Cuestión meridional, colonialismo interno y subalternidad

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Seminario Teoría Crítica, de la Fundación de Investigaciones Marxistas.

Francisco Sierra. Fundación de Investigaciones Marxistas

Javier García Fernández. Espacio Andaluz

Soledad Castrillo. Universidad de Cádiz

 

Iker Jiménez

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Los poderes hegemónicos en España hace tiempo que están explorando la salida reaccionaria ante la crisis de régimen que se vive. El éxito electoral de Alianza Catalana, y antes Alvise, da cuenta de un rearme del discurso y las organizaciones ultramontanas, con el PP a la cabeza, al tiempo que en los sectores  populares se da un elevado número de abstencionistas. La estrategia es clara y definida y los portavoces o cámara de eco del discurso restaurador actúan en consecuencia en nuestras pantallas. Uno de ellos es el ínclito y ubérrimo Iker Jiménez, una caricatura de Mortadelo y Filemón que no merecería ni una línea en esta columna si no fuera por su efectividad mediática. Y que cuenta, como pregona en la autopromoción del canal, con verdaderos expertos. Una nueva categoría a tomar en cuenta, porque suponíamos que los tertulianos son todólogos que sirven para un roto y un descosío, pero ahora resulta que tenemos expertos, hemos de suponer, gente especializada que nada saben, y expertos de verdad, de los que saben: de OVNIS, terraplanismo, conspiraciones y vacuidades variadas, como es habitual en el programa Horizonte, encefalograma plano, o Cuarto Milenio. Todos abonados al formato Código Cero, esto es, ni suman, ni restan, ni reconocen las leyes de la ciencia ni de la historia. Ante la crisis ecológica, moral, y de reproducción del capital los mercaderes de la moral y las vidas ajenas dan una vuelta de tuerca y nos llevan a la estratosfera o a la prehistoria con un claro objetivo: olvidar las cuentas a base de cuentos. Mientras IDA articula TRADWIFE, COUP of COFFEE en Madrid, la polarización y clausura del espacio público por los portavoces de la santa alianza con el discurso y proyecto ultramontano de Familia, Tradición y Propiedad nos somete a una dialéctica del terror en forma de verdadera invasión de los cuerpos. Iker Jiménez es, en esta operación, un maestro de ceremonias significado en la estrategia de roll-back con la vuelta al discurso de Gonzalo de la Mora sobre la decadencia de occidente.

El recuerdo del pasado es proyección del mañana, claro está. La estrategia de desestructuración de la memoria de la extrema derecha es una divisoria abismal e ideológica contra la justicia, la fraternidad y la pedagogía política de la esperanza. Contra el reformismo, en fin, y la regeneración social, y de la vida, desde un punto de vista genérico. Pues vuelven al culto a la muerte y al más allá: Plus Ultra. Desde este punto de vista, la querencia por lo paranormal es congruente con la necropolítica. Así, el movimiento reaccionario NRx es tan ultramontano como de ultratumba. La política de la muerte es la licuefacción siliconizada de la vida. La ingeniería de la cosificación, el viejo topo de la historia que alimenta un movimiento soterrado de odio de la cultura plebeya contra las promesas incumplidas de la democracia. No es iliberalismo. Para los plutócratas de Wall Street y Silicon Valley, tanto monta, monta tanto, la gestión pública es una cuestión de empresa, el Estado un negocio y los ciudadanos simples accionistas. Deduzca el lector que hemos de elegir, si se puede, como Presidente, viendo lo que nos proponen los adoradores de Trump. Incalificable por ejemplo el programa de loas al gestor tecnócrata de la Generalitat de Valencia por no ser político sino un militar con experiencia de gestión de crisis en la reconstrucción. Y es que el movimiento ideológico  contra la ilustración y los valores republicanos de la soberanía popular tiene por objetivo claro la destitución y la clausura de toda participación y democracia. Los numerosos voceros de la Santa Alianza vienen trabajando este relato no ya con Trump, sino desde Reagan. En Fox News, en Silicon Valley, desde Heritage Fountadion, la autodenominada internacional libertaria y populista nos quieren imponer una estrategia de articulación política de un marco cognitivo de comprensión que sustituye la realidad por palabras, como parte de la operación lingüística y performativa en la que tratan de robarnos la vida. Nombrar y cambiar la realidad, sea del Golfo de México a la propia idea de paz, he ahí la cuestión anticipada por Orwell.

