El frente cultural de RTVE

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Todo sistema democrático presupone un sistema de información plural, transparencia y diálogo público, a partir del principio de autonomía. En los últimos años, sin embargo, el trumpismo político –truco o susto– ha desplegado la estrategia de acoso y campañas de difamación contra periodistas de RTVE, sean prestigiosos profesionales como Silvia Intxaurrondo o reporteros que cubren sobre terreno la actualidad informativa.

El discurso del odio contra profesionales de programas como Mañaneros o Malas Lenguas de las derechas ultramontanas en España sigue el patrón de Milei y de la Casa Blanca que, por Decreto, ha suprimido la financiación de PBS y NPR: el periodismo libre, en fin.

En los últimos meses, PP y VOX no solo han acusado a la Corporación de ser un instrumento al servicio del Gobierno, sino que han señalado públicamente a sus rostros más reconocidos amenazando incluso con el despido si llegan al poder.

No ha sido un recurso retórico. Públicamente, han pedido a la cadena pública prescindir de Sara Santaolalla, y desde el comienzo han perseguido a presentadores como Silvia Intxaurrondo, Javier Ruiz, Jesús Cintora, Xabier Fortes o David Broncano. Otra presentadora, Marta Flich, lo ha dejado meridianamente claro: cuando el PP y Vox no controlan los medios públicos les parece mal.

Los discípulos del ministro de Información y Turismo franquista, Manuel Fraga prefieren —ya lo sabemos— una ley de prensa de la dictadura, un ecosistema informativo atado y bien atado. Este mes presentamos el libro inédito de artículos de Manuel Vázquez Montalbán, Militante y Clandestino, de Atrapasueños Editorial. Él supo diseccionar como nadie la anatomía del franquismo sociológico hoy galopante.

Las señorías de la derecha amparan la violencia verbal sistemática, el insulto, la descalificación, las campañas de difamación, la criminalización de periodistas y de la crítica, y el sexismo y minusvaloración injustificable. En definitiva, siguen instalados en la indigencia moral e intelectual para ocultar los juegos de tramoya y los intereses creados.

Son cipayos de la oligarquía económica y financiera. Pero tienen la suficiente indigencia moral como para hablar de manipulación en RTVE cuando en Telemadrid y Ayuso pasan no los límites del decoro sino la propia ley. En Canal Sur, Telemoreno programa toros mientras arde la Mezquita o dedican minutos a Morante de la Puebla para acallar las protestas de las mujeres de AMAMA.

Esta lógica se replica en Baleares, Galicia o Comunidad Valenciana. Por ello, los comités de empresa de los trabajadores de los medios públicos se han organizado para defender el servicio público y denunciar los abusos y el autoritarismo en la gestión de las cadenas públicas.

Negacionistas de la verdad y la deontología periodística, los portavoces del linchamiento mediático operan con todo tipo de técnicas de la doctrina del shock: la inversión semiótica, la retórica exaltada, la violencia simbólica, la apelación fática, la deshumanización, el oxímoron y el discurso cínico.

Recordemos, parafraseando a Kapucinski, que no hay mejor pasión que la compartida y compasiva. El ejercicio del periodismo exige un principio de entrega y radical dialogía. Ser bueno, en suma. Los periodistas objeto de sus campañas —Silvia Intxaurrondo, Jesús Cintora, Sarah Santaolalla, Esther Yáñez— han demostrado ser excelentes profesionales y, por lo mismo, han de contar con todo el apoyo moral, académico e institucional.

Pero no es suficiente: es preciso definir una estrategia en defensa del dominio público que nos quieren expropiar y de los medios de titularidad del Estado. Avanzar hacia un pacto de Estado en defensa del servicio público audiovisual.

Quienes militamos en la pedagogía de la esperanza sabemos que el diálogo es una condición existencial. No hay sujeto sin voluntad de atenta escucha. El ruido y la agresión verbal debe estar desterrada del debate político. Y por ello hay que trabajar para desplegar este frente cultural, con convicción y acción institucional.

