El futuro de la Universidad en cuestión

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El derecho a la educación como principio constitucional exige garantías de acceso y calidad del servicio público acorde con las necesidades y desarrollo del Estado y las propias Comunidades Autónomas. Ello presupone políticas activas que contribuyan a reforzar la red de universidades públicas en todo el territorio desde el punto de vista de su organización y financiación sostenible. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de países de la UE, en España, a lo largo de las dos últimas décadas, se ha experimentado un crecimiento desmesurado de las universidades privadas, sin un crecimiento proporcional de población o la demanda real efectiva, dando lugar a un desequilibrio y dinámicas asimétricas de desarrollo que socavan el principio universal de la educación de calidad. La iniciativa privatizadora de los gobiernos autonómicos del PP/VOX ha favorecido la proliferación de centros comerciales, de institutos técnicos habilitados para la expedición de títulos sin homologar de facto los requerimientos legales que exige la norma, cuantitativa y cualitativamente, en la cualificación pertinente y necesaria. Siguiendo el modelo de Milei y Trump, la estrategia de acoso y derribo de las universidades públicas recuerda la campaña orquestada por el gobierno Reagan contra la contaminación ideológica de la educación superior para implementar la agenda política de restauración conservadora. Entonces, el tanque de pensamiento Heritage Foundation, de ideología fascista, diseñó la hoja de ruta de la contrarrevolución reaganiana identificando la universidad como un centro de producción del pensamiento subversivo y peligroso. La cooptación intelectual y la proliferación de centros privados fue la respuesta del gobierno republicano no solo en Estados Unidos, sino en todo el hemisferio occidental, extendiendo un modelo académico que terminaría colonizando el llamado Espacio Europeo de Educación Superior. Del Informe Bricall a la LOU, llegamos así hoy a situaciones extremas como las de la Universidad Complutense, mientras el gobierno autonómico madrileño enarbola la motosierra emulando el discurso de Moral Majority y otras factorías de la ultraderecha extrema liberal como FAES, al tiempo que avanzan en el objetivo de deconstrucción de las bases del Estado de Bienestar por el supuesto derecho a la libertad educativa. La panoplia de argumentos y justificaciones para la privatización del sistema público de educación superior es del orden del discurso de la posverdad y del negacionismo: negación de la prueba y evidencia empírica, del reino de la razón contra la barbarie, de la vida contra de los fondos buitres de Wall Street, con apoyo del relato de las propias bases mediáticas interesadas, como la banca, en comerciar con un derecho constitucional básico.

La entrada de los fondos de inversión en las universidades de nueva creación ilustra la disyuntiva en la que nos encontramos. La bolsa o la vida nos sitúa ante la contradicción de la afirmación de la existencia real y concreta de las universidades públicas como garantes de la movilidad social y la igualdad contra la lógica especulativa del capital que hoy impone cuatro lógicas devastadoras para nuestro sistema de educación superior:

1. La acumulación por desposesión con opacidad. Un ejemplo es el proyecto de Ley de Universidades de la Comunidad de Madrid que contempla la participación de fondos de inversión en las propias universidades públicas y por descontado la ausencia de toda política de equidad, becas y ayudas a la movilidad social. La apelación a la flexibilidad y modernización del sistema universitario elude definir los criterios de transparencia y control democrático de un modelo, el angloamericano, que ya se ha demostrado fallido en la vertebración del sistema europeo de educación superior, al tiempo que se han venido dando ya operaciones de compra-venta, inversiones y creación de centros universitarios a cargo de operadores como BlacRock sin fiscalización, información pública ni regulación del Estado.

2. El dominio del secreto. La aprobación de nuevas universidades privadas ha tenido lugar de espaldas a la comunidad universitaria, a agentes de conocimiento como la CRUE o ANECA, ignorando los informes desfavorables de las agencias acreditadoras autonómicas y la opinión del propio Consejo General de Política Universitaria. Y se ha hecho además, como en Andalucía, por medio de la cooptación de directivos y Consejeros responsables de esta competencia en una suerte de capitalismo de amiguetes, como sucediera con el Consejero Imbroda, pese a la colusión de intereses.

3. El deterioro y desprestigio de las universidades públicas. La campaña de descualificación ha sido incesante desde el oligopólico de medios, dependiente de la banca y las grandes compañías del IBEX35, con especial intensidad a partir de la gestión del ministro Wert. Los rankings, casos de mala praxis, declaraciones de portavoces de la derecha mediática, unido a la asfixia y estrangulamiento financiero de la universidad, han contribuido a crear una imagen del sistema público universitario como ineficiente, disfuncional, endogámico u obsoleto, pese a la alta productividad y los múltiples estándares de calidad y control de evaluación que cumplen a diario las universidades públicas.

