Sumar quiere abrir ya en el Congreso el debate sobre el reparto de la publicidad institucional a los medios

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Sumar ha registrado en el Congreso dos proposiciones no de ley (PNL) con las que pretende abrir el debate sobre la publicidad institucional de los medios y su regulación. La Mesa debe aún calificarlas, por lo que aún no se sabe todavía cuándo se verán en la Cámara.

«La publicidad institucional es un reto. Hoy por hoy sirve como fondo para comprar voluntades y hacer campañas de desinformación. Deben utilizarse esos fondos con criterios de proporcionalidad, según audiencia, relevancia y diversidad», afirma a Público el diputado Francisco Sierra, portavoz de Sumar en la Comisión de Calidad Democrática y catedrático de Teoría de la Información en la Universidad de Sevilla. La comisión parlamentaria aborda desde hace meses sesiones sobre desinformación en España.

En el texto de las proposiciones se recoge la necesidad de trasponer al ordenamiento jurídico español el reglamento europeo sobre la Libertad de los Medios de Comunicación. «A la espera, hay medidas urgentes que deben ser acometidas por el Estado, al ser en algunos casos tareas pendientes de nuestro ordenamiento jurídico desde la transición«, plantea Sumar.

Así, en la primera de las PNL, en cuya exposición de motivos se plantea que existe un «contexto de crisis del periodismo» y una «peligrosa deriva de la desinformación que las redes y algunos diarios digitales promueven en el sistema mediático«, lo que, a juicio de Sumar, «hace necesario definir acciones institucionales que contribuyan a mejorar la calidad democrática de nuestro sistema de información».

Así, Sumar plantea en la proposición cinco asuntos además de la necesidad de «impulsar una ley de transparencia de la publicidad institucional que afecta al equilibrio y a la financiación de los medios de comunicación».

Por un lado, el «diseño» de «un plan de alfabetización mediática y digital de la ciudadanía para el desarrollo de competencias socioculturales contra la manipulación informativa y la desinformación». Por otro, la derogación de la llamada ley mordaza, que «afecta a la libertad de prensa y el ejercicio autónomo de los profesionales de la información».

Además, «adoptar medidas de protección del trabajo periodístico y regular los procesos de robotización de las redacciones con el uso inapropiado de la Inteligencia Artificial». También, «impulsar la ley de secreto profesional de los periodistas como garantía jurídica para la protección de fuentes imprescindible para el desarrollo del periodismo de investigación».

Y, por último, «promover políticas contra la precariedad de los profesionales de la información que protejan la independencia de los periodistas tanto en los medios privados como en los medios públicos, impulsando medidas de igualdad de género en los puestos directivos de nuestro sistema informativo».

Servicios comunitarios

En la segunda de las proposiciones, Sumar se ocupa del fomento de los servicios de comunicación audiovisual comunitarios sin ánimo de lucro. El partido explica en el texto que «la Ley General de Comunicación Audiovisual 7/2010, de 31 de marzo, creó una nueva categoría de radio y televisión por ondas terrestres, [estos servicios, que estarían] destinados a atender las necesidades sociales, culturales y de comunicación específicas de comunidades y grupos sociales y fomentar la participación ciudadana y la vertebración del tejido asociativo».

Añade Sumar en la PNL: «Desde la creación de este tipo de servicios, han sido numerosas las solicitudes realizadas por las Comunidades Autónomas para que la Administración General del Estado planificara el espectro radioeléctrico necesario para proceder a conceder licencias. Sin embargo, hasta el momento […] el Estado no ha planificado ninguna frecuencia ni ha establecido ninguna normativa. La inacción por parte del Gobierno impide a las Comunidades Autónomas el desarrollo de sus competencias y supone una restricción a la libertad de expresión al impedir la creación de estos nuevos medios de comunicación».

Así, Sumar plantea lo siguiente al respecto. Por una parte, «habilitar en el plazo de 6 meses el dominio público radioeléctrico solicitado por las Comunidades Autónomas para destinar a servicios de comunicación audiovisual comunitarios sin ánimo de lucro». Y, por otra, elaborar «un censo de servicios de comunicación audiovisual comunitarios sin ánimo de lucro» y «desarrollar un plan de fomento» para apoyar estos servicios, que contenga una «convocatoria anual de ayudas».

