Francisco Sierra Caballero: «Es hora de afrontar un debate nacional sobre los mediadores o intermediarios del discurso del odio»

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¿Qué te ha llevado a dar ese paso adelante, y por qué ahora?

Como buen gramsciano, somos conscientes que no es posible la transformación social sin el compromiso histórico, sin contaminarse y asumir una suerte de epistemología del barro, nunca mejor dicho, en estos tiempos de fango y emergencia de las cloacas del Estado. Mantenerse en el espacio cómodo de la Universidad y el trabajo intelectual ajeno a la disputa política en un momento de cuestionamiento y ataque a la democracia y las libertades públicas no es ética ni socialmente sostenible. Es verdad que nunca antes he estado en la primera línea de la política, pese a los años de militancia y el trabajo en espacios como la FIM. Mi modesta contribución ha sido siembre en la lucha de las ideas y en los movimientos sociales, pero ante la actual coyuntura histórica y la propuesta de SUMAR había que aceptar el reto y trabajar por la construcción de un frente amplio. Y en ese empeño estamos, orgulloso de encabezar la lista al Congreso por Sevilla, por la Sevilla de Pepe Díaz, de una tradición y una cultura política que siempre ha pensado el principio esperanza en términos de unidad popular.

El 23J la izquierda superó las expectativas que todos tenían ¿Cómo analizas el resultado y el aumento de la participación cuando estábamos en plenas vacaciones?

Durante toda la campaña, tratamos desde el minuto uno de hacer pedagogía democrática explicando el fenómeno de la espiral del silencio, el marco cognitivo que la ultraderecha y el poder mediático instalaron en el espacio público sobre la supuesta mayoría absoluta de PP/VOX. Y avisamos que la encuesta más ajustada a la realidad era la del CIS. Los medios construyeron una burbuja mediática que pronto se fue desinflando. Cuando visitamos barrios y pueblos de Sevilla no solo percibimos una mayoría social a favor de un gobierno de progreso, sino un impulso e ilusión por el proyecto SUMAR que no percibíamos desde los tiempos de Convocatoria por Andalucía con Julio Anguita. Sabíamos que la movilización era esencial y que el discurso ultramontano de la derecha tenía por objeto, con los bulos y la desinformación, incentivar la desmovilización. Afortunadamente, logramos con un modelo de campaña muy capital, muy boca a boca, desmontar el imaginario de la mayoría absoluta de la derecha. En este sentido, la valoración, considerando las fechas y la presión ideológica de los poderes fácticos, puede ser calificada de muy positiva. En particular, la campaña de SUMAR ANDALUCÍA en Sevilla fue sin duda la mejor con diferencia, triplicamos en actos a otras fuerzas políticas, y logramos, cualitativamente, llegar a dialogar y pensar en común con la ciudadanía en los actos sectoriales y en cada territorio. Una experiencia que debe ser continuada.

No pasaron. Hemos resistido. PP y Vox no suman pero la izquierda lo tendrá más difícil que en la anterior legislatura para desarrollar su agenda progresista. ¿Cómo ves la configuración del próximo gobierno?

Era un hecho que el resultado iba a ser ajustado. Han sido meses de desinformación y campaña de la derecha mediática que han ido calando en la opinión pública, pero habrá nuevo gobierno de coalición y será una legislatura que debe abordar el frente cultural y la disputa política del sentido. Probablemente, las iniciativas legislativas van a ser limitadas por lo complicado del escenario de gobernabilidad, pero tengo el convencimiento que esta puede ser una oportunidad para articular el frente amplio de SUMAR como movimiento político y social e introducir en la agenda política debates pendientes como la financiación autonómica, particularmente lesiva para los intereses, por ejemplo, de Andalucía.

¿Cuál es el trabajo que tiene por delante Sumar a corto, medio y a largo plazo?

