El diputado de Sumar Francisco Sierra se casa en la caseta ‘La Pecera’ de la Feria de Abril de Sevilla

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El diputado de Sumar por la circunscripción de Sevilla Francisco Sierra se ha casado este Sábado de Pescaíto en la caseta ‘La Pecera’ del Partido Comunista con su novia, la catedrática de Comunicación Política, Daniela Inés Monje Medina. La sorprendente boda, por su ubicación -en plena Feria de Abril de Sevilla-, por el momento -el día del Alumbrado- y por el ‘dress code’ -de inspiración feriante-, ha causado cierta expectación entre los que se encontraban en el recinto terminando de preparar las casetas..

Los novios han llegado al real en torno a las 12 del mediodía y han accedido por la calle Pascual Márquez, donde se encuentra ‘La Pecera’, cerrada en esta ocasión con motivo del particular enlace. La novia pisó el albero acompañada del también catedrático de Teoría de la Comunicación y ex decano de la facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla vestida de flamenca, con un traje de volantes de color rojo y un mantón de Manila. Sierra, por su parte, ha vestido un traje de chaqueta cruzada con corbata a juego con el traje de la novia.

La ceremonia comenzaba pasadas las 12 del mediodía y estaba previsto que se prolongara hasta las siete de la tarde, hora en la que debían de desalojar la caseta para prepararla para la cena del Pescaíto. En la invitación que se remitió semanas antes a los participantes en la boda se especificaba que debían asistir «con un atuendo elegante y feriante».

Al enlace han acudido políticos de Izquierda Unida y Sumar como Antonio Maíllo, Toni Valero o Amanda Meyer, así como José Antonio Jiménez, de Iniciativa del Pueblo Andaluz, entre otros.

Sumar pregunta al Gobierno si se limitará la externalización en RTVE, tras aplazarse el fichaje de ‘La Resistencia’

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Sumar ha preguntado al Gobierno las medidas que prevé para limitar la externalización de la producción audiovisual en la corporación RTVE, en medio del revuelo tras posponer otra vez su Consejo de Administración la decisión sobre la posible incorporación del programa ‘La Resistiencia’ que dirige David Broncano.

Así lo han trasladado los diputados del grupo plurinacional Francisco Sierra y Enrique Santiago (portavoz parlamentario de IU) mediante una batería de preguntas parlamentarias regiastradas este jueves en el Congreso.

Los dos parlamentarios aluden a que durante estos días ha transcedido el debate en el seno del Consejo de Administración de RTVE sobre los modelos adecuados en su seno para la contratación de programas, ante la práctica «generalizada» de externalización y subcontratación de servicios en la televisión pública con productoras privadas.

Así, tanto Sierra como Santiago exponen que ello se sucede a pesar de que RTVE cuanta con platós, equipos técnicos de última generación y una «extensa plantilla» de empleados con altas cualificaciones, que «perfectamente pueden realizar tareas» que en el modelo de externalización realizan trabajadores de «empresas privadas con peores condiciones laborales».

Aprovechando la reunión del Consejo de Administración de RTVE de este jueves, los dos diputados de Sumar aluden a que entre los puntos a tratar de encuentra un «nuevo modelo de contrato en coproducción de programas de TVE».

POTENCIAR LOS MEDIOS PROPIOS PARA REDUCIR EL GASTO PÚBLICO

En este sentido, explican que versa sobre un sistema que establezca la utilización de equipos técnicos y empleados del ente público, incluso en los casos en los que se contrate con una productora privada.

El objetivo radica, según relatan, en reducir así la actuación y facturación de empresas externas al «mínimo imprescindible incluso cuando sea exigencia de estrellas televisivas».

A su vez, señalan que este tipo de contratos con empresas externas no debe superar el año de duración como máximo, sujetos a posterior renovación en base a medición de audiencias para garantizar un gasto «justificado por la calidad del producto».

«Creemos que este tipo de medidas tendentes a incrementar la producción propia de RTVE, o en todo caso la corproducción para reducir el alcance de la externalización o subcontratación de servicios audiovisuales, así como la propia limitación de contratos con productoras externas y el condicionamiento de su renovación a resultados de audiencia redunda en la reducción de los precios adquiridos y contratos por RTVE, lo que reduce el gasto público y garantiza el empleo de los profesionales de RTVE», argumentan ambos diputados.