Sionismo informativo

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Que la ultraderecha neofascista se organiza y coordina internacionalmente en su estrategia contra la democracia no es nuevo: repite un patrón similar a los años treinta. La agenda política une así a Netanyahu con los ultras patrios de VOX aún siendo de tradición antisemita. Paradojas de la historia. O no.

Lo cierto es que en esta ceremonia de la confusión parece pasar inadvertido el rol estratégico de los medios como artífices del pogromo autoritario del ordeno y mando al son del capital financiero. Y menos aún es conocido que el sistema informativo internacional desplegó hace tiempo una agenda sionista que hoy hace posible la negación del principio de jurisdicción universal y las acciones de la Corte Internacional de Justicia contra los crímenes de guerra del Gobierno de Israel.

Por ello, en el coloquio que colegas de la Facultad de Derecho organizaron en mi universidad, en la que un supuesto rector toma medidas nada rectas para agredir al movimiento estudiantil acampado contra el genocidio, insistí en que, ante la guerra en Gaza, tenemos tres frentes culturales que acometer en defensa de la paz y la palabra: el orientalismo hegemónico de los medios, el colonialismo y la economía política de la comunicación que hace posible el relato legitimador de la barbarie.

De lo primero, qué decir, además de recordar las tesis del intelectual Edward Said sobre los imaginarios Disney que, del Pato Donald al Rey León, han cultivado las industrias culturales, estigmatizando la cultura árabe. Los medios, además, por principio, son etnocentristas y, como demostrara Van Dijk, también racistas.

Alimentan a diario un imaginario islamófobo, con una retórica WASP, muy acorde con el modelo Fox News del trumpismo y el Coffe Party. Ello explica todo uso de tropos para confundir una parte con el todo, Hamás con el pueblo palestino, Oriente con la barbarie, Occidente con la civilización, y la guerra con un mal menor necesario para la conquista de un pueblo negado que debe ser sometido para civilizar, como muestran las narrativas de la literatura al cine, del videojuego al cómic, de la publicidad a los noticieros de televisión.

El segundo elemento desapercibido para la opinión pública cuando vemos los niños muertos de Palestina es el colonialismo informativo. La geopolítica de la comunicación dibuja un mapa de las redes del Norte a Sur, de Nueva York y Tel Aviv a Londres y París, en las que los pueblos sin Estado, y los Estados pobres sin medios de representación, de Palestina al Sáhara, viven dependientes de los relatos prefabricados por el núcleo hegemónico del sistema internacional, básicamente estadounidense, cuyas empresas controlan más del 70 por ciento del flujo de información del sistema internacional de comunicación.

Ello explica la guerra del Golfo, manipulada por la CNN, y la versión dominante en los medios, RTVE incluida, sobre la guerra en Oriente Medio. En este escenario, Israel no es un país cualquiera, sino aliado estratégico de Estados Unidos, y socio preferencial del complejo industrial-militar del Pentágono, cuyo control de la red satelital y las comunicaciones electrónicas esenciales para la ciberguerra es absoluto, como total es la comunicación para la guerra que interviene en el espacio público para distinguir víctimas dignas e indignas, como ilustrara en el caso de Timor Oriental y Camboya Noam Chomsky y Ed Herman.

A ello cabe añadir los intereses sionistas en Hollywood y Silicon Valley, la colusión de intereses entre telecomunicaciones, capital financiero y medios de información. Una combinación de intereses surgida de los tiempos de la Guerra Fría que explica en buena medida el discurso bélico prevaleciente en nuestras pantallas por doquier.

Como demuestran los estudios de economía política de la comunicación, cinco actores mediáticos controlan prácticamente la totalidad de los contenidos gracias a la concentración extrema de la propiedad, cuya estructura e ideología sionista criminaliza toda protesta contra el criminal de guerra Netanyahu.

Democratizar las falsas noticias pasa en consecuencia hoy por descolonizar la cultura angloamericana y sionista en los medios; denunciar los bots y LAS estrategias paramilitares en las redes de Inteligencia Artificial, los montajes y las campañas de relaciones públicas del Gobierno de Israel; los encubridores y colaboradores necesarios tertulianos que actúan de reforzadores de opinión a lo Pilar Rahola, y advertir que existe una censura sistemática de Estados Unidos e Israel sobre las guerras de este nuestro mundo, como recientemente se hizo con el documental de Jhon Pilger sobre la manipulación de las noticias en la guerra desplegada por décadas del Estado de Israel contra el pueblo Palestino.

