Pim, pam, pum… RTVE

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En un momento de guerra cultural, de campaña contra el dominio público de las derechas, con una campaña sistemática de deslegitimación y ataque a RTVE, sin precedentes, pensar la relación cultura y política se antoja estratégico. En cuestión está la política cultural, ni más ni menos, pero también el modelo de comunicación y de Estado. El posicionamiento de la Corporación contra la UER abrió un parteaguas que en cierto sentido está operando como  brújula o termómetro del clima de opinión que apunta al necesario cambio de sentido en la orientación institucional de la teledetodos. Mientras, Ayuso juega a la retórica del guerracivilismo desde Telemadrid, y el portavoz de Vox amenaza con entrar en el ente público con lanzallamas. Exabruptos, puede pensar el lector, pero el duopolio televisivo hace meses que ha iniciado una cacería, pim, pam, pum, contra los profesionales de la cadena pública. El dinero manda. Es una cuestión de Economía Política. Pierden audiencias e influencia para definir la agenda pública sobre vivienda o política económica. Por eso cabalgan a lomos del franquismo sociológico al modo Ana Rosa Quintana. Ya advirtió el bueno de Vázquez Montalbán sobre la nociva función de periodistas e intelectuales que interfieren en la esfera pública al servicio de la oligarquía económica. En Panfleto desde el planeta de los simios denunció la operación de descrédito de la razón crítica protagonizada por una beautiful people intelectual, compuesta mayoritariamente por ex jóvenes filósofos y  líderes de opinión que conocían los caminos que llevan a la mesa del señor, según la antigua enseñanza del escriba sentado, a condición, claro está, de alimentar la espiral del disimulo de la corrupción, el rentismo, el capitalismo de amiguetes, la cultura del estraperlo, el telespañolismo, la patrimonialización, el caciquismo y la chabacanería populachera.

Si la verdad nos hace libres, el cultivo de la razón, sin equidistancia, procurando el cultivo de la filosofía de la sospecha, es como nos enseñara Vázquez Montalbán la única forma de defendernos. Pues permite preguntarnos, indagar y pensar del revés el mundo invertido que habitamos. Esta es la clave de la crítica desde la mesura y distancia del pensamiento reflexivo y la cultura de problematización de lo real concreto. Como Gramsci insistía, se trata de hacer inteligible la actualidad y sentar las bases de un liderazgo moral e intelectual liberador para las masas. Este es el nodo en común del decir y hacer otra política del acontecimiento informativo. RTVE lo está haciendo yendo al grano, con malas lenguas que niegan que todo es mentira, dialectizando la actualidad y coyuntura política. Por eso es objeto de una campaña de descrédito. La paradoja es que cuanto más se agudizan los ataques contra la Corporación pública más crece la confianza de la audiencia en la teledetodos. Debe ser, digo yo, porque las gentes se han dado cuenta que ATRESMEDIA y MEDIASET, siempre juegan a despistarnos para esquilmar nuestra cartera y la hacienda pública. Para ellos, abonados a la razón cínica, todo, en efecto, es mentira. Pero otra televisión es posible y hay que avanzar lo más posible en una dirección distinta apostando por la mayor diversidad vertical y horizontal, innovando sobre formatos, ampliar la diversidad de contenidos, más allá de las tertulias, para que nuevos talentos, nuevas voces y estilos culturales distintos, encuentren en la casa común audiovisual su espacio de referencia y reconocimiento.

Un servicio público audiovisual adecuado a estos tiempos de la modernidad líquida debe innovar, arriesgar y apostar por la cultura, ofrecer diversos formatos, no solo el concurso o go talent.

RTVE fue el espacio de La bola de cristal, de Musical Express, de Tocata, un semillero de  creatividad que pervive entre sus profesionales y la industria cultural y que, en lógica congruencia, debiera ser prioridad de la dirección. Como también debieran ser cuidados sectores de población, como los jóvenes o los más mayores, que hoy por hoy no encuentran programas específicos dirigidos a ellos. El concurso público fue una oportunidad perdida para democratizar la gobernanza del Ente, pero en los proyectos presentados por los candidatos a dirigir la más importante empresa audiovisual del Estado hay un cúmulo de ideas y propuestas que cumplirían con las expectativas de la ciudadanía y el sector. No es tiempo de flaquezas o imposturas. En juego está no solo un modelo de radiotelevisión, sino el futuro de la democracia. Probablemente, los de la motosierra persistan en la narrativa de la ideología progre. Conviene pues dejar claros los términos de la disputa cultural en curso. RTVE o barbarie. O información y pluralismo interno o censura modo Milei y Álvarez de Toledo.

Estos días que homenajeamos a Manuel Vázquez Montalbán, con motivo de la edición de sus artículos en Treball y Mundo Obrero, convendría seguir, punto por punto, sus enseñanzas y articular mediaciones productivas frente a la propaganda de los macarras de la moral. La producción social de la realidad en la barricada mediática exige volver al magisterio de quien supo escribir contracorriente, desde la clandestinidad, militando, a lo Rodolfo Walsh, en favor de los que no tienen voz, ni derecho a la paz y la palabra, ejerciendo el periodismo para intervenir y desplegar textos de potencia liberadora, como una suerte de ejercicio virtuoso para la autonomía. No otra cosa es la comunicación, en fin, que la pasión incandescente del funambulista que, en la cuerda floja, arriesga en serio el cuerpo, el corazón y la propia vida:  por lo común.