La comunicación política ultramontana se combate con el Boletín Oficial del Estado (BOE), con medidas, con normas, con más democracia, acceso y participación. Y con economía política de lo común, la caja negra que nunca nombran los del pin parental y otras ocurrencias premodernas del tecnofeudalismo que tratan de encubrir con ataques ad hominem sus servicios a los intereses de la casta.

Es evidente que RTVE gana la batalla de audiencias y los del IBEX 35 no lo van a permitir. Deben tomar medidas para cuidar a los profesionales del despojo a lo Vicente Vallés. Esta es la clave de la disputa ideológica contra la teledetodos.

Correspondería ahora desde la ciudadanía actuar en consecuencia. La sanidad pública, los derechos sociales no están garantizados sin el derecho a la palabra. No hay democracia sin periodistas ni sin derecho a la comunicación. El Estado social depende de este pilar estratégico en la era de la infocracia. ¿A qué espera la izquierda y los movimientos sociales para intervenir?

El festival del disimulo

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En Eurovisión 2024, la Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina (RESCOP) solicitó excluir a Israel del Festival por el genocidio en Gaza. La respuesta tanto de RTVE como de la UER fue subrayar el carácter apolítico del evento. Un año antes Eurovisión había excluido a Biolorrusia porque “infringía las reglas que garantizan que el concurso no se instrumentalice ni se desacredite” e igualmente se hizo con Rusia en el contexto de la invasión de Ucrania. Este año Israel lleva a una superviviente del 7 de octubre. Hablando de instrumentalizar una candidatura no parece aceptable, aplicando los mismos criterios, que se autorice su concurso. Hay razones fundadas para impedir su participación, y no solo por la condena pública de un gobierno extremista y genocida como el de Israel. La cadena pública KAN 11 es el brazo armado de la propaganda del gobierno de Netanyahu, perseguido por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra y de lesa humanidad. Hablamos de un escaparate de las acciones del ejército y el gobierno de Israel, cuyos contenidos aplauden y ensalzan a su ejército, la ocupación ilegal de Palestina, por mandato divino, y la limpieza étnica. Todo un ejemplo de mala praxis contrario a los valores de paz que, como recomienda la UNESCO, ha de definir el trabajo periodístico en defensa de la humanidad y los Derechos Humanos.

Un somero análisis de los contenidos de la cadena israelí constata que el canal incumple los propios estatutos de la UER que obligan a “desarrollar la diversidad cultural, el diálogo intercultural y los intercambios para promover la tolerancia, reforzar la identidad de los pueblos, la cohesión social y la integración de todos los individuos, grupos y comunidades”. Kan 11, en cambio, emite y publica constantemente contenidos racistas y de apoyo y apología de la limpieza étnica, la ocupación y el asesinato de civiles, sin mostrar ningún cuestionamiento o un ápice de crítica sobre la barbarie en Gaza y los territorios ocupados. Ello ha motivado movimientos de protesta en Islandia, Finlandia y otros estados europeos. El malestar ciudadano en España ya fue más que notorio el pasado año y hoy la sociedad civil mandata a RTVE que excluya a Israel solicitando en los órganos de la UER la supresión de la participación en Eurovisión, por los crímenes del gobierno que respalda con sus mensajes políticos, manifiestamente sionistas, y una apuesta de representación en el concurso dirigido a utilizar el evento como una estrategia de propaganda y blanqueamiento de la guerra de exterminio desplegada en Palestina. En esta línea, teníamos a bien, el pasado mes solicitar durante su comparecencia al Presidente de la Corporación, José Pablo López, un claro posicionamiento de RTVE en defensa de la paz solicitando la expulsión de la cadena KAN 11. El reciente Consejo de Administración ratificó por mayoría absoluta esta solicitud. Probablemente, la UER no atienda la petición de RTVE. Ahora, los conflictos y tensiones que se generaron el año pasado no pueden repetirse de nuevo. Compete a la UER evitarlos, y a RTVE cumplir con la voluntad mayoritaria de la ciudadanía española. La edición pasada fue calificada como la peor o una de las peores que se han vivido en la historia del Festival y no sólo afectó a la ciudad sede, sino a todos los participantes, y desde luego al público en general. Este año la situación está aún más caldeada porque la actuación de Israel viola de todas las formas posibles el derecho Internacional y humanitario, liberado, con la llegada de Trump a la Casa Blanca, de todo compromiso en su voluntad de exterminio del pueblo palestino.