Por tanto, requieren al Ejecutivo que esclarezca qué tipo de medidas prevé tomar para reducir la extrernacionalización en RTVE, así como las actuaciones de apoyo para que el ente público profundice en priorizar sus recursos técnicos y humanos para reducir el gasto de contratos con productoras externas.

Soberanía digital

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Decía Neil Postman que los medios son metáforas de la cultura, y el bueno de Mark Zuckerberg lo confirma: su META, la fantasía virtual de la era robótica, es una propuesta de episteme para determinar el espíritu de nuestro tiempo, un tiempo pensado sin narrativa ni horizonte político posible salvo el del consumo compulsivo de la pantalla total. El metaverso es la negación de la poesía, es la narrativa 3D del capital, un espacio tóxico contra la democracia y la autonomía que debiera ser objeto de disputa, pero la soberanía digital no está en la agenda estratégica de Bruselas. Hay quien afirma, y no le falta razón, que el encuentro o cumbre de Versalles no solo es un avance, tardío e improbable, hacia la unidad e integración política del espacio común, sino quizás el canto del cisne de la propia existencia de la UE, que hace pocos años, tras el colapso de la pandemia, renunció a la ventana de oportunidad de acometer radicalmente lo evidenciado por el covid: la dependencia tecnológica. Como en la crisis financiera de 2008, la voluntad de refundar el modelo de desarrollo científico-técnico de la UE fue apenas un tímido escorzo difundido para unos cuantos titulares de la prensa y poco más. Y ello a pesar de la evidencia de lo inapropiado de la política de no intervención en el sector constatada con la crisis sociosanitaria. La falta de voluntad política y la posición subalterna de la Comisión Europea respecto al lobby Silicon Valley abonaron la nula imaginación creativa de los responsables de Bruselas en la materia, aun contando con ejemplos de buenas prácticas próximos y conocidos. Analizar y aprender no son divisas comunes en el espacio de libre comercio.

Occidente sigue con la asignatura pendiente de aprender de los cambios del gigante asiático a la vanguardia tecnológica en la larga transición de chinatown a chinatech, más allá del cambio del eje Atlántico al Pacífico El objetivo chino de liderar en 2030 la innovación en IA es ya un hecho, por planificación política y la eficiencia del gobierno de Pekín. Xi Jiping invertirá además casi un billón y medio en sectores estratégicos de la revolución digital. La cultura tecnológica desplegada en el país está siendo ampliada a velocidad de crucero con más de 800 millones de usuarios de smartphones y empresas líderes de referencia como Tencent, Alibaba o Huawei a la cabeza del cambio tecnológico. Y qué hablar de la ciberseguridad. Con Bairang, Dahua, Transinfo y Hikvision, China demuestra no ya ser la potencia emergente que ha de marcar el curso de la historia este siglo, sino además con ello se constata que es capaz de proyectar un modelo alternativo de gobernanza tecnológica. Tiene ciertamente el problema de la amenaza de guerra comercial de EE. UU. y la fuga de cerebros, además de la escasez de semiconductores en manos de los aliados de Washington, empezando por el gobierno de Milei en Argentina. Este poder y el de la arquitectura de la infraestructura son todavía determinantes para el proceso de transición digital y exige de nuestra parte una crítica actualizada del imperialismo cultural ahora que sabemos o más bien que hemos observado que existe una geopolítica de los cables submarinos que nos conectan. Conviene por lo mismo empezar a explorar las infraestructuras y procesos de organización subterráneas que nos limitan y condicionan los accesos para empezar a entender que ni somos tan libres ni Internet es autónomo y que el futuro de nuestra vida depende del modelo de implantación de la economía de silicio. Un proceso que está acelerando la modernización y automatización de la producción, reestructurando los modelos de mediación social y alterando radicalmente la experiencia vicaria de todos, en una suerte de cóctel explosivo que puede hacer implosionar toda forma de reproducción mientras asistimos impasible a la imposición de la ciencia de las redes pensando como mucho en la estética de las pantallas y las máquinas de sincronización cuando es vital disputar el sentido de la autonomía y más allá aún las ecologías de vida. Los desechos tecnológicos, de lo que nos acordamos no como ruina sino cuando en situaciones críticas como la ausencia de chips electrónicos apunta la necesidad de cuestionar la obsolescencia planificada y las dificultades de acoplamiento y de ensamblaje que la empresa-red y la política META/FISICA de los dueños de la psicoesfera nos abocan a definir, son un síntoma de la encrucijada histórica en la que nos encontramos, cuya lógica de innovación ni tiene fin, al menos social, o meta pertinente, ni permite la supervivencia de la propia especie, físicamente. Esta es la disputa y la cuestión a debatir: de la escuela a la vida, del trabajo a la cultura, y de la sociedad al gobierno de la polis, si aspiramos a que la telépolis tenga encaje futuro, ensamblando la sociedad real con la formal o figurada.