4. La regulación asimétrica y desfavorable de gobiernos autonómicos en contra de las universidades públicas. Especialmente en las comunidades gobernadas por el PP, se ha venido favoreciendo una tendencia por la que ya casi las universidades privadas igualan al número de las públicas. Si se aprueban los proyectos en curso, en breve superarán en número, en un tiempo récord, a la oferta pública de formación en educación superior. La Conferencia de Rectores ha manifestado públicamente que detrás del crecimiento de los grados y másteres privados están «las limitaciones presupuestarias y administrativas» que han sufrido las universidades públicas en los últimos años. El gasto en instituciones de educación superior españolas es un 20,7% inferior al promedio de la OCDE. Un informe encargado por el Gobierno de Ayuso a la Fundación Europea Sociedad y Educación, publicado por El País, alerta de una sobreoferta de más de 25.000 plazas de grado en la comunidad: 13.000 en la pública, inflada para atraer alumnos y contratar profesores, y 12.000 en la privada donde un 69% de los grados tiene menos de 45 alumnos. Al tiempo la proliferación de nuevas universidades privadas valida, de facto, un ecosistema con centros de baja calidad, informes desfavorables de las agencias, incumplimiento del marco normativo, falta de investigación, especialización en áreas de conocimiento altamente rentables, como medicina, con una oferta limitada que incumple el principio de universalidad de la educación superior mientras los gobiernos de la derecha regulan en favor de esta asimetría y desigualdad manifiesta.

No sorprende por tanto que las terminales mediáticas y las derechas hayan reaccionado con virulencia ante el proyecto de Real Decreto informado en el Consejo de Ministros del 1 de abril para modificar la norma 640/2021, de 27 de julio. La reacción del Ministerio de Ciencia y Universidades llega tarde, evita la deliberación necesaria y la acción firme y decidida para frenar la conculcación del derecho constitucional a la educación. Pero es una respuesta necesaria, con carácter urgente, ante la tropelía de despropósitos en la política pública de la derecha extrema. Andalucía es un buen ejemplo de ello, aunque la palma se la lleva Madrid, que en 1998 tenía seis universidades públicas y cinco privadas y hoy tiene seis universidades públicas y 13 privadas (y otras cuatro peticiones pendientes). Entre las universidades de nueva creación en estas dos comunidades hay dos, la Universidad de Diseño, Innovación y Tecnología (UDIT) en Madrid y la Universidad Tecnológica del Atlántico – Mediterráneo (UTAMED) en Málaga, que se han autorizado a pesar de tener  informes en contra por no cumplir los requisitos mínimos de calidad que establece la legislación. Cabe advertir que ya el Ministerio de Universidades aprobó en 2021 una norma para evitar las «universidades chiringuito». El objetivo: endurecer las condiciones para autorizar campus creados como iniciativa con ánimo de lucro. Pero los hechos han demostrado que no ha sido efectiva para el propósito que se aprobó.

Una lección básica de Economía Política es la creación de valor por la producción artificial del principio de escasez y necesidad. En la educación superior, se está desplegando una clara lógica política para mercantilizar un derecho como el de acceso a la Universidad con el incremento exponencial de centros privados sin garantías de calidad, ni control democrático. En apenas veinte años las universidades públicas han perdido más de 46.000 alumnos, mientras que las privadas han experimentado un crecimiento de más del 245%, es decir más de 320.000 alumnos. Por vez primera, hemos asistido a compras y ventas de universidades privadas por fondos de inversiones especulando, como con la vivienda, con un derecho fundamental reconocido en la Constitución. Estamos pues en la educación superior como con Florentino Pérez en el fútbol, especulando, operando con los fondos buitres en la Universidad Europea de Madrid, en la de Valencia y Canarias con EQT INFRAESTRUCTURE, fondo nórdico dueño de Idealista, que no tienen por objeto otro fin que imponer la lógica rentista.

Ante este escenario denunciado por la comunidad universitaria, el Gobierno plantea una modificación normativa de fondo, incidiendo en cinco líneas básicas de actuación. A saber:

1. La regulación de la dimensión de los campus y universidades a fin de evitar centros especializados en una rama rentable sin la institucionalidad necesaria. Centros con 500 o mil alumnos responden más a una composición propia de academias privadas que a centros universitarios. La proliferación de universidades monotemáticas es la negación del principio mismo de universalidad, como la extensión de universidades corporativas como la del Grupo Planeta o grandes grupos mediáticos, como ya hiciera PRISA, con sus masters y promesa de empleo, responden más bien a un interés mercantil que a una razón de ser académica. Regular qué es una universidad conforme a tamaño y forma es pues un requisito exigible para evitar tales derivas privatizadoras de degradación manifiesta de la educación superior que, en última instancia, puede terminar desprestigiando nuestro sistema universitario a nivel internacional.

2. La revocación de la autorización de operación de los centros autorizados en el caso de incumplir las exigencias de calidad y requerimientos de la norma. Una vez que gobiernos como el de Moreno Bonilla en la Junta de Andalucía ha aprobado universidades garaje vulnerando el espíritu de la norma, es preciso evaluar y revocar, en caso de incumplimiento, la autorización para expedir títulos y mantener la actividad pública.

3. Las exigencias de estándares de docencia e investigación equiparables a las universidades públicas en los centros privados. Como en la sanidad, la estrategia conservadora ha consistido en reducir y estrangular el servicio público transfiriendo fondos y usuarios a la privada, que no cumple requerimientos ni aplica sistemas de control y evaluación de calidad. El dumping social, y territorial si hablamos de distrito único, debe ser contrarrestado haciendo efectiva la exigencia de dedicación, calidad e investigación con plantillas suficientes para  realizar el derecho constitucional con garantías. No es casual, como ilustra la Fundación Conocimiento y Desarrollo que solo el 6% de los doctorandos hagan su tesis en universidades privadas. La excelencia brilla por su ausencia en la oferta privada emergente. Y los protocolos de control y fiscalización inexistentes vulneran los derechos más elementales. Con la modificación en curso del Decreto se tratará de subsanar este manifiesto desequilibrio en perjuicio de la pública.

