“La comunicación es una cuestión de salud pública y de Estado”

Share

Medio: Ctxt

Redactora: Lola López Muñoz

Publicado: 20 de marzo de 2019

El camino hacia la renovación del órgano de gobierno de Radiotelevisión Española (RTVE) no ha sido fácil, y todavía no ha finalizado. Después de la designación de 17 profesionales de la comunicación que conforman la Comisión de Expertos, tuvo lugar el concurso público y la selección de 20 candidatos. Lo previsto era que el Congreso y el Senado eligiesen, de entre ellos, a los diez miembros que formarían parte del Consejo de Administración, pero la convocatoria de elecciones y la disolución de las cámaras parece haber puesto freno a un proceso que ha costado poner en marcha. Continue reading «“La comunicación es una cuestión de salud pública y de Estado”»

El futuro de RTVE

Share

Francisco SIERRA CABALLERO

Catedrático de Periodismo. UNIVERSIDAD DE SEVILLA
Miembro del Comité de Expertos de Reforma de la RTVE

En medio de una prolongada campaña electoral, la agenda sobre Políticas de Comunicación parece, como siempre, brillar por su ausencia. Todo lo más que cabe esperar es la denuncia de la cobertura de RTVE y de los medios autonómicos para, una vez más, reeditar el sintomático vacío político sobre un tema que nos afecta sobremanera, si el objetivo es conformar, como sería deseable, un marco o espacio político democrático maduro.
Continue reading «El futuro de RTVE»

«La saturación es el primer paso para que el ciudadano sea manipulado»

Share

Su nombre se hizo especialmente popular el pasado verano, tras ser incluido en el exclusivo comité de expertos que habría de evaluar a los aspirantes a dirigir RTVE. Pero Francisco Sierra Caballero ya era, desde mucho antes, uno de los investigadores más respetados en el ámbito de la Comunicación contemporánea. Nacido hace 50 años en Gobernador, un municipio de poco más de 200 habitantes situado en la comarca granadina de Los Montes, muy cerca de Jaén, este catedrático de Teoría de la Comunicación de la Universidad de Sevilla presenta ahora Introducción a la Comunicología, una obra en la que aborda, de manera crítica y panorámica, el ámbito de la mediación social y el papel que juega la comunicación en la propia conformación de la sociedad.

-Se muestra muy crítico con la Universidad y con las propias empresas del sector de la comunicación. ¿En qué medida son responsables de los males que acechan hoy día al Periodismo?

-Al menos somos responsables de dos falencias. La primera es la ausencia en el mapa curricular de un fuerte componente tecnológico. Estamos en plena revolución digital y las facultades siguen enseñando un Periodismo del pasado siglo. La academia vive en la era analógica y no asume procesos como la transmedialidad, el universo de los videojuegos y formatos, géneros y narrativas que están transformando la profesión y que apenas se exploran como materia. Lógicamente, hay excepciones. En la Facultad de Comunicación (FCOM) de la Universidad de Sevilla, por ejemplo, se ha impulsado un Aula de Videojuegos pero estamos ante experiencias episódicas y, por lo general, marginales.

-¿Vive la Universidad de espaldas a la sociedad? ¿Solo se escucha a sí misma?

-En general, la Universidad no está interviniendo en el mundo de la comunicación ni asumiendo un rol de liderazgo moral e intelectual ante los retos que vive la sociedad en la actual crisis civilizatoria. Cuando insisto en que la principal virtud socrática es la atenta escucha es porque el diálogo es la condición existencial más importante. La escucha activa es vital para un periodista, y para un intelectual. Pero vivimos un momento de cultura del monólogo. Se escribe y habla mucho pero la gente no está dispuesta a escuchar y la Universidad igualmente delibera, discute y presta poca atención a otras voces. Así resulta imposible cumplir su misión de servicio público. Pero, dicho sea de paso, tampoco la profesión escucha a la academia.

-Como profesor reclama del alumnado una mayor capacidad reflexiva y de análisis. ¿No estábamos ante las generaciones mejor preparadas de la historia?