Quienes defendemos la paz y el derecho humanitario, bien lo sabemos, como en la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) hace ya mucho tiempo. Corresponde ahora al lector protegerse contra los profesionales del silencio y la barbarie: toca vacunarse contra el virus de la desinformación de quienes quieren vendernos una moto con destino único al precipicio. La vida y la dignidad así lo aconsejan.

La defensa de los comunes

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Que una de las revoluciones por venir del siglo XXI es lo común, es una evidencia desde el ensayo de Laval y Dardot. Urge por ello analizar qué obstáculos limitan o determinan el proceso de transformación histórica desde la izquierda. En su último libro, César Rendueles aporta elementos para este debate en forma de caja de herramientas.

Más allá de las investigaciones de Elinor Ostrom y sus categorías económicas, el trabajo aborda el núcleo esencial del antagonismo y la transición postcapitalista analizando los comunes como instituciones sociales colaborativas desde las experiencias acumuladas en el tiempo. Decía Max Horkheimer que toda reificación es una forma de olvido, por ello conviene reconstruir en el debate contemporáneo la historia de las formas de autogestión a la hora de administrar los medios de subsistencia, y cuestionar cómo es posible promover una transición ecológica justa.

 

 

 

COMUNTOPIA. Comunes, Postcapitalismo y transición ecosocial
César Rendueles
Ediciones AKAL, 2024

 

 

 

 

Uno de los méritos del trabajo en este sentido es la exhaustiva revisión de la literatura y los debates conceptuales y terminológicos sobre lo común con una original revisión teórica y analítica consistente en el que se plantea desde la historia de los cercamientos y el origen de la clase obrera al ecologismo político en diálogo con autores como E.P. Thompson, Eric Hobsbawn o Maurice Dobb, entre otros. Como trasfondo, más allá del proceso de acumulación originaria, el ensayo remite al concepto central de autonomía, al problema de la soberanía popular sobre los medios de producción, hoy extensible a los medios de vida y sostenibilidad del planeta. De la tragedia de los comunes al movimiento ecologista internacional, la cuestión es politizar la cooperación ante los retos que marcan:

  1. La defensa de los comunes y la disputa en torno al acceso colectivo al sustento material.
  2. La resistencia ante la expropiación comunal
  3. Las rebeliones contra la acumulación originaria como pérdida de autonomía y libertad.
  4. El dualismo Estado-Mercado y la acumulación por desposesión.
  5. Y la tecnocracia como gestión antidemocrática ante el proceso de transformación de la llamada cuarta revolución industrial.

Para ello, Rendueles plantea cuatro ejes contemporáneos a explorar y tomar en consideración:

  1. El espacio social emergente que introduce la tecnología digital y las prácticas colaborativas en red.
  2. El activismo tecnológico en pro de los comunes digitales.
  3. El nuevo constitucionalismo latinoamericano (Venezuela, Bolivia, Ecuador) que reconoce la dimensión comunal como pilar de toda forma de sociedad.
  4. Y las políticas públicas para dar forma, de Veblen a Weber, a lo común: de la costumbre a la norma, de la autonomía a la heteronomía y de lo micro a lo macro.

Tales frentes culturales formaron parte de la discusión en espacios como el Foro Social Mundial, y apuntan directamente al problema o moraleja sociológica sobre el precio a pagar por el bienestar material, el crecimiento tecnológico y la libertad individual. El problema de la modernidad realista, analizado magistralmente por Bolívar Echeverría, nos lleva en esta dirección a repensar el Ethos Barroco, o en términos políticos la posibilidad del Estado de Bienestar tras la crisis terminal del neoliberalismo en 2008. Un debate, el propio de la Agenda 2030, que tiene lugar en un contexto de narrativas del colapso que validan la hipótesis de Zizek: es más fácil imaginar el fin de la humanidad que la propia superación del capitalismo.

Más allá de los dilemas de la acción colectiva y la miopía cognitiva sobre la emergencia climática, se pueden documentar con todo numerosas iniciativas locales sobre los comunes que extienden el lenguaje de los vínculos más allá de las políticas de bienestar, si bien requieren desentrañar problemas implícitos como uno de los objetivos principales que nos sugiere este ensayo, a saber:

  1. El comunitarismo como repliegue y mitificación tradicionalista
  2. La crítica de la elección racional de ciertas lógicas libertarias que afrontan los comunes.
  3. La vindicación del pluralismo basado en la reciprocidad e igualdad.
  4. La construcción de una institucionalidad que combine Estado y Comunidad, frente al Mercado.
  5. La cultura del diálogo y la democracia participativa.
  6. La importancia de la comunicación y la autogestión.
  7. Y el diseño de proyectos comunales universalistas con sistemas de resolución de conflictos internos y externos a gran escala.

