Big Data

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Publicado por Mundo Obrero

Enero 2018

Bienvenidos a la era de la Ciberguerra. Tiempo hace que las redes son objeto de disputa con el despliegue bélico de la política por otros medios. A veces de forma virulenta, y no hablamos de la dialéctica propia de la guerra fría entre Estados Unidos y Rusia, como insiste en contar El País, sino más bien como cabe analizar en la guerra silenciosa entre la Casa Blanca y Pekín. En esta y otros conflictos difusos, se constata que la galaxia Internet es la era del Big Data y del Poder de Comando Informacional. Un tiempo marcado por la lucha o disputa por el código que afecta al conflicto en Cataluña tanto como a los golpes mediáticos a lo largo y ancho de América Latina. De ello ya hemos dado buena cuenta más que detallada en el libro La Guerra de la Información (CIESPAL.Quito 2017).

El pasado mes lo volvíamos a poner en evidencia en el II Congreso Internacional de Movimientos Sociales y Tecnologías de la Información celebrado el pasado octubre en Sevilla. Un encuentro que convocó a académicos, activistas, medios comunitarios y profesionales del campo del periodismo y de la Comunicación Popular. La I Edición de Move.net, organizado por el grupo COMPOLITICAS de la Universidad de Sevilla y el Laboratorio de Ideas y Prácticas Políticas (LIPPO) se celebró en febrero 2015 en el Paraninfo de la Universidad Pablo de Olavide. Contó con la presencia de destacados académicos y activistas de la tecnopolítica como Margarita Padilla, Juan Moreno Yagüe, Manje, y Francisco Jurado, además de representantes de Nodo50, AgoraVoting, OpenKratio, Enreda y Ganemos Madrid. La respuesta a este primer llamamiento obtuvo un fuerte respaldo internacional, tanto desde el ámbito académico como desde la sociedad civil, y cumpliendo como era la voluntad de los organizadores con el objetivo de tender puentes entre la Universidad y la calle, entre la teoría y la práctica, y también entre países y continentes, resultó un laboratorio de ideas que bien merece la pena tomar en serio para pensar nuestro tiempo y porvenir.

En el II Congreso Internacional sobre Movimientos Sociales y TIC (MOVENET), organizado en el marco del Proyecto de I+D “Ciberactivismo, Ciudadanía Digital y Nuevos Movimientos Urbanos” (Cibermov) y la Red Tecnopolíticas, los participantes abordaron temas acuciantes que debieran constituir la agenda política nacional e internacional, empezando por el manejo de redes en el referéndum de octubre celebrado en Cataluña. La conferencia de apertura a cargo de Julian Assange fue sin duda reveladora. Las técnicas de hackeo, interceptación de llamadas telefónicas o el intento de eliminar el dominio ‘cat’ de la red son algunas de las estrategias desplegadas por el gobierno central en una campaña de acoso y derribo de toda resistencia, incluyendo la criminalización de la protesta. No sorprende pues que tras la actuación judicial tertulianos y medios del régimen hayan estado semanas descalificando a Assange, solicitando regular el control de la opinión en las redes o demandando de Bruselas una acción de ciberseguridad contra Rusia, Venezuela y toda fuerza considerada, una vez más, como parte del Eje del Mal.

En los últimos tiempos, se observa una escalada militar de la llamada guerra silenciosa que pone en cuestión el espacio de la autonomía y las posibilidades de movilización en los canales y medios ciudadanos. Así quedó en evidencia en las sesiones de MOVENET en la que participaron representantes de la Red de Medios Comunitarios (ReMC), académicos y activistas de la Red de Investigación en Comunicación Comunitaria, Alternativa y Participativa (RICCAP), y destacados activistas de la tecnopolítica como el cineasta Stéphane M. Grueso, el editor Amador Fernández-Savater, Emma Avilés (Xnet) o Pablo Martín (Enreda). De los discursos y conferencias expuestas durante el congreso, cabe cuando menos asumir tres lecciones fundamentales como retos o agenda para la acción: primero, no hay democracia sin liberar el código y establecer un marco civil de Internet (hoy dominado por los GAFAM y el control de Estados Unidos); en segundo lugar, sin pedagogía de la comunicación en las redes sociales no es posible un proceso de construcción de hegemonía para otra cultura posible y necesaria como modelo de mediación social; y, finalmente, si las futuras guerras del Siglo XXI van a ser, como es previsible, por el agua y los golpes mediáticos hoy se resuelven por vía judicial, ello será posible siempre y cuando el espacio a controlar, combatir y militarizar de Internet quede sujeto, como en su origen, a los intereses hegemónicos como históricamente ha sucedido. Por lo mismo, los movimientos sociales y las fuerzas de progreso deben disputar el sentido de la red como un bien común y empezar a reivindicar, más allá del principio de neutralidad, políticas públicas que democraticen el sistema de telecomunicaciones y que, como advirtiera Morozov, fiscalicen la acción de inteligencia, videovigilancia y vulneración de los derechos humanos que las grandes corporaciones, el capital financiero, y sus ejecutores en los gobiernos, vienen implementando para encubrir el devastador expolio, como en España, de acumulación por desposesión. Este es, en verdad, el nudo gordiano del Big Data, ya sea en Cataluña, o desde luego Bruselas o Ucrania.

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