4. La obligatoriedad del informe favorable preceptivo. Desde el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (MCIU) se plantea como requisito de apertura y actuación de operadores privados en educación superior un informe previo favorable sobre el cumplimiento de los requisitos legales. Aunque es responsabilidad de las CC.AA. supervisar que las universidades cumplen con dichas exigencias, el nuevo decreto exige, por ejemplo, a los campus que destinen un 5% de su presupuesto a investigación, les obliga a ofertar un mínimo de 10 titulaciones de tres de las cinco áreas de conocimiento o, para evitar que las universidades se especialicen en másteres, les obliga a tener un mínimo de 50% de estudiantes de grado siendo estas exigencias y el informe favorable de la ANECA de obligado cumplimiento.

5. La limitación de la oferta de las titulaciones a distancia. La proliferación de universidades virtuales abunda más en la potencial enseñanza accesible a golpe de click que en la formación de rigor con plantillas estables, formación de rigor y un uso apropiado de las nuevas tecnologías. A diferencia de lo que ha venido haciendo históricamente la UNED, claramente infrafinanciada, en la lógica de extensión del reino de la mercancía, la proliferación de universidades on line viene naturalizando la enseñanza universitaria low cost. No otra cosa es el mercado de las universidades en línea que la traslación de la precariedad del trabajo docente, el desarrollo de economías de escala y del fast know, sin garantías, conocimiento fundado en la investigación e institucionalidad suficiente para hacer realidad la excelencia que se presupone en la educación superior.

Desde IU en el Grupo Parlamentario de la Izquierda Plurinacional, hemos señalado que es necesario avanzar firmemente en esta dirección y, como apuntáramos en nuestra proposición no de ley aprobada en la Comisión de Ciencia y Universidades, el gobierno debe establecer de forma inmediata una moratoria en la creación de nuevas universidades privadas hasta la plena implantación de la LOSU. Modificar el Real Decreto 640/2021, de 27 de julio, de creación, reconocimiento y autorización de universidades, y acreditación institucional de centros universitarios en el sentido de que, para la creación de nuevas universidades, resulte vinculante el informe preceptivo de la Conferencia General de Política Universitaria previsto en el Artículo 3 y de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación o de la agencia de evaluación de la Comunidad Autónoma correspondiente, inscrita en el Registro Europeo de Agencias de Calidad (EQAR) es un paso positivo, sin duda. Pero será necesario crear una unidad de fiscalización y establecer medidas sancionadoras en el caso de incumplimiento de los requerimientos para las universidades contemplados en la LOSU y en el RD 640/2021, estableciendo desde el no reconocimiento de títulos expedidos por aquellas universidades que no cumplan con la norma hasta la supresión de la autorización para ejercer como Universidad. Igualmente, es preciso acometer la financiación de las universidades públicas, destinando al menos el 1% del PIB de forma inmediata (dado que actualmente la inversión pública no llega al 0,76% del PIB) y que progresivamente se incremente hasta alcanzar el 2%. Sin una base económica sólida no hay futuro para la universidad pública y en este rubro tanto gobierno central (UIMP, UNED) como comunidades autónomas, sean del PP o del PSOE, no han cumplido los requerimientos que exige la autonomía universitaria. Es injustificable que se proponga un gasto en Defensa del 2% mientras el sistema público universitario no alcanza siguiera el 1%. Sin presupuesto, sin recursos, sin planes plurianuales, la universidad pública no cumple su función de movilidad social. La infrafinanciación por tanto es estratégica, nodal, diríamos, en el asedio y desmantelamiento del sistema público de educación superior. Como es necesario también construir un mapa estatal y autonómico de titulaciones necesarias para abordar los desequilibrios existentes de la oferta pública universitaria y las carencias, no solo en ciencias de la salud, sino en sectores críticos como la IA o la llamada economía digital. Planificar, en fin, por parte de las Administraciones competentes la oferta de plazas universitarias acorde con las necesidades sociales y no sólo en función de la demanda voluble y temporal del mercado, si de configurar un mapa universitario que garantice, en la medida de lo posible, el acceso libre a la opción de estudios elegida a través de una universidad pública se trata. No podemos permitirnos la economía casino de plazas sin estudiantes y estudiantes sin plaza. La Constitución y el Estado Social de Derecho es otra cosa.