Toca pues tras su lectura avanzar en esta dirección que nos propone el autor, explorando los tiempos profundos y el nuevo materialismo de la geofísica de la información, aprendiendo del consejismo y la autogestión experimentados en países como Yugoeslavia, disputando el sentido de la compleja relación entre democracia, participación y libertad, abordando radicalmente, como núcleo central del nuevo capitalismo financiero, la transformación digital y la siliconización de la economía uberizada y, desde luego, politizando la acción pública institucional. Pues, en palabras del propio Rendueles, enfrentamos un gran reto de transformación de la izquierda en esta materia. Como concluye Rendueles, “los comunes son una fuerza del pasado, por decirlo con Pasolini, una cámara de eco milenaria que armoniza la miríada de voces que hoy luchan por un futuro en el que por fin se materialice la promesa ilustrada de una sociedad en la que el libre desarrollo de cada uno sea la condición para el libre desarrollo de todos. En palabras de William Morris, una sociedad en la que no haya ni ricos ni pobres, ni señores ni vasallos, ni ociosos ni explotados, ni trabajadores intelectuales alienados ni trabajadores manuales consumidos; en definitiva, en la que todas las personas vivan en igualdad de condiciones y puedan ocuparse de sus asuntos fructíferamente, y con la plena conciencia de que dañar a una significa dañar a todas las demás: La materialización al fin del sentido de la palabra comunidad”.

Peineta digital

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Freud planteó, en su teoría del desarrollo psicosexual, la existencia de cinco fases por las que atraviesa cada sujeto: fase oral, fase anal, fase fálica, fase de latencia y fase genital. Todo ser humano, de una u otra forma, experimenta esta evolución. Pero en el mundo al revés todo es posible, incluso el desorden evolutivo. Y pareciera que se impone el retorno o involución a la fase anal. Hace años ironicé en esta columna sobre la campaña del Banco de Santander, sí, el de la doctrina Botín, que no solo sabe del dinero público, el que además nos mete el dedo en el ojo, y no digo más porque es demasiado complejo, en tan breve espacio, meterse de lleno con el oculocentrismo que nos gobierna en estos tiempos de pantalla. Sí que me va a permitir el lector apuntar una breve reflexión con motivo de los proyectos en curso que, en tiempos de guerra, despliega el capital en forma de destrucción creativa de la innovación tecnológica. Hoy que los ultramontanos liberales abominan de la burocracia y las normas administrativas en su ataque al Estado y lo público, requisito, bien lo sabemos, para la lógica de acumulación, resulta que la banca sigue procesos concentracionistas al tiempo que maltrata a los mayores, nos pone a trabajar para ellos con la banca telemática, nos roban el tiempo con trámites innecesarios, y modernizan digitalmente la usura de lo mismo, demostrando que lo privado, pese al discurso, es menos eficiente aun con el manto sofisticado de la mediación hipermultimedia. El confinamiento de los teleoperadores y la calidad total a costa de las espaldas de los usuarios lo demuestra. Sabemos además que la demanda de autonomía, la vindicación en el discurso publicitario de las tecnológicas y las telecos de que cada innovación nos hará más libres, es, en realidad, expropiación de la propia vida vía  colonización del imaginario, y la novedad tecnológica reducción de costes, con destrucción de ocupación que se transfiere al usuario. Una suerte de acumulación por desposesión extraída de nuestro tiempo y pa/Ciencia. Hago estas anotaciones justo ahora que el ministro Escrivá anda en la deriva expansionista de la siliconización con la panoplia de contribuir al gobierno abierto. Un proyecto millonario que ni es interministerial, ni multinivel ni, por descontado, cuenta con la agencia de la sociedad civil, que hace décadas exige transparencia hoy ni siquiera garantizada por una ley, en el contexto europeo tardía, que se verá traspasada por la opacidad del código que programan las bigtech del complejo industrial-militar del Pentágono.