Sumar prepara una ley de atención interministerial a barrios vulnerables

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El grupo parlamentario de Sumar está preparando una proposición de ley de atención integral a barrios vulnerables, que exigiría, de ser aprobada, una cooperación entre distintos ministerios para abordar la problemática desde sus diferentes variantes y perspectivas.

Fuentes de Sumar explicaron a Servimedia que el eje de la pobreza ha sido uno de los que la reunión del grupo parlamentario esta semana debatió incluir como prioritarios de su actividad legislativa, en su intento declarado de lanzar propuestas para no dejarse envolver en el cruce constante de acusaciones entre el PP y el PSOE.

En este tema concreto, quienes están llevando la iniciativa son los diputados andaluces de Sumar, dado que 10 de los 15 barrios catalogados como vulnerables en España pertenecen a dicha comunidad autónoma. Uno de ellos, el electo por Sevilla, Francisco Sierra, explicó a esta agencia que, durante la campaña de las elecciones generales, se comprometió ante sus convecinos a que su primera iniciativa parlamentaria sería ésta.

En noviembre ya se presentó y la Mesa del Congreso calificó una proposición no de ley, que el grupo parlamentario hará debatir cuando disponga de cupo para ello. Pero Sumar ya está diseñando una iniciativa con valor legislativo y sus diputados andaluces iniciaron en enero y febrero en Sevilla y Córdoba sus visitas a estos barrios para recabar sus demandas. Granada y Almería serán sus próximos destinos.

«CONSTITUCIONALISMO COLABORATIVO»

Sierra justificó que se trata de aplicar lo que dio en llamar “constitucionalismo colaborativo”, elaborando las normas “de abajo arriba” y subrayó que confía en haber terminado las visitas a barrios en junio, registrar la proposición de ley antes del verano y tenerla elevada al Pleno del Congreso para su debate y votación antes de fin de año.

Se trataría de que en un solo texto se incluyan medidas de educación, sanidad, rehabilitación de viviendas, garantía del suministro energético, infraestructura urbana, empleo, ayuda sociales y seguridad, para acometer la problemática de los barrios pobres como una “política de Estado” con la cooperación de varios ministerios, en lugar de abordar cada parcela sectorialmente y por separado.

El diputado por Sevilla puntualizó que “se habla mucho de la España vaciada pero poco de los barrios” y así quiso abanderar un “barrionalismo”, como paráfrasis de nacionalismo y enfoque novedoso e integral de esta problemática. Admitió, eso sí, que luego habrá que dar a este objetivo un encaje jurídico, respetando las competencias de las comunidades autónomas y los ayuntamientos.

Para Sierra, Sumar debe distinguirse de otros grupos parlamentarios por iniciativas como ésta, que abordaría uno de los objetivos incluidos en la Agenda 2030, cuya implementación recae en las competencias del Ministerio de Derechos Sociales y Consumo, uno de los cinco que correspondieron a la formación de Yolanda Díaz en el reparto de áreas de gobierno y que lidera Pablo Bustinduy.

La Cofradía de Los Cipotones

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El maestro Antonio López Hidalgo siempre emulaba y rememoró en vida a Pepe Guzmán. Hoy me toca homenajear a mi amigo y maestro del Periodismo tomando prestada su expresión, habitual en él, para hablar de la proliferación en España de una especie protegida por el poder y la fortuna, la suerte de los imbéciles, o cucañistas de todo lo público y ajeno, que podrían ser distinguidos, básicamente, como «cipotones».

Quién sabe cómo traducir e identificar lo que ello significa, pero es ver en televisión a Antonio Naranjo y venirme a la mente la palabra. Están los topónimos y los tontos de capirote –o cipotones– que desfilan por doquier formando una amplia cofradía contra la razón. Una nueva especie que, como decía un meme en la red, es tan invasiva y trepadora en nuestro país que uno puede ir saltando sin tocar el suelo de Sevilla a Bilbao, de cipotón en cipotón, de gueon a pendejo, de abrazafarolas a boludo, de tontopollas a voxeros por doquier. Y sin parar.