El primero y fundamental es definir el modelo de organización y proyectar a medio y largo plazo un proyecto de unidad popular con participación de la ciudadanía que defina en los territorios la organización del movimiento político y social y la construcción del sujeto político que haga posible el proyecto de país para la mayoría social. Hay que avanzar además en las propuestas programáticas y la agenda a llevar en la XV Legislatura, y desde luego pasar del ciclo de coaliciones y acuerdos puntuales a la constitución de una plataforma e identidad política con participación de los partidos, pero abierta al proceso transversal, participativo, desbordante que hemos podido palpar en la campaña y que sin duda demanda la ciudadanía ilusionada con la propuesta de SUMAR. Estas tareas postergadas por diferentes circunstancias deben ser, a mi juicio, prioritarias. Y exige volver a trabajar en los barrios, los centros de trabajo, los espacios públicos perdidos por una visión limitada de la actuación partidaria.

¿Qué objetivos te gustaría ver realizados en la próxima legislatura?

Desearía ver alcanzados al menos tres objetivos en esta legislatura. Primero, debemos suprimir la ley mordaza para recuperar el derecho a luchar por tener derechos. Es irrenunciable. No hay garantía de propuesta y protesta, de manifestación y reunión sin abordar este retroceso democrático. Por otra parte, desde el sur, desde Andalucía, es vital definir el modelo de financiación autonómica. Precisamos una agenda política andaluza propia, voz y políticas para atender por ejemplo la problemática de los barrios más pobres que sufren la desigualdad en nuestra tierra. Y en tercer lugar, aunque puede parecer muy específico o propio del interés académico de un experto en economía política de la comunicación, tenemos un serio problema de déficit democrático en el sistema informativo. Es preciso instituir un consejo estatal de medios como en el resto de países de la UE y definir políticas democratizadoras de la función informativa frente a la actual deriva tóxica y de degradación del trabajo periodístico. El duopolio y los intereses ocultos de los medios del sistema mediático explican la polarización y degradada calidad del debate durante la campaña o en la discusión de las iniciativas normativas del gobierno de coalición. Sabemos que no hay democracia sin información ni periodistas, pero esta se ha adulterado, en forma de fakenews, y los profesionales de la información precarizados viven a merced de intereses bastardos, cuando no se prestan a ser verdaderos francotiradores, y todo ello sin regulación ni fiscalización democrática por las políticas públicas. Es hora, en fin, de afrontar un debate nacional sobre los mediadores o intermediarios del discurso del odio. No es aceptable normalizar la barbarie que vulnera todas las normas deontológicas del oficio. Si no acometemos este reto, está en peligro la democracia.

Entrevista a Francisco Sierra, candidato de Sumar al Congreso por Sevilla

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Entrevista a Francisco Sierra, candidato de Sumar al Congreso por Sevilla, en el programa «Despierta Andalucía» de Canal Sur TV, dentro de la ronda de entrevistas recogidas en el plan de cobertura electoral para los comicios generales del 23 de julio.

Canal Sur Radio y Televisión invita a las entrevistas en cadena a los candidatos/as de las fuerzas políticas con representación en el Congreso de los Diputados obtenida en las anteriores elecciones generales en el ámbito de la Comunidad Autónoma de Andalucía.

En el caso de las desconexiones, Canal Sur Radio y Televisión invita a las entrevistas a los candidatos/as de las fuerzas políticas con representación en el Congreso de los Diputados obtenida en las anteriores elecciones generales en el ámbito de la provincia correspondiente, y de las fuerzas políticas que tengan la condición de significativas en la provincia en los términos fijados por la Instrucción 4/2011, de 24 de marzo, de la Junta Electoral Central, de interpretación del artículo 66 LOREG.

El número de entrevistas es proporcional con el número de votos obtenidos por las fuerzas políticas representativas en las anteriores elecciones generales.

Enlace: https://www.canalsur.es/noticias/entrevista-a-francisco-sierra-candidato-de-sumar-al-congreso-por-sevilla/1951627.html

Francisco Sierra, candidato de Sumar en Sevilla: “Yolanda Díaz es garantía de que va a mejorar la vida de la gente”

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Catedrático de Teoría de la Comunicación de la Universidad de Sevilla, volcado con proyectos en Latinoamérica y autor de manuales a los que se asoman el marxismo, el imperialismo, la propaganda y el control de los medios, Francisco Sierra fue uno de los rebautizados como cascos azules que remó por una candidatura unitaria de toda la izquierda en las últimas elecciones autonómicas. Designado cabeza de lista de Sumar por Sevilla, está radicalmente convencido de que, al margen de los últimos resultados electorales, la sociedad española es mayoritariamente progresista. En el proyecto de Sumar, cuenta con que los diputados andaluces tendrán voz propia e incluso portavocía.