En su reciente comparecencia en el Congreso, el Ministro de Transformación Digital y Función Pública (parece un oxímoron a la luz del sistema de información privativo que nos domina), propuso tres consensos básicos. Un concurso para el impulso ético de la Inteligencia Artificial, siguiendo los lineamientos, insuficientes, de Bruselas, el desarrollo de las capacidades tecnológicas del país, promoviendo inversiones estratégicas e infraestructuras en apoyo a las empresas y la administración, y, finalmente, la transformación de la Administración Pública para la mejora de los servicios y prestaciones a la ciudadanía. Un consenso que exige desde la izquierda respuesta en forma de claro disenso porque las tecnologías no son propias, el código no es libre y tales políticas se vienen haciendo y se hacen sin participación ciudadana, quizás, cabe pensar, para garantizar esas inversiones extranjeras, expandiendo el dominio de los Musk de turno. Recientemente, mis compañeras de grupo parlamentario Gala Pin y Tesh Sidi, lideraban una proposición no de ley contra el uso de la IA en el genocidio contra el pueblo palestino. En la iniciativa que suscribimos, señalamos cómo los avances tecnológicos y la infraestructura digital civil es hoy un elemento clave para sostener el régimen de apartheid y la masacre. Los mismos trabajadores de empresas tecnológicas como Google y Amazon han impulsado una campaña No Tech for Apartheid en la que piden a los dos gigantes de la tecnología que rompan relaciones con Israel, mientras éste siga usando su tecnología para la guerra. Contratos como el proyecto Nimbus (un acuerdo entre Google y Amazon para ofrecer servicios en la nube a lsrael por un monto de 1,2 billones de dólares) es la otra cara de la moneda del régimen de excepción que se está prefigurando. La era del perfila sirve para el genocidio y para la disciplina de las voces discordantes en el Norte pudiente. Así ha sido desde el origen de la alianza capital, ciencia y complejo militar del Pentágono, un entente que viene de largo y es determinante de la economía estadounidense, actualmente en caída libre. Ya lo explicó Herbert Schiller en Comunicación de masas e imperialismo yanqui y Mattelart lo analizó en su ensayo sobre satélites y napalm. Así que visto lo visto, sugiero, celebrada ya la Semana Santa, guardados en los armarios capirotes y mantillas de la moda retro que nos invade, ahora que es tiempo de primavera, pasar de la cofradía de la sentimentalidad big tech a la política de la peineta digital. Un gesto de dignidad que ha de traducirse en políticas activas de transición digital justa y democrática, con más cuerpo y corazón, y mayor sensibilidad, si no queremos convertir la era de la Inteligencia Artificial en el retorno a la fase anal de la humanidad. La historia y evolución del capitalismo informacional es más que ilustrativa a este respecto. Hora pues de cambio de sentido.

Movimiento Vecinal ENTRE AMIGOS Polígono Sur

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Mesa abierta en Radiopolis, desde la que abrimos micrófonos para dar a conocer la realidad y la lucha de los vecinos del Polígono Sur en defensa de sus derechos. Conducido por Rafael Bascón y Víctor González, como representantes del colectivo nos acompaña Rosario García, porta voz y activista de Entre Amigos y el Diputado ante el Congreso Nacional por SUMAR Francisco Sierra.

Resultados Elecciones Europeas 2024 SINCERARNOS PARA AVANZAR

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Desde nuestro espacio de información abrimos el análisis y posterior debate sobre los resultados de los comicios europeos y el creciente avance de la Derecha y Ultra Derecha en el Viejo Continente. De manera sincera y autocrítica conversamos con Francisco Sierra Diputado Parlamentario Plurinacional por SUMAR ante el Gobierno Central del Reino de España. Entrevista realizada por Víctor González, Rafael Bascón y Diana Carbajal van de Kerkhof para Radiopolis 92.3 FM

Sumar trabaja en la creación por ley de un fondo estatal contra la exclusión en los barrios vulnerables

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El diputado de Sumar por Sevilla, Francisco Sierra, lleva meses, junto con sus compañeros andaluces, manteniendo encuentros con los vecinos y vecinas de los barrios más vulnerables de la comunidad. Es en Andalucía donde se acumulan las zonas con peores indicadores de renta de todo el país, según el INE.

«Además de la España vaciada tenemos espacios urbanos en todo el territorio nacional, en Andalucía especialmente, en los que el Estado no está. No está para los servicios públicos», afirma Sierra en un encuentro con Público.

«Hay varios sesgos de la desigualdad muy brutales, uno tiene que ver con la clase, que históricamente conocemos; está también el de género, del que somos cada vez más conscientes en la política y en las políticas públicas. Y otro está en donde vives. Según tu código postal ya estás condenado a un itinerario de vida«, añade.