Lo que no esperábamos era la invasión militar de las fuerzas especiales en nuestros platós. Bien sabíamos que EE.UU. tiene más de 175.000 estadounidenses en 159 países con un gasto de 886.000 millones de dólares. Tenían que terminar canalizados en nuestras pantallas y siempre hay manijeros o capataces dispuestos a ganar su jornal con ventaja y sin miramientos. El presentador delegado de Lockead Martin, Northrop, o General Dynamics, de Silicon Valley, y el complejo industrial militar del Pentágono lo tiene claro. Así que prepárense para la operación de inversión semiótica.

Del Tratado de No Proliferación y el Tratado de Prohibición de Ensayos Nucleares a la expansión de la OTAN, los voceros de la Santa Alianza nos declaman fenómenos paranormales para imponer el negacionismo climático, cuestionar la hoja de la ruta de la seda e incluso los diálogos QUAD. En suma, para camelar a la audiencia para el cálculo del Capital y robarnos la vida y toda esperanza.

Instalados en el orden del Deep State, a lo Qanon, el neofuturismo trampista que pasó de la cultura de la ufología al negacionismo, de los fenómenos paranormales a la vindicación golpista del escuadrismo paramilitar, de la información pseudocientífica sobre fenómenos anómalos, a colaboracionista de los macarras como Peter Thiel (Fundador de PayPal) o el Instituto Cato para vindicar a Paca la Culona, la nueva deriva ultra derechista nos cerca y prácticamente estamos siendo cautivos y desarmados. Tenemos la suerte que nuestra gente ha abandonado la información de actualidad. Huyen de los medios convencionales, inmersos en una crisis de credibilidad irreversible. Pero mientras tanto un país con una derecha atrabiliaria, un líder de la oposición cansado de repetir lo mismo, en lo que no cree, una izquierda en huída o caída libre, y unos sectores populares desilustrados da para cualquier cosa.

No creemos que el presentador de Planeta haya leído a Hans-Herman Hoppe y al anarcocapitalista Jullius Evola o Thomas Carlyle. Iker es más del Marca y de veneración a la tecnocracia. Se entiende con razón las crisis reputacional de los medios, y sus lógicas de tematización de la agenda pública, en medio de la infodemia. En la batalla de la atención, la saturación y dependencia publicitaria, que socavan a diario las políticas editoriales de cualificación, veracidad y deontología profesionales, todo vale. Y como las audiencias son listas como los ratones coloraos, mientras Iker conspira, las multitudes bailan. Siempre venceremos, porque somos partisanos de la poética del encuentro, sea en forma de kizomba o verbena popular. Hablamos de la incandescencia del propio movimiento de la vida, la estética iluminista de la seducción y el goce pagano, del deseo, quilombo o quimbundo de la fiesta y del deseo de la pulsión plebeya. Como bien supo ver el bueno de Pasolini, el ser humano es siempre una revuelta en acto. No hay Horizonte mediático que pueda impedirlo.

Presentación del libro «Medianálisis», de Francisco Sierra Caballero

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Presentan el acto:

Rafael Rodríguez. Presidente APS

Rosario Pérez Cabaña. Profesora de Centro Universitario San Isidoro y escritora

Francisco Correal. Periodista

Juan Carlos Fernández Serrato. Escritor y profesor de la Universidad de Sevilla

Organiza: Asociación de la Prensa de Sevilla

Colabora: Librería La Fuga

Viernes 24 de octubre a las 19:30

Casa de la Provincia

Plaza del Triunfo, 1. 41004 Sevilla

 

La lógica de la oligarquía y el casticismo caciquil

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CUANDO LLEGUE LA MAÑANA
Juan Madrid
Alianza editorial, 2024

 

 

 

 

 