La nueva internacional de la indigencia intelectual y la memez ha alcanzado a todos los sectores, estratos y actividades. Es lo más transversal que une a España: la gilipollez. Quizás por ello abunda en nuestra lengua tanto descalificativo. No les cuento de la universidad porque tendría que empezar por mi Facultad y continuar con asociaciones científicas y académicas, además de hablar de la RAE y Pérez-Reverte, bajo palio.

No terminaríamos esta columna poniendo ejemplos de lo común o, lo que es peor, el lector podría empezar a entrar en pánico o abonarse a la desesperanza y nosotros, con todo, somos de otra internacional: la de la pedagogía democrática, radicalmente gramscianos, partidarios, en fin, del principio esperanza.

Así que, siendo conscientes de esta lógica tontiloca de la cultura dominante, es hora de asumir algunas normas debidas de salud pública contra la fachosfera digital, por empezar por un frente cultural de obligada preocupación y alerta social en el actual contexto histórico.

Una ley universal de la comunicación dicta que «información da lugar a información». Retuitear, comentar, criticar o cualesquier otra acción fuera con las ocurrencias, por ser elegante, de Díaz Ayuso y la avanzadilla neofascista de los tertulianos de turno no hace otra cosa que amplificar el efecto boomerang.

No somos partidarios de la desconexión, pero un ejercicio sano diario es no abundar, difundir o combatir en terreno adverso, es decir, las redes colaboracionistas del golpismo mediático, el discurso de ilotas o esclavos que se propaga por la cultura de la nadería.

Tenemos por delante, además, cultivar la cultura del encuentro. No hay comunicación más rica y enraizada que la de proximidad, cara a cara, en grupo y público, en asamblea o bares, en plazas públicas o foros ciudadanos. Recuperar el dominio público pasa, en otras palabras, por apropiarnos del tiempo capturado por las pantallas y las corporaciones de Silicon Valley; no dejar nuestra interacción en manos de la mafia de las big tech para reconocernos cara a cara, en cuerpo y presencia, mano a mano, cordialmente, cultivando la política de la fraternidad. Ganaremos, de este modo, en calidad de vida y en calidad democrática.

Finalmente, y hablando del espíritu de nuestro tiempo, convendría, en instituciones y en la sociedad civil –de la Universidad a la familia; del Congreso de Diputados a los partidos; del campo a la ciudad– extender la cultura de la lentitud, desacelerar, en suma, el turbocapitalismo; abrir tiempos de reflexión y mancomunidad para ser y pensar, para promover una lógica de los sentipensamientos de una modernidad –otra– ante el despliegue del ecocidio y la explotación intensiva, en el espacio pero, sobre todo, en el tiempo que el capitalismo inhabitable nos impone.

En Andalucía, herederos del ethos barroco, hace tiempo inmemorial sabemos que el futuro de la humanidad pasa por desplazarnos de la modernidad realista, del Norte, a la cultura festiva y feriante del Sur y de los de abajo.

Construir una modernidad sensible con un cronotopo acorde con la naturaleza y la vida que late y sobrevive a los desmanes de la barbarie capital es imprescindible y debe ser prioridad en la izquierda emancipadora, de todos, querido lector, querida lectora. Y en ese empeño estamos. Esperamos que si alcanzó a leer hasta esta línea, comience desde ya, aquí y ahora, a leer y vivir con otro tempo. La vida, no lo dude, nos va en ello.

El significante vacío

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Del significante, decía Lacan, no hay modo de librarse. De la insignificancia sí, y de las antiguallas, como la monarquía, por descontado. El problema es que la política de nuestro tiempo es barroca, el contenido arcaico y el espectáculo no sabemos si decimonónico, da la sensación que sí, o básicamente feudal. El estilo radical chic que se ha impuesto en el conjunto de actores políticos, la izquierda incluida, favorece hoy una estética de la sinrazón con la muerte de la narrativa y de la propia política del estilo en una suerte de imperio del emoticono. Una cultura en la que lo emocional no tiene moderación, desborda las pasiones y alimenta la controversia sin sentido.