De esos trabajos con representantes vecinales ha surgido, explica Sierra, la idea de presentar un proyecto de ley en el Congreso en el que se recoja la creación de un fondo del Estado, que estaría vinculado a los presupuestos generales, es decir, contaría con una financiación anual, para combatir la exclusión.

Al reparto de ese dinero podrían optar todos los barrios del Estado en situación de vulnerabilidad –los parámetros y detalles irían recogidos en un reglamento–. Lo que pretende Sumar es que cualquier zona urbana desfavorecida, no solo en ciudades sino también en entornos rurales, pueda, mediante un trabajo desde abajo y con la colaboración de los ayuntamientos y comunidades autónomas, dar lugar a un plan integral específico y propio, que el Estado financiaría.

Por la red circula un manifiesto impulsado por entidades vecinales y titulado Por una ley integral de barrios vulnerables. En él se recoge lo siguiente: «Nos proponemos la elaboración y aprobación de una Ley de Barrios Vulnerables en esta legislatura que apruebe un Fondo de Recuperación Urbana, Ambiental y Social para evitar el riesgo de fractura social y hacer frente a la crisis ambiental».

El programa electoral de Sumar recogía la «creación de un programa estatal para los barrios vulnerables» que «pondrá a disposición de las comunidades y de los ayuntamientos los recursos y el apoyo necesario para desarrollar estas intervenciones a través de convocatorias anuales de ayudas directas«.

La idea que plantea Sierra profundiza en esa promesa electoral: «Vimos [durante el trabajo con los vecinos] –explica– que era necesario un proyecto de ley que fuera integral, en el que colaboren los ayuntamientos, las autonomías y el Estado, y que sea interdepartamental. Los diagnósticos que hemos hecho en los barrios que hemos visitado [nos dicen que] es que los proyectos [planteados hasta ahora] son fragmentarios, discontinuos».

«El objetivo fundamental –agrega el parlamentario– es un proyecto que sea una política de Estado. Hicimos un equipo técnico los diputados de Andalucía, con el objetivo de lograr un diagnóstico participado; no queríamos una prueba de laboratorio».

«Dijimos: vamos con los vecinos, que nos van a decir seguramente lo que ya sabemos, en algunos casos, desde hace más de 30 años. Pero vamos a construir con ellos y esto es el resultado de lo que ha salido: la ley surge desde la iniciativa parlamentaria pero se edifica con diálogo y desde una escucha activa real«, reivindica Sierra.

La arquitectura del fondo

Así cuenta Sierra a Público la arquitectura de ese fondo: «Gran parte de las competencias para [ejecutar] un plan integral para un barrio son municipales y autonómicas. Hemos estado dándole vueltas y hemos optado por un modelo similar a los fondos Feder, que es un modelo concursal. Es la única manera en que el Estado puede disponer de fondos y programas, que con la participación de ayuntamientos y autonomías, puedan lograr el objetivo final, que es cambiar los barrios».

«Hay otros dos elementos importantes –agrega el diputado–. Las Comunidades tienen que cooperar. Como en la ley de dependencia [se habilitaría] un sistema de lealtad institucional, de cooperación institucional, esto hay que garantizarlo en la ley. Y un elemento que queremos introducir es que haya una participación vecinal, que los vecinos no estén como destinatarios, sino que puedan participar en el proceso».

La idea de base la resume Sierra de este modo: «Ahora que tratan de destruir las bases del Estado del Bienestar, la sanidad, la educación, lo que queremos nosotros es ampliarlo y atender desde el Estado políticas avanzadas».

El meollo es, en efecto, esa partida, que, de ser aprobada, garantizaría continuidad y flexibilidad en los proyectos. ¿Cuánto podría destinarse cada año a estas políticas? «La parte más delicada va a ser esa: dotar un fondo», asume Sierra. «Como política del Estado del Bienestar –agrega–, habría una cuantía en los Presupuestos Generales del Estado (PGE) que están dotados para lograr continuidad. Esta política hay que seguir peleándola. Tendríamos un marco de ley al que podrían apelar los vecinos y, si la sacamos adelante, sería una obligatoriedad establecer esos fondos».