El doble rasero de mantener a Israel cuando se expulsó a Rusia y Bielorrusia, no solo desacredita a la UER y a las cadenas que forman parte de ella., sino que socava los principios de la UNESCO y el sentido del servicio público y su función social. Las víctimas de esta ignominiosa proyección musical no perdonarían semejante despropósito, como la canción de Israel y su aparato de propaganda no podrá ocultar que el gobierno de Netanyahu está siendo investigado por genocidio contra más de dos millones de personas en Gaza, con dictámenes condenatorios de la Corte Internacional de Justicia y de Naciones Unidas, que le ordenan su retirada de los Territorios Ocupados. Su primer ministro Netanyahu y su exministro Yoav Gallant tienen una orden de arresto por la Corte Penal Internacional. Son muchas las resoluciones de la ONU que llevan décadas recordando los crímenes que comete Israel en Palestina y su intención declarada es completar la limpieza étnica de Gaza. Es hora pues, en tiempos de tinieblas, de acompañar los pasos de la sociedad civil española y elevar una voz de protesta por parte de RTVE. No sólo sería un gesto de dignidad sino la condición para contribuir desde la Teledetodos a un mundo justo y en paz. Si no somos congruentes con las normas que nos dotamos, si se celebra una gala como la de Eurovisión mientras se atenta a diario contra el derecho humanitario sin más, con presencia israelí, la televisión pública será cómplice de la barbarie. No nos esperen más al otro lado de la pantalla, la confianza se quiebra definitivamente con actitudes pusilánimes o indiferentes. Este es un tiempo de hechos y no de promesas, de canto y no de cante. Es hora, en fin, de defender la paz y la palabra, y dar aliento a un pueblo que resiste y sufre en soledad el pogromo terrorista.

Sumar pide a RTVE que no venda «motos de la OTAN» y levante el veto a la información sobre el Sáhara

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Izquierda Unida, integrada en el grupo plurinacional de Sumar, pedirá el lunes al presidente de RTVE José Pablo López que la corporación deje de “vender motos de los kit de supervivencia” de la OTAN y levante el veto a la información sobre el conflicto del Sáhara Occidental en la programación del ente público. Trasladará el ruego aprovechando su comparecencia periódica en la comisión mixta de control parlamentario de RTVE.

“Hay que exigir que los medios públicos cumplan su labor de defensa de la paz, del derecho internacional humanitario y que no nos vendan relatos y motos de la OTAN sobre el kit de supervivencia”, señaló Francisco Sierra, diputado de Sumar, en la jornada “Cómo poner el conflicto saharaui en la agenda informativa” celebrada este viernes por la asociación Frontera Cero en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla.

Sierra, portavoz de Sumar en la citada comisión mixta, calificó a la OTAN de “organización criminal terrorista que vulnera sistemáticamente el derecho internacional y que debiera haber desaparecido hace tiempo” y que, a su juicio, “opera en guerras como la de Ucrania para destruir la Unión Europea como competidor”. “Nosotros como Izquierda Unida, como grupo parlamentario de la izquierda plurinacional, hemos sido claros y tajantes a este respecto”, deslizó Sierra, catedrático de teoría de la comunicación de la universidad hispalense.

“El lunes tenemos una sesión de control de RTVE y justamente voy a exigir al presidente de la corporación que se acaban los kit de supervivencia y que hable de lo esencial: del derecho humanitario del pueblo saharaui, del derecho humanitario del pueblo palestino, es decir, de la hoja de ruta que marca la Unesco y el propio libro estilo de RTVE”, avanzó. “Se debe fomentar el diálogo entre los pueblos, la cultura de paz y la defensa de los derechos humanos. Ahí tenemos un frente por desarrollar, porque aunque hay editores que toman decisiones contrarias y establecen cercos, los redactores tienen una grieta donde podemos intervenir en la creación de fuentes”, apuntó al abordar los diez ejes sobre los que considera que se puede actuar para situar en la agenda informativa conflictos invisibles como el del Sáhara Occidental.