-Si le soy sincero, creo que ese discurso es falso o, cuando menos, interesadamente sesgado. Es verdad que las nuevas generaciones tienen más competencias pero, la mayoría, son instrumentales. Nos encontramos a alumnos con serias dificultades de comprensión de textos científicos o de dificultades de argumentación, análisis y raciocinio complejo. ¿Y qué le voy a decir de la cultura o bagaje intelectual? Francamente, es una generación con graves y notables carencias y que no se está formando para la vida sino para la acumulación de créditos.

-Muchos alumnos de Periodismo abominan de las asignaturas que no son prácticas. ¿Por qué son necesarias materias como Teoría de la Comunicación?

-No conozco a juristas que discutan sobre la pertinencia de la Filosofía del Derecho en la formación de los futuros abogados. El discurso contrario a la ciencia en las facultades de Comunicación se debe a una errónea concepción práctica de la formación. Quizás convendría, como sucede en algunos países de la Unión Europea, diferenciar el modelo de formación superior –de cinco años y con una alta formación intelectual– y un ciclo corto de tres años con un sentido más profesionalista.

-Alude en su obra a la «multiplicación de canales de acceso al saber». ¿Qué riesgo representa?

-Estamos construyendo un ecosistema de medios monstruoso, desproporcionado, saturado, que es insostenible y que afecta a la capacidad de orientación y socialización del sujeto de la cultura red. Vivimos procesos acelerados que impiden que el ciudadano procese con la necesaria distancia y reposo la información. La capacidad humana de procesamiento de datos es limitada y el efecto de saturación es el primer paso para que el ciudadano sea manipulado. De hecho, una de las técnicas más comunes de propaganda, como sucedió en la primera Guerra del Golfo, es la canalización de multitud de datos secundarios a fin de escamotear al escrutinio público lo que hemos dado en llamar «información sensible».

-¿Se le ocurre alguna solución?

-Necesitamos discriminar, equilibrar los ecosistemas culturales, jerarquizar las fuentes y seleccionar mejor los repertorios e informaciones que circulan. En nuestro sistema mediático hay un exceso de redundancia, de información banal e irrelevante y de intoxicación, de contenidos basura, que afectan a la cultura y a la convivencia democrática y que han degradado el propio oficio y no digamos la credibilidad de medios y periodistas.

-¿Y qué papel juegan actualmente las ‘fake news’?

-Las fake news son la forma visible de los dispositivos de dominio y control social que, por cierto, se acompañan del rumor, una manifestación que suele proliferar en modelos autoritarios, opacos o de falta de confianza como sucede hoy día. Así, se escamotean las estrategias del poder y de la persuasión con la que, por ejemplo, el público presta atención a Trump mientras Wall Street despliega sus estrategias de acumulación por desposesión. Esta es la cuestión vital que se debe discutir: el velo o manto de ocultación de las medias falsedades o de las noticias prefabricadas.

-En pleno auge de la posverdad, ¿considera que los medios forman e informan o hacen justamente lo contrario?

-En un sentido genérico, no forman, más bien lo contrario, y en países con pobre cultura democrática y carente de un sistema de medios educativos, como España, no podemos hacer un balance satisfactorio. Más bien cabría hablar de una situación de déficit democrático en la función social de la prensa en nuestro país. Y por lo que corresponde a la información, ésta resulta pobre, redundante y con un nivel de credibilidad, ahora que se puede contrastar con las redes sociales, en franco declive.

-Si nos centramos en España, el panorama comunicativo se asemeja cada vez más a un oligopolio, en el que unas pocas empresas se reparten, prácticamente, todo el mercado. ¿Le preocupa esta realidad?

-Claro, es muy grave. El sistema público ha sido relegado con la reforma del audiovisual y el apagón analógico, al tiempo que la formación de un duopolio deja en manos de la banca, las grandes compañías eléctricas y de telecomunicación el control del espacio público y de participación democrática. Cuando hablamos, por ejemplo, de la estructuración de la deuda y de la crisis financiera, los términos del debate terminan por estar hipotecados por la concentración del poder informativo, por la estructura asimétrica y desequilibrada de acceso y control del espacio mediático.