Lo performativo, el tremendismo, la política del exceso o de la tensión impostada son hoy la norma incluso en la cámara legislativa y, les confieso, no resulta nada ejemplar ni aleccionador. Y lo que es peor reduce el tiempo y el espacio para la imaginación creativa o, en un sentido gramsciano, para la pedagogía democrática. Los estudios de Opinión Pública sobre el contagio, en obras como la de Gabriel Tarde, hace tiempo que nos advirtieron sobre los peligros y limitaciones para el diálogo y la convivencia que la mera puesta en escena sin guión tiene para la democracia, al imponer formas de decir y hacer lo público nada productivas, por no decir del todo estériles e insalubres para el medio ambiente social.

La rabia o indignación es, ciertamente, un poderoso movilizador, pero no necesariamente instituyente. Cuando como hoy es fingida, aún desde las tesis populistas, esta dialéctica de enunciar y activar tropos como el oxímoron cohesiona pero no construye, surfea en lo efímero pero no forma opinión ya que, por lo general, esta termina siendo formateada por moderadores de grandes plataformas sin control. Cabría hablar, de hecho, de una suerte de cultura spam que nos bloquea y satura, una palabra hueca proliferante y teledirigida que nos inmoviliza y vacía en la pura forma de la nadería. Por ello es hora de vindicar que es tiempo de menos basura informativa, menos polvo y ruido tóxico, menos spam y más garchar. Una política comunicativa emancipadora empieza, sin duda, por la tolerancia cero con la captura de nuestro tiempo. Es hora de liberar nuestra libido y folgar: Del spam al orgasmo espasmódico. Habrá que vindicar para ello el derecho de desconexión y hacer frente a un consumo medio de consulta del móvil de más de 85 veces al día, lo que incide en conductas disfuncionales, sobre todo en jóvenes, con tasas del 20 % de comportamiento adictivo, por no hablar del síndrome Burnout que sufrimos en este feudalismo hipermediatizado que nos quema y consume nuestro tiempo de combustión básicamente para facilitar la opinión aclamativa, que es otra forma de spam. Asistimos, en fin, a la prevalencia universal de una cultura zombi de multitudes conectadas e insomnes que sostienen el capitalismo con su tiempo y energía vital sin solución de continuidad. Esta, señoras y señores, es la era de los monstruos del mercado, en términos de David McNally, una era poblada de imágenes góticas de la modernidad tardocapitalista en la que nunca como antes fue tan necesario proyectar la dimensión utópica de DEMOGORGON —el pueblo/monstruo— para la movilización y proyección imaginaria. Pero andamos medio perdidos siguiendo a supuestos líderes de opinión que empiezan con el significante vacío y terminan llenando su bolsillo por encima de nuestras posibilidades, cuando justamente más falta hace sacar de cartelera el bonapartismo, Ridley Scott mediante, a fin de cultivar el dominio de intelectuales de la acción a lo Fidel Castro. Esto es, precisamos con urgencia más filosofía de la praxis, más pensamiento situado e inteligencia en contacto, más cuerpo y menos relato, más materialidad y menos licuefacción de las pantallas de circulación del capital financiero en la política y en la cultura, donde prospera la pereza intelectual, el cucañismo y la adulación fingida a todos los niveles. Por fortuna, lo hemos repetido por doquier, en este ciclo de Milei, toda motosierra tiene su motomami y todo tiktokero tiene su contrarréplica en la cultura subalterna, plebeya y tabernaria. Es cuestión de observar y definir, contener en fin la ausencia de contenido de los predicadores de crecepelos y su retórica de las bellas palabras y las ocultas mentiras para empezar a impugnar la cultura mema. En palabras del filósofo sardo, cada colapso trae consigo desorden intelectual y moral. Hay que crear gente sobria, paciente, que no se desespere ante los peores horrores y no se exalte con cada tontería. Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad. Avanti.