Er capital

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En estos tiempos locos de restauración neoliberal, de discursos de la guerra, tenemos un problema: el capital necesita reorganizarse en condiciones sociales autoritarias. Democracia casa mal con la acumulación por desposesión. El cambio de ciclo que vivimos no es otra cosa que la vuelta a un hedonismo conservador en forma de decadentismo del régimen imperial que subsiste arrastrándonos al colapso civilizatorio. Se impone, en otras palabras, la prospectiva de la aniquilación, el sinsentido de la política de la elección de lo peor. Las señales son ostensibles, en las calles, en los bares y, antes como correlato, en las pantallas. El ruido mediático de la caverna se complementa con la cacofonía de los tertulianos y el silencio de los nadies, que diría Galeano, en una suerte de ritornello que nos evoca otras épocas. Y mientras, quienes podían advertirnos de tal deriva, como otros arriesgaron antaño en serio, léase Sacristán, nada dicen, todo lo consienten. El modelo de intelectual TEFAL, antiadherente, es, como advierte Pierre Conesa, una realidad en Francia y la mayoría de países de la UE, y en España, dadas las circunstancias excepcionales, prima más bien el intelectual posit, que no sabe decir NO, y que se pega donde conviene plegarse. Pensadores de la hermandad del cazo, los expertos y reforzadores de opinión que trabajan para el Instituto Real el Cano, Open Society o Heritage Foundation en EE.UU. nos dicen en el canal progresista, vaya oxímoron, que es inevitable la escalada militar y que hay que seguir el camino trazado desde Washington. Todo por la pasta, la que reciben por ser coristas disciplinados que replican la letra y música del Pentágono y la que nos expropiarán para mayor gloria de Lokheed Martin y otras empresas estadounidenses que esperan mejorar su balance comercial a costa de nuestras vidas. Y lo hacen con una suerte de inversión de lo real, de mixtificación, ilustración oscura lo llaman, desplegando una caja negra sobre lo social inescrutable. En la era Big Data, como con “El desafío Starbucks”, la clave está en la explotación de datos, materia prima de la nueva economía política de la información personal. En palabras de El Roto, los que nos quieren tener localizados son ilocalizables. Ya lo advirtió Jesús Ibáñez, el sistema del capitalismo tardío exige el flujo de información de abajo hacia arriba, extractivismo de materia prima, para inyectar en la base social, a posteriori, toda suerte de productos, discursos y contenidos manufacturados con cargo a nuestros bolsillos, por supuesto.

De las encuestas y sondeos al control y extracción intensiva de datos, somos continuamente monitorizados, inmersos en una experiencia mágica para los legos cuyo único legado posible es la servidumbre, permanecer ignorantes, faltos de conocimiento del sistema, impávidos, ilotas y domesticados. Así, los productores de “Strangers Things”, por señalar un ejemplo cercano, hacen numerosas pruebas pretest a los públicos, y comprueban que nos segregan en la justa medida serotonina suficiente para deglutir, fidelizar y reproducir el rol y consumo necesario que mantenga el bucle recursivo de la industria del entretenimiento. En este proceso, Netflix y Google nos expropian la vida extrayendo la materia prima del capitalismo de plataformas. El americanismo de esta era de la Inteligencia Artificial es la colonización de la información personal: de Nike y Coca Cola a Cambridge Analytica. Una hegemonía cultural que se refuerza, más allá de la pandemia, movilizando a las masas en forma de opinión pública aclamativa que grita al unísono: dame veneno que quiero morir, dame dame veneno. Cosas de la necropolítica. La canción de los Chichos es hoy la banda sonora sentimental de la era del consumo compulsivo, donde la sonrisa de Amazon se torna mueca satírica siempre dispuesta a satisfacernos para cuadrar la cuenta de resultados, con un incremento de un 22% solo en España. Y sigue la fiesta, contrariamente a lo que proclamaran los de la ardilla. El resultado: un medio ambiente tóxico y contaminado.

El ecosistema informativo patológico es especialmente dañino para los más jóvenes. Incluso la cultura pop ha mutado en una suerte de estética de la afirmación pansexual. Una operación cosmética de consumo rápido, por no decir marketing basura, que ha llegado al extremo de la ludopatía universal. La cuestión es que en la era del principio prohibido prohibir cómo procuramos una mediación rehabilitadora y sostenible visto el cuadro analítico que tenemos. No parece que en Bruselas este asunto esté en la agenda prioritaria de actuación, ni entre las fuerzas transformadoras de nuestro espacio político. Supongo que nunca leyeron los Escritos Corsarios de Pasolini o que no toman en serio los ejercicios filológicos de Gramsci, pese a todas las evidencias: Spotifyer, instragramer, influencer, satisfayer, youtubers, , . . . . . . eeerrrrrrrrrrrrrrrr. Demasiada expresión gutural y colonialismo naturalizado sin respuesta. No hay cuerpo que lo aguante ni inteligencia que lo acepte con resignación. Hora pues de confrontar a ER CAPITAL. Tiempo de poner en su sitio a los tontopollas que proliferan en esta modernidad cosmopaleta que nos domina, empezando por los conversos de Silicon Valley y continuando con los gacetilleros a sueldo que replican las proclamas de los GAFAM cual cipayos reconvertidos a vendedores de crecepelo digitales, que de todo hay en esta feria banal del mercado tecnofeudalista que nos quiere vender Trump. ¿Cambiamos de pantalla?

Por una marea blanca y verde: Por Andalucía, una confluencia andalucista y de izquierdas

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El horizonte político de la geopolítica internacional y la guerra económica y comercial de Estados Unidos afecta sobremanera los intereses de nuestro sector primario y la actividad sostenida con esfuerzo por los pequeños y medianos agricultores andaluces. El nuevo escenario de recomposición de las relaciones políticas y económicas sitúa a nuestra tierra en una posición de mayor dependencia y vulnerabilidad, al tiempo que la agenda conservadora de restauración neoliberal de la derecha extrema y los partidos ultras despliegan una política de privatización de sectores básicos para la ciudadanía como la sanidad, la educación o el resto de los servicios públicos. La movilización masiva del pueblo andaluz recuerda la lucha del pueblo andaluz por la autonomía. Las manifestaciones multitudinarias muestran una composición transversal, unitaria y antagonista que deben ser articuladas políticamente. La unidad popular no es solo una de las proclamas expresadas por el pueblo andaluz. En el trasfondo y en el espacio político de la izquierda andaluza que supone Por Andalucía, está la exigencia de mayor autonomía estratégica, de recuperación de derechos fundamentales articulando un frente político unitario que cambie la matriz productiva y reformule la tradicional dependencia y subalternidad de Andalucía en la división internacional del trabajo que ha marcado históricamente el proceso intensivo de globalización.