«Queremos –añade el diputado de Sumar– que un único fondo integre todo: todas las variables que formen parte de una partida y así evitar la dispersión de esfuerzos. Las cantidades de dinero anuales en los PGE las tendríamos que negociar como una política de Estado, como sucede con la ley de dependencia: hay unas partidas específicas anuales para este programa. Este es el compromiso que tenemos que establecer».

El proyecto, para ver la luz, aún tendría que superar varias fases. Primero, cerrar los detalles con las organizaciones vecinales. Después, registrar la proposición de ley en el Congreso –para lo que se necesita consenso en la coalición– y, posteriormente, en su caso, negociarla con la mayoría de la investidura. Un complejo plan, que requeriría del apoyo de numerosos grupos parlamentarios, de diferentes sensibilidades.

«Va a ser difícil, pero tenemos que empezar. Lo estamos concretando con los vecinos y esperamos que sea política pública, de Estado. Nuestra hoja de ruta es el mes de junio. Nos faltaría terminar los diagnósticos y mantener un encuentro, porque todavía tenemos que hacer ajustes en los documentos, con los vecinos. Y después, hacer el registro», afirma Sierra.

Flexibilidad y trabajo con los vecinos

Rosario García, portavoz de la Plataforma Nosotros también somos Sevilla y vecina del Polígono Sur, explica que, en efecto, han estado desde el principio tratando con Sumar sobre este proyecto. Después de muchos años de promesas y de planes que no han terminado de solidificarse, García no pierde la ilusión. «Yo no sé alguna gente, pero yo no la voy a perder«, afirma, mientras comparte un café con el diputado Sierra y con Público.

«El proyecto tiene que mirar de cara a las necesidades que tenga la gente«, agrega. Luego, García pone un ejemplo: «El Polígono Sur no tiene las mismas características que Torreblanca [otro barrio vulnerable de Sevilla]. Mucho depende del Estado».

García plantea también que la ley debe permitir la flexibilidad en los planes: «Hay que conocer a las personas, hacer un plan que trabaje con las personas, sabiendo la realidad que tienen. En un despacho, es muy bonito el proyecto, pero cuando se lo presentan a Juan, no tiene nada que ver con la necesidad de Juan. Los proyectos [no] se [pueden] plantear desde un laboratorio y que se diga, Juan, esto es lo que hay que hacer con él».

Explica Sierra: «La ley va a ser la misma para todos, pero el plan cambiará según el barrio. Un plan integral por barrio: eso permite ese concepto de flexibilidad y adaptabilidad que decía Rosario García. La ley va a ser general, lo que da es un fondo y un marco normativo para cada territorio. Lo que va a hacer un barrio de Almería, de Bilbao o de Sevilla no va a ser lo mismo: va a ser distinto. Entonces, se hará el plan integral de acuerdo a la casuística«.

«Aquí se hace hincapié en rehabilitación de vivienda y seguridad y a lo mejor en otro barrio interesa más la educación y el empleo. El plan integral se construye desde el territorio. Al ser por concurso, se permite esto, construyes el proyecto y lo haces con los actores«, agrega el parlamentario de Sumar.

«En cada caso, hay que ver», afirma Sierra. «Esto es lo difícil: crear una comisión en la que colaboren las distintas administraciones. Esa es la idea. El plan, en cada caso, tiene que abordar todos los elementos. En el caso del Polígono Sur hay competencias de Interior muy claras», reconoce.

García añade: «Desde la plataforma no queremos que ningún barrio se quede fuera. Que en tal barriada, el Ayuntamiento tendrá que ver junto con la [administración autonómica] y el Estado y los vecinos cómo arreglan las cuestiones. Así lo veo yo. Lo que queremos es que todos los barrios a nivel del Estado salgan de esta situación. Las personas tenemos que vivir dignamente. Y punto«.

Sobre las razones por las que en Sevilla el plan integral que se elaboró para el Polígono Sur no ha terminado de cuajar por completo, García asegura: «No se ha cumplido. Estuvimos dos años para elaborarlo, comisiones de barrio, dos años escribiendo las necesidades, se aprueba el plan integral, se nombra al comisionado, pero luego no se trabaja integralmente«.

«Se han hecho cosas, claro», agrega. Pero pone este ejemplo: «Hay entidades que han hecho proyectos, que han trabajado con la abuela y luego con la hija y ahora con los nietos. Si yo trabajo con la abuela es para que sea capaz de sacar adelante a la familia y no para que su hija entre en el programa después. Si se repite eso, es porque no ha dado el resultado«.