Generación Z

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Casi un semestre después de tomar posesión del escaño, y a la luz de la experiencia vicaria de la llamada nueva política en primera persona, es tiempo de escribir a propósito de las culturas y formas de mediación de los nuevos sujetos de este tiempo que gobierna los vientos de cambio. Más que nada porque es preciso comprender y definir otras posiciones de observación. Uno, de hecho, se pregunta a diario para qué pensar, cuál es la función intelectual de intervención en la arena pública. Qué haN de inspirar y proyectar como virtud los pensadores en la era digital. Pareciera que se impone la moda de la transición, con especial virulencia en España, del paso de ideólogos e intelectuales comprometidos a meros influencers. Como práctica teórica, enseñar, escribir, investigar, publicar libros, esta misma columna, resultan actividades cada vez más irrelevantes ante el culto inmediatista, a golpe de post, de la lógica digital. Contra la inteligencia, la era TikTok es un tiempo de estulticia propiciatoria para la quema de libros, o su apilado censor, con la consiguiente caza del intelectual, una especie protegida en peligro de extinción que se ve amenazada por la cultura de la diferencia y la sordera, o dicho con otras palabras, por el imperio de la indiferencia.

Si criticábamos como docentes hace poco tiempo a los millenials que dejaron de aspirar a ser corresponsales de guerra por emular a Ana Rosa Quintana, hoy la Generación Z (pos o proadolescente) que puebla la mayoría de las aulas de las Facultades de Comunicación aspira a ser El Rubius, millonarios sin pago por Hacienda, portavoces de lo banal, usuarios ocurrentes de TikTok, estrellas de consumo rápido, a modo de sucedáneos de Kim Kardashian, con seguidores de la nada o la nadería. Así se extiende y propaga el espíritu de nuestro tiempo marcando el tono a toda una generación de esclavos sin lugar fijo, salvo, domo diría Fusaro, la opción del Homo-Glovo. Y es que a fuerza de postear no tienen postura salvo las costuras del postureo, o la publicidad de lo que aspiran a ser: mercancías, y puro simulacro. Toca no obstante aprender a conocerlos, y no solo criticarlos, si aspiramos a cambiar la historia, y cambiar la vida. Pues todo tiempo, y todo sujeto político no está determinado de antemano. Como advertía E.P. Thompson, las clases subalternas no son, están siendo, y la generación Z crea, por ejemplo, nuevas funciones productivas, como los meMakers, o diseñan subproductos digitales para nuevos mercados emergentes abriendo espacios de esperanza y creatividad inusitados. El humor satírico del siglo XXI y su anonimato forman parte de su código cultural e inauguran a diario escenarios y horizontes por venir potencialmente revolucionarios. El problema es que la economía de la atención captura las energías y la creatividad que atesoran en una celebración imparable de la subsunción total por el capital. La recombinación aquí no es autonomía ni aprendizaje o recuerdo en forma de mímesis, sino chispa de la vida a lo coca cola style. Eso sí, todos están llamados a inscribir su imaginación proyectiva en la memesfera como los muros estaban abiertos en nuestra juventud de los ochenta a actores anónimos como Muelle. Hablamos, en suma, de un cambio cultural y una nueva estructura de sentimiento que hay que pensar para definir la nueva economía moral de la multitud conectada, pero apenas prestamos atención a ello. Esperemos que el Ministerio de Infancia y Juventud, presidido por Sira Rego, cambie esa dominancia. De momento la RTVE, en su vocación de servicio público ha apostado en serio por dar voz y protagonismo a este grupo de población. Programas como GEN PLAYZ ha invertido de forma inteligente en plataformas de mediación para avanzar en el necesario diálogo intergeneracional. Pero la nueva Ley Audiovisual avanza en dirección contraria imponiendo un marco mercantil contrario a los medios públicos. Y no hablemos de Bruselas que so pretexto de la necesaria transparencia y la deseable independencia de los medios de todos protege los intereses de los Berlusconi de turno. Como en México y Estados Unidos, cada reforma en la UE y España, al albur de contribuir al pluralismo interno y a los derechos de la ciudadanía, refuerza la posición dominante del duopolio televisivo cercando el dominio público. Con el desarrollo intensivo de la tecnología, la reproducción de la estructura real de la información y los intereses del IBEX35, el proceso desregulador continúa haciendo posible la manipulación sistemática de la opinión pública. Sin equilibrio, sin garantías democráticas, sin ajustes en los factores y déficits democráticos en materia de comunicación, sin auctoritas en fin, poca cultura audiovisual democrática tendremos. Solo por ello hay que mudar de onda y canales, abrir este ámbito a la deliberación y romper las barreas que separan a la ciudadanía. Ser un poco jóvenes, gamberros y rebeldes. No nos dejan de otra, eso lo tienen claro en la Generación Z.