OTAN no, bases mediáticas fuera

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Andaba yo barruntando estos días de fragor de las batallas, qué hubiera escrito el bueno de Manuel Vázquez Montalbán tras el espectáculo de los líderes europeos en su visita de vasallaje al presidente Trump. Puede que hubiera expuesto una reveladora reflexión metaliteraria para clarificar el género literario de esta degeneración de la derecha extrema comunitaria para saber si esto a lo que nos vienen obligando ver es un esperpento, un astracán o un sainete apto para los telefilms de serie B.

Por lo visto no son solo géneros de representación exclusivos de España. Pero dado que algunos, como el alcalde de Málaga censuran el lema que dio origen a IU, OTAN NO, BASES FUERA, ya que no nos dejan decir lo que hacen, tendremos que recurrir como antaño a la ironía, a escribir entre líneas, o narrar lo que hay en forma de novela policial. Esta es la paradoja de nuestro tiempo, tener que desvelar la trama y seguir el rastro del dinero de tapadillo, para entender la lógica golpista que domina Bruselas y el escuadrismo en acción que amparan las terminales mediáticas que nos invaden.

Y cuando digo nos invaden no es una metáfora cualquiera, ni una imagen. No es verdad que una imagen vale más que mil palabras. La Teoría de la Información demuestra que la cantidad da datos que transmite la rica diversidad semántica del lenguaje es muy superior a cualquier imagen.

Claro que la de la recepción en el despacho oval de los principales líderes europeos es una clara excepción. Expresa la derrota y humillación de la UE como proyecto, entregado a un imperio en crisis y decadencia. Después del lamentable papel de la Comisaria Ursula Von der Layen, suscribiendo el acuerdo arancelario desfavorable para los intereses comunitarios, y comprometiendo el 5% de nuestro PIB dedicado a la compra de armamento, lo que terminará por liquidar el Estado de Bienestar en nuestros países, los líderes de las derechas europeas, la nueva Santa Alianza, representan ahora en vivo y en directo lo que muchos veníamos advirtiendo desde el conflicto de Ucrania: la conversión de la UE en un protectorado o colonia de Estados Unidos.

Para persuadirnos del pogromo ultra del capital financiero especulativo las bases mediáticas de la oligarquía económica alimentan a diario el relato de la amenaza rusa, el peligro del crimen organizado, el supuesto cerco chino, el espionaje de Huawei, por no hablar de la inestabilidad, emergencia y cambio climático que la UE ha terminado liquidando por la agenda restauradora del complejo industrial-militar y el muro de Wall Street.

El arte oratorio uniforme de esta avanzadilla de la restauración conservadora cuentan para ello la ayuda de magnates como Ellon Musk, Peter Thiel, Jeff Bezos y el conjunto de Silicon Valley que hay que recordar que son colaboradores activos y necesarios del genocidio en Gaza y del despliegue militar de la OTAN en conflictos internacionales cual agentes de la NSA. Estos oligarcas portavoces de los fondos buitres y el gran capital están detrás de golpes blandos como el de Brasil, la campaña sucia contra Evo Morales o, más recientemente, el acoso y derribo al chavismo y el presidente Maduro recuperando conceptos conocidos en países como Colombia para justificar lo que, a todas luces, es inaceptable moral y jurídicamente.

El problema es que van ganando la guerra, la de Gaza y la de las mentes y corazones, la guerra cultural, imponiendo ahora en Europa cómo debemos vivir, qué derechos laborales podemos mantener, cuáles han de ser las reglas del comercio e incluso qué política exterior y de cooperación puede desplegar Bruselas en la era de la inteligencia artificial. En definitiva, primero instalaron con la Otan las bases militares, y ahora nos ocupan con bases mediáticas.

Desde 2020, la UE ha observado con preocupación cómo la el lobbismo ha venido socavando nuestras democracias, afectando a la propia unidad comunitaria. Pero contrariamente a toda lógica y congruencia, Bruselas ha puesto el foco en Rusia y plegado sus intereses a los GAFAM, sometiéndose a un imperio en crisis y decadencia cuando hay alternativas, justo cuando la diferencia la marcan China y los BRICS, o el presidente Lula, uno de los pocos dirigentes capaz de afirmar la dignidad soberana del pueblo brasileño y sus intereses frente al tecnofeudalismo fascista de Musk.

De ellos hemos de aprender tres lecciones que convendría asumir como tareas en la UE. Primero, la paz solo puede conseguirse con cooperación no con una escalada de armamento. La multipolaridad y los objetivos compartidos, el materialismo del encuentro, es más seguro que la vía del Pentágono: divida et impera. Y, por último, la no proliferación nuclear, el rechazo a la máquina de guerra del capital, la propia presencia de bases militares en nuestro territorio deben ser cuestionados si queremos conservar nuestra autonomía estratégica y soberanía digital.

Lo contrario es seguir, como estamos viendo, el guión prescrito por las terminales mediáticas de Steve Bannon, que han ido ganando terreno hasta convertir el periodismo en nuestros países en una suerte de franquicia de la empresa matriz Fox News, un sistema amplificado de desinformación dirigido a promover la guerra jurídica y el derecho al revés, construyendo imágenes distorsionadas con el linchamiento mediático y la picota medieval en la esfera pública; la guerra híbrida y el acoso permanente a las fuerzas de progreso con la emergencia de un discurso neofascista que está minando la confianza de la ciudadanía; la violencia verbal sistemática y el negacionismo, polarizando la opinión pública; y, claro está, la criminalización de la protesta y la resistencia contra los adalides del muro de Wall Street.

Así que va siendo hora de disputar el sentido común y acometer la batalla ideológica empezando por defender el derecho a la comunicación y exigir alto y claro: OTAN NO, BASES MEDIÁTICAS FUERA.