La construcción de plataformas unitarias y transversales responde a una concepción social, muy difundida, del conjunto de los sectores sociales progresistas y populares, sobre la necesidad de articular espacios amplios de defensa de lo colectivo, en un contexto de fuerte ofensiva reaccionaria neoliberal. A nadie se le escapa que Pedro Sánchez y especialmente el PSOE, a pesar de los avances conseguidos por el gobierno de coalición, está evitando profundizar en las transformaciones económicas y sociales requeridas para avanzar en la conquista de derechos y consolidar los ya conquistados que están siendo cuestionados. La vivienda se encuentra en proceso de mercantilización en una economía cada vez más rentista y turistificada.

El avance de las universidades privadas, la desaparición de aulas en las escuelas públicas, el deterioro de los centros públicos de FP y la degradación de la sanidad pública andaluza profundiza la desigualdad histórica sufrida por las clases populares andaluzas. Sin una buena educación será difícil para mucha gente conseguir un empleo digno. Además, la carencia de una vivienda propia o de un alquiler asequible hace que se degraden las condiciones de vida de las andaluzas y los andaluces. Así mismo, la destrucción de nuestra sanidad hace más vulnerables nuestras vidas, tanto o más que nuestro sector primario y la estructura económica extractivista, intensiva y dependiente.

En este escenario político, es hora de retomar el espíritu del 4D, una marea blanca y verde de convocatoria por Andalucía que confronte en el plano internacional los retos estratégicos de la economía desde nuestra tradicional posición periférica en el Sur de Europa y, en clave nacional, confrontar el programa de restauración conservadora de PP y Vox y los poderes económicos que no solo repiten la historia como un mantra, sino que replican en nuestra tierra un sistema político clientelar en favor de la oligarquía y el caciquismo, ahora al servicio del tecnofeudalismo y el capital financiero especulativo. Nos encontramos, por todo lo expuesto, ante un contexto peligroso donde un nuevo gobierno reaccionario puede llevar a cabo derivas autoritarias desde los aparatos policiales, judiciales y mediáticos contra las izquierdas, los sindicatos, el feminismo y las personas migrantes.

Además de todo esto, estamos en un contexto belicista, donde una parte del establishment europeo (el Partido Popular europeo y los partidos de la internacional socialista) está escalando en un proyecto de rearme militar de Europa que profundiza nuestra subalternidad respecto a los intereses imperialistas norteamericanos, que implicará un recorte de derechos y libertades hacia las posiciones críticas con la guerra imperialista, que llevará a cabo la reducción del gasto en servicios públicos para derivarlo a la industria militar norteamericana y que encarecerá los precios de los alimentos y los servicios básicos, como consecuencia de la inestabilidad económica y de la inflación derivadas de todo contexto bélico. Pero además nuestra Andalucía está situada en un terreno geográfico estratégico como es el estrecho de Gibraltar, minada además por bases militares como son Rota, Morón, por colonias de enclave como es Gibraltar y con más de veinte instalaciones militares del ejército español. Esto hace de Andalucía un territorio especialmente vulnerable a la política imperialista americana socavando nuestra cultura de paz, nuestro ethos barroco, la forma tradicional de hibridación y hermanamiento con las culturas del Mediterráneo.

La sociedad andaluza, por historia y cultura, por identidad, ha mantenido estrechos vínculos económicos y culturales con los países del sur global, en especial del Norte de África y de América Latina. Pero ello no se ha traducido en un proyecto político de proyección y solidaridad internacional. En los nuevos tiempos de transformación de la geopolítica mundial, del sistema-mundo es hora de repensar Andalucía como vanguardia de una nueva política y proyecto de progreso. Es hora de que el conjunto de las organizaciones políticas de la izquierda andaluza establezca una agenda y un proyecto político común para cambiar nuestras vidas, para construir una alternativa de futuro basado en la cultura de paz, en las señas de identidad andalucistas, en la memoria de las luchas y frentes culturales que ha liderado el pueblo andaluz. Ha llegado el momento de “andalucizar” la izquierda y conformar un polo unitario de construcción colectiva de un nuevo tiempo y representación política de Andalucía a nivel autonómico y estatal. El andalucismo, en otras palabras, debe ser un eje articulador central que dé contenido a la marea verde de la educación, la blanca de paz y defensa de la sanidad, y morada con la vindicación de la lucha del movimiento feminista, junto a la histórica composición del movimiento obrero que ha marcado las señas de identidad de las principales fuerzas de la izquierda real andaluza.

La lucha por la democracia, los derechos y la soberanía no puede librarlo solo un partido, ni solo una organización social o sindical. La situación requiere de la construcción de una gran confluencia de izquierdas, que en el marco de un estado federal, tenga una clara orientación andaluza, territorial, democrática y desde abajo, que se enfrente a los grandes retos que ahora mismo están enfrentando las clases populares y trabajadoras en Andalucía: el acceso a la vivienda, la sanidad y la educación pública, así como poner freno a la escalada bélica. No se trata únicamente de un proceso de tacticismo electoral, sino de la formación de una marea de mareas, una confluencia de movimientos, partidos y organizaciones hacia un bloque andaluz y popular.