Estos días que celebramos el centenario de Manuel Sacristán, alguien que destacó por ir en serio y gustar, y dar ejemplo, de quienes son verdaderos, aquellos que siempre van en serio, vindicar la literatura de Juan Madrid, que es ejemplo de tomarse muy en serio las historias de detectives, de escribir con criterio, como reza una cita de Raymond Chandler, para ganarse la vida, contando lo sabido y conocido, entre el periodismo y la literatura, es, cuando menos, una ocasión para repensar y compartir mucho de lo transcurrido en este país, y de lo vivido a través de su alter ego, Toni Romano, un personaje de referencia, como Pepe Carvalho, para los seguidores de este género literario. En tiempos además en los que el canon literario o la racionalidad mercantil editorial margina la literatura social, abordar una nueva obra de nuestro más importante escritor del género de la novela policial es motivo cuando menos para vindicar el debido reconocimiento y una oportunidad para la reflexión sobre el tiempo de mudanza que vivimos. De reconocimiento por una trayectoria y coherencia en una dilatada obra con pocos parangones en nuestras letras. Y una oportunidad para reflexionar en la medida que, en la obra, van a encontrar mucho de nuestra memoria democrática y lo propio de un género como la novela negra con tanto predicamento como desigual fortuna en el campo literario.

Desde la guerra de la droga en Euskadi contra el movimiento de la izquierda abertzale hasta la lucha de la Unión Militar Democrática o el sindicato clandestino de la Guardia Civil, en las páginas de esta reciente novela el lector puede rastrear el telón de fondo de Filesa y el caso Roldán, entre tramas que van de la geopolítica del capital a las cloacas de los precursores de Villarejo, de los paraísos fiscales y las islas Bahamas a Milán del Bosch o la heroica lucha de CC.OO., de los Justicieros y la prensa corrupta, a los asesinatos de Lasa y Zabala, de los Gal y el caso Nani a la comisaría de Leganitos, por no hablar de Venezuela y casos como el de crematorio en Valencia, de Rafael Chirbes, tan de actualidad, malgré tout.

El reino oculto del fetichismo de la mercancía, la bolsa y la vida, la fachada del orden de sujetos ultracatólicos, junto al universo subalterno del boxeo, que remite a nuestra historia común, protagoniza el cuadro de la novela, por el que deambulan DumDum Pacheco y otros personajes de los bajos fondos de la cultura del estraperlo, buscavidas, maleantes, en contacto siempre con la gente bien para sobrevivir: sean del cartel gallego a lo Fariña y los militares afectos al régimen en clínicas como La Milagrosa, o los empresarios beneficiarios de la dictadura criminal franquista.

Tienen en fin en esta obra un cuadro literario, ilustrativo, sobre la casta, sus modos, usos y costumbres. Evidentemente, escrito para develar la lógica de la oligarquía y el casticismo caciquil de nuestras clases dominantes, de orinal y rosario diario. Hablamos de la gente de Cristo Rey, una novela sobre las cloacas de los ultramontanos, hoy en pantalla del telediario cotidianamente. De ahí la oportunidad y lo enriquecedor de su lectura en clave de coyuntura política y actualidad informativa.

Explorar la cáscara amarga de este universo proliferante en nuestro país es hoy más urgente y necesario que nunca. Ahora que la cultura snob y la internacional pija desbordan el sentido común y reeditan un nuevo tiempo del relato de la victoria contra la multitud, escribir es hacer oposición, resistir y afirmar una lectura de clase. Recordando a Pasolini, ante un mundo de ganadores vulgares y deshonestos, de prevaricadores falsos y oportunistas, de gente importante que ocupa el poder, de todos los neuróticos del éxito, del figurar, del llegar a ser. Ante esta antropología del ganador, Juan Madrid, Delforo, y Toni Romano, optan siempre por los que pierden. Es la ética de la derrota, la soledad y la dignidad insobornables. Y también, si me lo permiten, de la alegría del amor fraterno, de la solidaridad que ha constituido un elemento fundamental del saber vivir o sobrevivir en la villa y corte, Madrid, paisaje de la desazón y del encuentro. Un paisaje, como saben, los lectores habituales de Juan Madrid, recurrente. De la calle Esparteros a la Mallorquina, del Café Novalty, al Bar Batres, de la cafetería Dólar a Sol, volvemos a la capital, rompeolas de todas las Españas, para desentrañar las trama de corrupción de la oligarquía dominante. Madrid no es, sin embargo, el único espacio narrativo en el que se desarrolla la trama, también hay una predilección, como Machado, por heterónimos que transitan el Sur. No el de Arabia Saudita, sino el de la calle de todos y el de Andalucía, Salobreña, Granada, además de espacios liminares y fronterizos como Algeciras o el Puerto de Santa María.