La «segunda traición» del PSOE y el veto en RTVE

Durante su intervención, Sierra denunció lo que considera el veto existente en la televisión pública para informar sobre el Sáhara Occidental, en el marco de un histórico cambio de posición en el conflicto del Sáhara Occidental que calificó de “segunda traición” del PSOE a los saharauis tras la inicial de Felipe González. “El bloqueo informativo y la propaganda marroquí ha relegado prácticamente el conflicto del Sáhara Occidental. No está en la agenda de la prensa internacional y evidentemente la presión sobre Marruecos para cumplir las resoluciones de la ONU es inexistente porque un problema que no se enuncia ni aparece deja de ser un asunto público, por tanto, no hay acción política”.

“Se ha logrado la deslegitimación de la causa en los medios por razones incluso espurias. Si hablamos de la prensa española, por razones de realpolitik. Es tanto como decir que con la Realpolitik no debe haber derecho alguno, internacional, humanitario, ni derecho público por razones pragmáticas. Se trata de un disparate pero a esos extremos se ha llegado en las diferentes tertulias. Y la censura de la violación de derechos humanos y los territorios ocupados perpetúa la impunidad de Marruecos, silenciando la voces de activistas, especialmente de valientes mujeres y la lucha en general del pueblo saharaui y de las organizaciones sociales de solidaridad y de activismo que defienden una causa justa. Esto ha tenido coste también para el Estado español”, detalló.

El silencio de su socio de coalición, advirtió Sierra, está vinculado a una posición más general en asuntos internacionales y de apuesta por las alianzas tradicionales. “El PSOE históricamente ha mantenido una posición otanista y de apuesta por la guerra. Tenemos que avanzar en este escenario en el que por fin han descubierto y han visto la luz muchos europeos, incluso de derechas, de que no somos aliados de Estados Unidos y que no somos fiables para Estados Unidos”, arguyó.

El «sector derechista» del Gobierno de coalición

Sierra presumió del papel de Izquierda Unida en la rescisión del contrato del ministerio del Interior con una empresa militar israelí para la compra de munición.”En el caso de Gaza la acción de Izquierda Unida ha garantizado no solo lo que sucedió esta semana, sino que muchos de los atraques que hay de barcos con dirección a surtir de armamento la guerra contra el pueblo de Gaza día a día se denuncien en la Audiencia Nacional”, subrayó.

Una labor que -considera- ha puesto en aprietos al “sector derechista del Gobierno”, representado por los ministerios de Defensa e Interior. “Tienen serios problemas y también Exteriores respecto a la posición en el genocidio que se está desplegando contra el pueblo palestino”, indicó.

Firme defensor del activismo para sacar del ostracismo causas como la saharaui, Sierra apostó por introducir sanciones contra la desinformación en el plan de acción que elabora el Gobierno. “Sanciones a los periodistas, con modificación de Código Penal, para que cuando desinformen, manipulen, cosa muy habitual en España entre la prensa, tengan responsabilidades penales, civiles que son insuficientes a día de hoy con todo lo que encontramos en los medios. Esto podría permitir que se sancionen a determinados medios y periodistas que han actuado como agentes de Marruecos en defensa de intereses ilegítimos desde el punto de vista del derecho internacional”, concluyó.

Sumar lleva al Congreso medidas «urgentes» por los asentamientos de migrantes en Huelva

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El diputado nacional de Sumar Francisco Sierra ha visitado este viernes los asentamientos de personas migrantes en Lucena del Puerto (Huelva) para ver «el estado de cumplimiento de los acuerdos de Doñana» que añaden «mejoras a las condiciones de vida de los temporeros que viven en asentamientos» y ha anunciado que llevará al Congreso «medidas urgentes» para que «se cumplan los derechos humanos».