Hacemos un llamamiento a las fuerzas políticas progresistas, a militantes, activistas, sindicatos y organizaciones de la sociedad civil para conformar este proyecto común de alternativa política para nuestra tierra priorizando no solo la coalición política, sino la conformación de un proyecto unitario de largo aliento que trabaje por emancipar nuestra tierra y definir un horizonte de futuro según el principio de esperanza.

Es hora de constituir un frente amplio andaluz: POR ANDALUCÍA, POR LOS PUEBLOS EUROPEOS, POR LA HUMANIDAD.

Javier GARCIA FERNÁNDEZ. Historiador. Espacio República Andalucía

José Antonio JIMÉNEZ. Portavoz de Iniciativa del Pueblo Andaluz.

Francisco SIERRA CABALLERO. Diputado por Sevilla. Congreso de los Diputados.

Universidad y autonomía

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El conocimiento ni se compra ni se vende. Toda forma de aprendizaje exige una mediación abierta, y el dominio público de socialización de los saberes, de la ciencia y la tecnología. Por ello, el derecho constitucional a la educación presupone tanto la garantía de acceso universal como la calidad del servicio público, condición esencial para la formación de la ciudadanía y, menos común cabe observar en el actual debate sobre la privatización de la universidad, necesario también para el desarrollo económico y social.

En congruencia con tales principios, son imprescindibles políticas públicas activas que contribuyan a reforzar la red de universidades públicas en todo el territorio desde el punto de vista de su organización y financiación sostenible. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de países de la UE, en España, a lo largo de las dos últimas décadas, se ha experimentado un crecimiento desmesurado de las universidades privadas sin un crecimiento de población o la demanda real efectiva, dando lugar a un desequilibrio y dinámicas de desarrollo que socavan el principio constitucional de acceso universal a una educación de calidad. La acción de gobiernos autonómicos del PP/Vox y la inacción del Ministerio han derivado en una proliferación de centros comerciales, de institutos técnicos habilitados para la expedición de títulos sin homologar de facto los requerimientos legales que exige la norma.

Como resultado, se observa un alarmante proceso de deterioro del sistema de educación superior que cuestiona el derecho de acceso a la educación de calidad, así como el propio marco normativo vigente. Tal deriva no es una casualidad. Forma parte de un proyecto neoliberal largo tiempo anhelado por el capital desde la gloriosa década de los ochenta.

De la OCDE al Informe Bricall, la banca y las grandes corporaciones han venido desplegando diversas estrategias de presión para minar las dos bases del Estado de bienestar: la sanidad pública y el sistema educativo. La conversión en negocio de la educación formal, primero de la enseñanza obligatoria, y ahora, de forma intensiva, en el ciclo superior, tanto por lo que se refiere a la formación profesional como a los estudios universitarios, viene haciendo realidad, como consecuencia, la imposición de un modelo de acceso selectivo a la educación que socava el principio de igualdad.

Llama la atención que, en el debate mediático, algunos actores defensores de los intereses del Banco Santander o de la propia universidad corporativa expongan a través de sus portavoces y terminales mediáticas la legitimidad de las universidades privadas, la decadencia y desactualización de los centros públicos e, incluso, la prueba del algodón que justifica todo tipo de tropelías, que gran parte del Gobierno se ha formado en universidades privadas, eludiendo, en una artimaña retórica poco digna, abordar por qué proliferan las universidades privadas y por qué han abierto sin informe favorable centros de dudosa cualificación institucional. Igualmente, se ignora en la actual polémica mediática que por décadas las universidades públicas han sufrido una asfixia y falta de transferencia de fondos suficientes para su operatividad en beneficio de las privadas, por una suerte de competencia desleal según la cual la universidad pública debe ser evaluada, atender múltiples exigencias de productividad, cumplir con los controles internos y externos establecidos, y devolver a la sociedad conocimiento, cultura y transferencia de saber social acumulado, sin que los operadores del mercado, los centros de educación superior comerciales, cumplan, por lo general, los requerimientos mínimos que dan rango de universidad a la actividad de formación superior.

Así, con informes desfavorables y saltándose la ley, gracias a la colaboración del PP, en la última década hemos llegado a ver en comunidades como la de Madrid superar a la oferta de plazas públicas, o en Andalucía aprobar campus como UTAMED, autorizados pese a informes en contra de la agencia de calidad que vela por los estándares del sistema. La reciente investigación hecha pública por CCOO detalla que la matrícula de estudiantes en grados y másteres en universidades públicas ha disminuido un 18% desde 1999, lo que se traduce en una pérdida de uno de cada cinco estudiantes en los últimos 25 años, con la consiguiente transferencia a las universidades privadas, especialmente en el ámbito de la educación a distancia, donde la universidad pública solo cuenta con la UNED, en contraste con las seis universidades privadas que tienen esta modalidad.

Así, las matrículas en universidades privadas han crecido un 368% desde 1999, especialmente en programas de máster no presenciales. El número de matrículas en másteres privados creció un 69% desde el curso 2015-2016, con un aumento considerable en los programas a distancia. El Real Decreto 640/2021 que el gobierno presentó como escudo contra las universidades chiringuito se ha mostrado, a todas luces, insuficiente ante tal deslealtad institucional, y la prevalencia del capitalismo de amiguetes que cultiva la derecha en nuestro país sigue abonando una deriva que impugna la propia esencia, la razón de ser, de la Universidad.

