la “fuerza y el poder” de controlarlo todo y que se ven amenazados por personas como Assange o Snowden, cuando se trata de dar a conocer información que debería ser pública.

Sin embargo, los gobiernos han logrado que “el público ignore lo que ocurre y deben mantenerlo así”, por lo que se ha convertido en un delito si se saca a la luz información que ellos no quieren que sepa.

En ese sentido, “Assange cometió el delito de exponer al poder a la luz del sol”, sentenció el académico.

Al finalizar este video Chomsky instó a que todos deben “agradecer” a Assange por tener el coraje de compartir la información que debe ser de conocimiento público.

Hay que estar preparados para las cyberguerras: Ramonet

En desarrollo del foro, se realizó una conferencia sobre Tecnopolítica y Ciberguerra con la presencia de Ignacio Ramonet y el activista social norteamericano y consultor en software, Roy Singham.

En declaraciones a la prensa, Ramonet denunció que lo que ocurre con Assange es una “persecución” al negarle derechos mínimos como el de tener un juicio justo o el de tener garantías si es que él sale a la calle.

“No tiene las condiciones de un prisionero normal. No tiene ni la posibilidad de salir”, dijo el catedrático francés, quien aseguró que debe existir un “movimiento cívico y público” para que cese la persecución contra el ciberactivista australiano.

Ramonet, periodista y analista geopolítico hispano-francés afirmó además en la capital ecuatoriana que la política tradicional «está en crisis» y comentó que los países deben estar preparados para afrontar eventuales «cyberguerras».

«La política en general, en el mundo de hoy está en crisis, hay como un desgaste de la forma tradicional de hacer política. Un desgaste de la democracia representativa», afirmó.

En su criterio, la política ya no puede estar reservada solo para los políticos y dijo que en el mundo de hoy con redes sociales a disposición, es «imposible que la política siga perteneciendo a un pequeño grupo de profesionales». En ese sentido, explicó que con el auge de las redes sociales permiten la manera tradicional de hacer política prácticamente ha desparecido por cuanto que las tecnologías de las comunicaciones permite convocar a reuniones espontáneas sin que haya un líder, partido o programa. Asimismo, aseveró que los países tienen ejércitos de tierra, mar y aire y que ahora, ante la existencia del «cyberespacio» se necesita la creación de un «cyberejército», que no es un cuerpo que depende de armada u otros ejércitos, sino un «cuerpo en sí».

Se requiere la cyberdefensa, dijo, pues en el mundo actual la mayoría de actividades están informatizadas y si un adversario penetra en el cerebro informático que controla, administra o regula alguna actividad importante de un país, «lo puede poner de rodillas sin siquiera invadirlo». El escritor comentó que hoy un país no solo está amenazado en sus fronteras terrestres, marítimas o aéreas, sino que también «está amenazado esencialmente por su frontera digital».

Ramonet consideró que se debe crear la frontera digital y no esperar que las grandes potencias desarrollen gran eficacia en material de cyberdefensa, «pues quien dice cyberdefensa hoy, dice mañana ciberataque», apuntó.

Planteó también la necesidad de » desarrollar un cuerpo de hackers patriotas, nacionales, integrados en el sistema de defensa nacional, como se está haciendo en muchos países». , opinó al poner como ejemplo de ello a Israel.

Las intervenciones de Noam Chomsky, Francisco Sierra Caballero, René Ramírez e Ignacio Ramonet, en los siguientes videos:

Quito, Ecuador.

 

Tomado de Polo Democrático: http://www.polodemocratico.net/noticias/en-profundidad/10703-experiencia-de-assange-demuestra-que-la-informacion-y-el-conocimiento-ni-es-libre-ni-accesible-francisco-sierra-director-de-ciespal 

Tecnopolítica y nuevo tiempo social

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Francisco Sierra Caballero, Director de Ciespal

Del paro agrario en Colombia al movimiento Passe Livre en Brasil, del periodismo digital y la lucha mapuche por la tierra a las radios comunitarias en red de Bolivia, pasando por Yo soy 132 de México o la revolución de los pingüinos de Chile, la tecnopolítica inaugura en la región, en la última década, un tiempo nuevo que requiere formular con cierta urgencia una agenda de trabajo en común entre movimientos sociales y academia para conectar y definir un proyecto de construcción colectiva que trascienda los marcos y normas establecidos por la comunicación como dominio. Esta voluntad transformadora de articulación de un programa de trabajo o plataforma en común no puede, como es lógico, partir de cero. Aun hoy, entre culturas y tradiciones diversas que conforman el amplio sector comunitario de la comunicación, numerosos agentes y actores colectivos continúan sosteniendo la idea revolucionaria de la comunicación participativa reivindicando la praxis con ellos a partir de la economía moral de la multitud y la experiencia rica y diversa de las culturas populares.