Leer más: https://www.europapress.es/andalucia/huelva-00354/noticia-sumar-lleva-congreso-medidas-urgentes-asentamientos-migrantes-huelva-20241122170222.html

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El derecho a tener derechos

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Este 2023 se han cumplido 75 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un hito histórico que ha servido, desde su aprobación, para construir, a partir del sistema de Naciones Unidas, un marco de referencia básico para la vindicación de la vida, para proyectar horizontes de progreso y garantizar la dignidad de los pueblos.

Un documento, en fin, que interpela a gobiernos y poderes económicos, un texto que sigue vivo y que debe ayudarnos a perfilar una nueva agenda común acorde a los nuevos tiempos, a pesar del incumplimiento sistemático en la mayoría de los países de las más de quinientas lenguas a las que ha sido traducido.

Aún hoy, el ideal de la Declaración aviva de hecho los movimientos por las libertades civiles y las luchas por la igualdad y la justicia social en todo el mundo, a modo de guía o marco de actuación de los pueblos que resisten en demanda del buen vivir y la defensa de principios básicos de convivencia.

Cierto es que la celebración del aniversario tiene lugar en un momento de grave crisis global impugnatorio del valor efectivo de la Declaración, con guerras genocidas como la desplegada contra el pueblo palestino por Israel, o la ola neofascista que amenaza derechos fundamentales y extiende el discurso del odio por todos los medios imaginables sin apenas contención.

La falta de firme voluntad política de la mayoría de los gobiernos en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 y el crecimiento de la desigualdad y la pobreza en el mundo mientras se concentra la riqueza en las oligarquías cosmopolitas del gran capital transaccional hacen por ello urgente un compromiso histórico de la ciudadanía para disputar el sentido común dominante en la actual coyuntura histórica y avanzar propuestas y plataformas colectivas en pro de la justicia global y de la vindicación.

Iniciativas enterradas en la agenda informativa de los medios tras el caso Pinochet, como la justicia universal frente a la impunidad de los poderes fácticos y criminales de guerra que, hoy por hoy, ponen en serio peligro incluso la supervivencia de la propia especie y del planeta.

Todos somos conscientes que los retos que ha de afrontar la humanidad en los próximos años son descomunales. Tanto que la percepción generalizada del común de la gente es la imposibilidad de cambiar el curso de la historia, presa de la sensación de impotencia y vulnerabilidad ante los abusos de los poderes económicos hegemónicos.

Si pensamos en Andalucía, la situación no puede resultar más acuciante. A la cabeza de los índices de pobreza infantil de la Unión Europea (UE), concentramos diez de los quince barrios más pobres del país, un déficit de infraestructuras y desequilibrios económicos notorios, más allá de la financiación insuficiente de la autonomía, y una dinámica de vulneración acentuada y continua de derechos fundamentales que se traduce en menor esperanza de vida y la pérdida del principio esperanza con el que afrontar el futuro como comunidad política

Ante el inicio de esta XV Legislatura, hemos asumido, en congruencia, el reto de movilizar a la sociedad civil andaluza y construir porvenir en común con ilusión y decidida voluntad de exigir lo que corresponde a los poderes públicos, empezando con una proposición no de ley dirigida a promover desde el Ministerio de Derechos Sociales un plan de choque contra los barrios y vecinos olvidados de nuestras ciudades.

Fieles al legado del padre Bartolomé de las Casas, nos negamos a aceptar, en pleno siglo XXI, pensando desde el sur y desde abajo, la indignidad del colonialismo interno y el mal endémico de un sistema económico excluyente que niega la igualdad y la justicia social en virtud de las supuestas imperfecciones de la democracia.

Un sistema de representación que no tiene la virtud de luchar denodadamente y corregir tales desmanes no puede apelar al demos ni tiene razón de ser. Del mal gobierno de la mano invisible de los poderes del IBEX 35 a la servidumbre de los profesionales del silencio, sirva pues la conmemoración de este 75.º aniversario para desplegar el principal derecho que animó y da sentido a la Declaración: el derecho a luchar por tener derechos, pues es sabido que todo derecho que no se defiende –así reza la memoria de los pueblos– es derecho que se pierde. Y en Andalucía, las clases populares aprendimos bien la lección.