El artículo 27 de la Constitución, que exige un sistema público de calidad accesible al servicio del desarrollo del Estado y de las comunidades autónomas, ha quedado en papel mojado por el imperio del ánimo de lucro que discrimina quién aprende y quién no tiene acceso a la formación superior en función de la renta o el distrito postal en el que vive. Mientras, los tertulianos y gacetilleros de ocasión niegan lo fundamental en el actual debate: el proyecto restaurador y clasista del pogromo neoliberal que tiene por objeto, como con las pensiones y la sanidad pública, la captura por el capital financiero de un derecho fundamental para la democracia con el fin de garantizar el proceso de acumulación por desposesión. Siguen para ello el guión trazado por Wall Street, y llegan incluso a poner como ejemplo las universidades estadounidenses como referencia, ignorando que este sistema es un fallido caso contrafáctico, que hay un endeudamiento desmesurado de las familias en su esfuerzo por ir a las mejores universidades, que la precariedad y el desempleo del profesorado es elevado, y que hay territorios e incluso estados sin universidades públicas en condiciones para una buena formación por la prevalencia de la mercantilización del derecho a la educación.

Tampoco nos cuentan que aquellos países que adoptaron ese modelo, Chile, por ejemplo, terminaron en un estadillo social por la ruina heredada de padres a hijos en el acceso a la universidad, sin garantía alguna de un empleo suficientemente remunerado para cubrir la deuda familiar. Así que habría que advertir a la ciudadanía de que el reto que tiene España por delante no es el de los rankings y otros indicadores importados de países donde prima el negocio vulnerando derechos. La disyuntiva, hoy por hoy, es asumir el modelo Trump/Pinochet de segregación clasista y disfuncional o persistir en el modelo continental de la formación humboltiana o francesa, reforzando nuestro sistema público con recursos y políticas consistentes. En juego está la democracia y el desarrollo del Estado, el principio de autonomía ahora que tanto se habla en la UE de independencia y soberanía estratégica.

De no actuar los poderes públicos, asistiremos al lamentable espectáculo de la compra y venta de universidades por fondos de inversiones como BlackRock especulando con el futuro de las nuevas generaciones, cuando lo especulativo debiera ceñirse a la noble tarea de pensar libremente, de contribuir al progreso general del conocimiento, de instruir, formar y divulgar el saber social acumulado para todos. Ya no vale la promesa de que se revisarán y endurecerán los criterios de creación de nuevas universidades. No queremos una educación superior en venta. Pues sabemos que el conocimiento es un bien común, no un privilegio, y como tal han de velar por ello tanto el Gobierno central como las autoridades autonómicas. No como hasta ahora, que el gasto en educación superior en España está un 20,7% por debajo de la media de la OCDE. La Conferencia de Rectores viene advirtiendo de esta anomalía hace décadas sin respuesta alguna.

Es tiempo, pues, de tomar la iniciativa y adoptar medidas que atajen radicalmente un problema estructural, tal y como hemos formulado como grupo parlamentario en la Comisión de Ciencia y Universidades en favor de una moratoria en la creación de universidades privadas, con la correspondiente modificación legislativa para exigir el carácter vinculante del informe preceptivo de la Conferencia General de Política Universitaria y un mayor control de la ANECA sobre las instituciones privadas de educación superior, tratando al mismo tiempo de avanzar en la planificación democrática de la enseñanza universitaria con un mapa estatal de titulaciones, necesidades y desequilibrios de la oferta formativa a fin de acometer aquellas carencias que el sistema público tiene hoy por hoy, dado que hemos de garantizar el derecho universal a la educación pública y gratuita. En otras palabras, ni gente sin plazas ni plazas sin gente.

La universidad en España requiere políticas congruentes que avancen en la internacionalización y la democratización del conocimiento. Y la opinión pública un mayor esfuerzo de reflexividad y de documentación sobre las falencias y límites de la actual política universitaria. En suma, menos ruido y algarabía y mayor criterio. Cuando derechos fundamentales se vulneran injustificadamente por hacer caja, no hablemos de democracia ni de la Constitución. La anatomía política de este trampantojo es evidente. Y el común de la ciudadanía empieza a constatarlo. Universidad rima con Autonomía, la del sujeto universal de la educación y la de la propia institucionalidad del sistema público. Lo contrario a ello, la legitimación del reino de la mercancía, es pura farfolla.

Mileistas

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Hoy que vivimos rodeados de medios zombis que disimulan que nada acontece mientras discurre el colapso del sistema y se acumulan los cadáveres, en una suerte de remake de la matanza de Tejas en forma de genocidio en Gaza santificado por los cuatreros de la internacional televangelista, la lectura de Monstruos del mercado, de David McNally, se torna del todo pertinente. No sólo aporta claves para entender este capitalismo vampírico de la globalización neoliberal y tecnofeudalista que, con sus excrecencias y figuras terroríficas, nos consume y devora sin mediación posible. Aporta además una cartografía para deconstruir la anatomía política del mielismo o la barbarie de la espectralidad fantasmática de lo monstruoso, y no porque Milei sea, como se dice coloquialmente, un fantasma, más bien un personaje del Mago de Oz, sino porque su política de terror, con motosierra de Viernes 13, es en realidad, como designa la palabra, una advertencia de la aporofobia y la criminalización de la protesta que Bauman ya describió como lógica consustancial al neoliberalismo y que, añadiríamos nosotros, marca el origen de la modernidad capitalista. Estos días de descanso con la familia en Argentina hemos corroborado estas tesis sobre el horror, la política del miedo y la proyección espectral de los herederos de Reagan, viendo cómo se reprimía duramente a los pensionistas al tiempo que se calificaba a los diputados del Congreso de degenerados por aprobar medidas de subida de las prestaciones jubilatorias. La teatralización de Milei no es casual, como las escenas altisonantes de Vox y el PP en el Congreso. Son siempre escenificaciones perversas de la política de lo peor. Una representación de la disciplina de clases, de la guerra contra los pobres, de la estética punitiva, de la dominación como norma.