Desde los frentes culturales y las luchas por la democracia informativa liderada por la comunicación comunitaria como campo de producción autónoma de articulación de voces, como abertura contrahegemónica para el cambio social, de la resistencia a la crítica antagonista, el trabajo de organizaciones pioneras como ALER, ALAI o Signis, entre otras muchas, ha venido contribuyendo al desarrollo de procesos de producción y apropiación tecnológica, basado en la organización, la unidad y el empoderamiento grupal y colectivo que hoy deben ser tomados en consideración para una plataforma y agenda común en América Latina. Ahora bien, en la era de la autocomunicación de masas -denominada así por Castells- parece lógico revisitar críticamente, hasta sus últimas consecuencias, las nuevas experiencias de tecnopolítica que se observan en la región, en un ejercicio de reflexividad dialéctica, recursiva y generativa del campo, para recomponer las posiciones de observación, definir cambios de objeto y proyectar nuevos usos y estrategias de redes frente a la ciberguerra y la constante intervención que observamos en iniciativas de la Usaid aplicadas en países como Cuba o Brasil.

Nos tememos que el llamado tercer sector no es del todo consciente de esta situación contradictoria. No siempre fue así en la tradición latinoamericana. Desde Para leer al Pato Donald, el pensamiento crítico en comunicación ha procurado deconstruir en todo momento el proceso neocolonialista de las industrias culturales y de la teoría funcionalista o etnocéntrica occidental, hibridando, releyendo, reescriturando de nuevo la historia y el pensamiento desde su topología y mundos de vida concretos. Sabemos que las tecnologías de información y comunicación (TIC) son dispositivos de expresión de la acción colectiva que surgen como resultado de la innovación, al tiempo que articulan para los movimientos sociales, desde el punto de vista de la mediación social, nuevas condiciones de disputa de la hegemonía en la lucha por el código. De ahí la pertinencia de un abordaje sociocultural de las mediaciones, aperturas y modelos de hibridación del espacio público que tienen lugar en las contradictorias dinámicas de articulación de la cibercultura contemporánea.

En este nuevo marco de intervención, no podemos obviar que emerge un nuevo sujeto o actor-red. “En particular, la transformación de la subjetividad de los procesos identitarios por el desplazamiento de los referentes culturales, corporales, espacio-temporales, geográficos y políticos, en un ágora electrónica, de despersonalización para algunos, de exacerbación del yo, o de una subjetividad compartida para otros, es un asunto que requiere de nuestra atención. El cruce de normativas que opera en la red está configurando un nuevo espacio para la construcción del otro y en consecuencia para pensar la ciudadanía” (Rueda, 2006: 29). La transformación de los vínculos sociales en el ciberespacio anticipa, en fin, nuevas formas de ciudadanía.

Por ello, los movimientos sociales, el voluntariado y las ONG deben asumir la centralidad de la tecnopolítica y definir estrategias en común en las redes electrónicas y telecentros, en la medida que toda máquina “es una concatenación no solo de tecnología y saber, sino también de órganos sociales, llegando al extremo de ejercer una coordinación de los trabajadores y las trabajadoras individuales” (Raunig, 2008: 28). La visión matricial en red implica, en esta línea, mayor flexibilidad, interconexión, horizontalidad y cercanía. Más comunicación y menos información, de acuerdo al paradigma o enfoque de la mediación. La cuestión, pues, es ver si las redes digitales nos permiten articular espacios socialmente abiertos, innovadores y autónomos, si contribuyen a establecer reglas y procedimientos, contrapoderes y espacios de interlocución y empoderamiento o, por el contrario, replican lógicas de dominio tradicionales, tal y como se ha observado recientemente en Bolivia.

Por ello, quizás hemos de volver a transitar el desplazamiento de lo tecnoinstrumental a lo sociopolítico, aprendiendo de nuevo a politizar críticamente la generación social de la comunicación y la cultura en una época de creciente disgregación y mercantilización del universo simbólico por las lógicas de mercificación de la innovación tecnológica y social. De no hacer, como plantea Mattelart, una crítica al cibercontrol, los procesos de cambio en América Latina corren el peligro de ser presas de la jaula digital y las estrategias de dominio de lo que antaño se denominara cultura tecnotrónica. Confiamos en la inteligencia creativa y emancipadora del tejido social. Es hora de situar en el centro estas cuestiones para una agenda común. El cómo y desde dónde es una cuestión a definir en territorio y desde lo concreto. Urbi et orbi. (O)

Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/tecnopolitica-y-nuevo-tiempo-social
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