Estamos, en fin, ante una novela sobria con numerosos guiños al lector en clave incluso de metaliteratura dispuesta para goce de críticos y lectores de Juan Madrid. En la novela, pueden encontrar al Camarada Bértolo, convertido en personaje académico. Referencias y citas que nos evocan a Thomas Mann en La montaña mágica, solo que en lugar de Lukács tenemos a Belén Gopegui y mucha reflexión sobre la disciplina de la escritura, sobre las afinidades electivas, sobre la necesidad de tomar posición, de la política literaria y de la tradición cervantina, realista, frente al experimentalismo a lo Juan Benet, de Herrumbrosas lanzas, o del grupo OULIPO de Perec. Más aún, el autor cultiva la memoria de Armando López Salinas y su obra La mina, una muestra de estética realista que no ha sido suficientemente apreciada por la crítica e historia de la literatura y que viene oportunamente a replantear la pertinencia y necesidad de una escritura de la vida y los avatares sociales. En tiempos de Trump, es evidente que precisamos vindicar el realismo social, la literatura sobre la lucha de clases, la escritura sobre la muerte, la vida, las represiones, la revolución y la lucha por vivir.

Mientras unos se dedican a sisar, metafóricamente hablando, y otros a contar y cantar el principio esperanza de quienes, en el inframundo, nunca dejan de amar y soñar, Juan Madrid hace todo un despliegue del repertorio sentimental en el que nos podemos reconocer, empezando por la banda sonora de Doménico Modugno y siguiendo por la intrahistoria cotidiana de espacios, situaciones y vivencias de la vida cotidiana, para definir la estructura de sentimiento de una época que algunos consideran un cambio de era. Novela realista que conecta a la familia Bolsonaro con los Franco, al rey emirato, el Vaticano y el Opus, al Gobierno de Dios y las fuerzas políticas de la Santa Alianza con la pobreza y el instinto de rebelión, la represión de la diversidad sexual y el desamor en forma de odio de clase y pobreza espiritual de las clases dominantes con las cloacas del Estado, estamos, en fin, ante una obra para confrontar el hilo rojo de la historia. Juan Madrid escribe siempre para afirmar una cultura partisana. No sé si a partir de la cuestión meridional, a juzgar por la preferencia de elegir escenarios del sur, pero sí claramente por vindicar lo común y una política y estética de lo que un maestro del comic dio en llamar la alternativa PGB, la alternativa del partido de la gente del bar.

Frente a la guerra fría cultural posmoderna que vivimos, con la cooptación de la CIA y las derivas de los intelectuales teflón, antiadherentes, la vindicación de una escritura de nuestro tiempo, y del porvenir, la escritura creativa a pie de calle que nos enseña, como lo hace al final la novela, que siempre tenemos el amor, la fraternidad, la esperanza y, dicho irónicamente, como el protagonista, la hermandad del gin-tonic, volver al género de la novela negra es desbrozar los saberes del común y, en cierto sentido, del amor, de la política de los amantes, del tiempo y la vida, del goce pagano, con sus atardeceres y sus sombras, literatura de los sueños que pasan y las derrotas que quedan. Literatura con mayúsculas con la que podemos aprender que, si ser rico imprime carácter, la pobreza sella a sangre y fuego el arrojo y valor de la dignidad. La afirmación de quienes han perdido todo y no tienen nada más que perder. Lecciones, en fin, del inframundo.