En este marco cabe comprender la matriz primigenia del discurso de la monstruosidad como la forma secular de la creación de un marco naturalizado de dominación de unas relaciones sociales degeneradas, codificando, por una suerte de inversión semiótica, todo derecho de la mayoría como corrupción, como una cosa deforme y siniestra. Lo más sorprendente es la fascinación, de fascio, que esta lógica discursiva tiene en la mayoría, no tanto por su dimensión nacional-popular de lo tragicómico-grotesco como la efectiva proyección abismal de lo terrorífico. Es la forma de mediar, en el lenguaje y los medios, las tensiones del capitalismo tecnofeudal contra la plebe, la morralla, el perral, los bárbaros o la manada, sea esta MENAS o los okupas. La misma racionalidad perturbadora tiene el discurso de Trump en campaña sobre migrantes que comen mascotas apelando a un difuso espíritu maligno, un espectro informe, bestial y amenazador, una turba caníbal que proyecta la potencial y fantasmática ola destructiva de la turba inmunda. Más allá de la disonancia cognitiva y el evidente desplazamiento sistemático de la realidad por la retórica de góticos relatos, ambos actores políticos, y en general la ultraderecha voxiferante, recuperan la voz de Burke y su discurso contrarrevolucionario, de clara violencia simbólica, contra las clases subalternas para ocultar el pogromo del capital financiero con sombras funestas. Soterrado persiste una economía política de la explotación intensiva sin contención, precapitalista, tecnofeudal diríase, que recupera tropos del desmembramiento y la anatomía política del cuerpo con formas autoritarias de disciplinamiento. Ahora, no todo es relato. Para que estos discursos resulten efectivos siempre es preciso, bien lo saben los Mileistas, el liberticidio. No hay proceso de restauración conservadora sin teratología informativa. En los últimos meses, Milei (no hablamos de España para no cansar) ha desplegado una batería de medidas para acallar voces. Una de ellas ha sido la intervención de la Defensoría del Público, una institución creada por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. La medida en contra de los derechos de la ciudadanía y las libertades públicas con procedimientos irregulares y al margen del marco normativo y del propio espíritu de la ley que regula la creación y funcionamiento de toda institución de dominio público ilustra bien lo que representa un claro retroceso democrático y una anomalía desde el punto de vista del derecho. La anatomía política del despotismo y la excrecencia de lo monstruoso en el discurso de lo degenerado a lo Milei no admite anomalía democrática alguna, por definición esto, paradoja doble del bucle recursivo, es propio de castas y bestias insaciables. De ahí el estado de excepción como norma. Suspensión del derecho, supresión de instituciones garantistas, vulneración del principio de autonomía institucional, intervención arbitraria de organismos fiscalizadores y, para reforzar el bucle despótico, una estrategia de amedrentamiento de las organizaciones gremiales, académicas y culturales de la sociedad civil del sistema nacional de comunicación.

De paso el presidente de Argentina, por decir algo, ha aprobado una norma restrictiva de acceso a la información pública de la Casa Rosada, vulnerando el principio de transparencia. Pues de ello se trata, no hay novela gótica de terror sin penumbra que enrarezca y oscurezca el escenario. En la cultura del oculocentrismo contra la ilustración, esta poética del horror y del cerco informativo, junto al discurso del odio patológico, forma parte de la guerra de clases, que además de nublar el juicio e inhabilitar toda posibilidad de conocimiento, proyecta sobre el otro formas abyectas de dominación, de confusión de lo público en manos de lo privado, de privatización de la opinión pública por la dinámica de la separación del desquiciado proceso de fractura del cuerpo político, siguiendo con las metáforas de la anatomía. Toca pues producir una suerte de Scary Movie, reírnos de la retórica terrorista como una mala película de serie B, apenas una mala pesadilla, sobre la que podremos recordar y resistir, abonar la alegría del inframundo, mostrando los cuerpos de lo que el orden de Milei considera deforme y degenerado, proyectar públicamente, en fin, la ética del sufrimiento con canto sin cuentos fúnebres. La ironía y el humor son, ciertamente, el más poderoso dispositivo, junto al amor, para una pedagogía de la esperanza. Así que frente a Milei, más Gila o Capusotto, que no somos gilipollas, ni pelotudos, y cuando nos hinchan las bolas, salimos a la calle de carnaval, con batucadas, para hacer vibrar, con otra forma de temblor, los tambores de guerra anunciando que estamos locas del coño y vamos a por ellos, la verdadera casta, para que el miedo cambie de bando. En el cementerio de lo real, de las luces y sombras conocemos bien todo tipo de deformaciones e inversiones semióticas, sabemos cómo son las cosas, y ya no nos da miedo cantar ni contar lo que duele.

Ciclo de conferencias “¿Fin de la Década Ganada?: Retos y Perspectivas ante el Retorno del Neoliberalismo en el Siglo XXI” organizado por el Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN) y el Centro Estratégico Latinoamericano para la Geopolítica (CELAG).