-¿Qué les diría a esos estudiantes de Periodismo que están a punto de salir de las facultades?

-Deben perseguir sus sueños, construir, con otros en común, espacios y proyectos de esperanza. Pero para ello es preciso el incansable trabajo de Prometeo: leer, escribir, inventar, caerse, volverse a levantar, producir, soñar, arriesgarse… La vida es eso. Y deben saber que sin vocación y sin pasión por el oficio el desarrollo profesional es imposible.

Capitalismo cognitivo y bienes comunes en la era digital

Share

Introducción

A partir de 1990, el proceso de globalización capitalista acelera su salida a la crisis de acumulación fordista, iniciada en la década glosiosa del neoliberalismo, concentrando en el trabajo inmaterial, en la mal llamada economía creativa, un espacio de emergencia y desarrollo, que hoy por hoy exige una mayor reflexividad geopolítica sobre los procesos de reproducción simbólica ampliada y la lógica de valor que hoy impregna ámbitos no colonizados directamente como la Universidad o el sistema de ciencia y tecnología. Esta nueva realidad debe tomar muy en cuenta la aceleración de transacciones, la movilidad de activos financieros y una posmodernidad retrógrada que Jameson critica como nuevo inconsciente ideológico del capitalismo que afecta sobremanera a la práctica teórica y a la forma de concebir y organizar los bienes comunes de información y conocimiento en la era del Capitalismo Cognitivo. Desde este punto de vista cabe concebir las transformaciones de la era tecnológica digital como un proceso de recomposición marcado por:

1) La fragmentación de las cadenas productivas de bienes y servicios creativos en economías de escala configurando mercados globales y redes de intercambio, producción y distribución que afecta incluso a las formas de acceso y consumo cultural (hipótesis Netflix).

2) La intensificación de la movilidad, competencia y apropiación privada de los mercados culturales cautivos en el marco del Estado-nación (lógica Amazon).

3) La mercantilización y uso instrumental de la cultura en procesos de especulación del capital rentista como por ejemplo el proceso de modernización de los territorios (tipo Google).

De acuerdo a este razonamiento, hablar de economía creativa y desarrollo cultural pasa, en cierto modo, por plantear la crítica económico-política  de la innovación capitalista. La creatividad social es hoy una fuente de recursos a reapropiar que, paradójicamente, es compartida, es pública y colectiva. La riqueza de las naciones depende hoy de la fábrica social, de la inteligencia general, de los flujos creativos, polimórficos y socializados de las masas. La cooperación y comunicación del trabajo colectivo es determinante en la era del lenguaje de los vínculos. Pero buena parte del discurso de la llamada Industria Creativa es coherente con la panoplia de discursos pro globalización capitalista ya sea en forma de reivindicación del consumo (la era del acceso, según Jeremy Rifkin) o de la proyección de la cultura de la fantasía (la sociedad del sueño, según Rolf Jensen), o de reivindicación de las formas creativas de apropiación y la economía de la experiencia, tal y como Joseph Pine y James Gilmore apuntan en sus escritos. La génesis de este discurso de la era de la creaividad puede retrotraerse a la concepción schumpeteriana de la innovación como proceso lineal y ascendente que, regulado por el mercado y el motor del crecimiento y desarrollo económico, permite articular círculos virtuosos de apertura y mayor complejidad en la organización social. Ello presupone:

1) Procesos de mediación capaces de alterar los ciclos económicos.

2) Agentes de cambio.

3) Identificación de fuentes de ventajas competitivas y beneficios económicos.

En este horizonte conceptual, la cuestión es hasta qué punto la innovación es mímesis, imitación y adaptación, considerando la cultura, y en general la información y el conocimiento, un mero recurso o mercancía. En las siguientes páginas, se esboza algunas consideraciones para pensar la captura del conocimiento y la innovación que la cooperación social ampliada genera en la fase madura del capitalismo cultural o cognitivo y sus efectos en los modos de producir información y conocimiento.

Para leer más descargue aquí el PDF.