A unos días de las elecciones, las señales mayoritarias que se emiten no son las mejores para la izquierda, ¿usted mantiene la esperanza?

No solo tenemos esperanza, sino que estamos convencidos de que vamos a formar una mayoría social porque así lo estamos percibiendo en contacto con la ciudadanía, hay una voluntad de apoyar a la izquierda y un crecimiento significativo de Sumar. Las encuestas tienen siempre sesgo y en muchos casos no van a responder a la realidad, estoy convencido de que no va a haber una mayoría de derechas suficiente para gobernar y de que nosotros tenemos un porcentaje de indecisos considerable que en esta recta final va a decantarse por nosotros.

¿No cree que hay un giro social a la derecha, como indican las últimas elecciones municipales y autonómicas?

Ahí hay una mentira, todavía hay una mayoría de izquierdas porque hay un voto escondido tanto a Sumar como al PSOE. En términos de sociología electoral se ha hecho una lectura que es inapropiada e inconsistente: no ha habido un desplazamiento del voto a la derecha, ha habido una falta de participación de sectores populares que habitualmente apoyan a la izquierda. El reto que tenemos en Sumar es que se incorporen y que apoyen a las opciones de progreso, pero no es verdad que haya una mayoría social que apoya a la derecha.

La desmovilización progresista es una cuestión detectada hace tiempo, y pese a ello todavía no han sabido dar con la tecla…

Pero ahora es distinto, porque en otras convocatorias electorales la izquierda estaba dividida en varias opciones políticas, eso no ocurre en este momento. Hemos logrado una unidad de la izquierda que es un reclamo para votar, eso ya es un punto de ventaja, ir como Sumar en todos los territorios implica una garantía. Estamos convencidos que hay una mayoría social que nos va a respaldar, y hay mucho voto del PSOE que se va a transferir a Sumar como opción de garantía para un Gobierno de progreso.

Pues en el PSOE cuentan con que ocurra al revés, incorporar a potenciales votantes de Sumar. 

Sí, con el discurso del voto útil. Pero es que el voto útil para un Gobierno progresista es Sumar, no el PSOE, y por dos razones: primero, porque es determinante para hacer políticas públicas que quieren la mayoría social y el votante de izquierdas; y segundo, porque muchos escaños van a depender de los restos, los últimos diputados que se reparten en cada provincia. Sumar va a disputar y vamos a ganar la tercera posición y eso, en términos de ley electoral, implica una diferencia sustancial respecto a lo que dicen las encuestas. Por mucho que han criticado a Tezanos, creo que la realidad del 23J se va a aproximar más al mapa que dibuja el CIS.

¿Teme que se dé una situación en la que Sumar cumpla sus expectativas pero el PSOE esté por debajo de las suyas y no salgan las cuentas?

Esperemos que no por la mayoría de la población de este país, porque el PP no tiene capacidad de interlocución y de pacto en el Congreso, sólo tiene margen de maniobra con Vox, que es un partido constitucional pero anticonstitucionalista. El PP lo que ha hecho es confrontar con el nacionalismo vasco y el catalán, con las diferentes sensibilidades de España, con acusaciones muy graves y además falsas. Pero lo más grave es desde el punto de vista de los derechos humanos, ¿qué garantías habrá con un Gobierno PP-Vox? Así que, con el número de indecisos que hay, confiamos en que se movilicen los votos del electorado progresista, porque el pueblo español sociológicamente es de centroizquierda, es progresista.

¿Cree que la ciudadanía le ha perdido el miedo a la ultraderecha y la contempla como una opción real de Gobierno que no le asusta?

Creo que ha habido un proceso de normalización, y de eso ha sido muy responsable el PP, llegando a pactos en muchos municipios y comunidades autónomas con la extrema derecha, que es una línea que la derecha de la que forma parte en Europa no acepta. Además, los medios de comunicación han normalizado el discurso del odio y las violaciones de derechos humanos discursivamente, eso tiene un efecto grave que incide en que se acepte como normal. Pero democráticamente no lo es, porque los derechos humanos están para ser cumplidos. Es normal que el PP tenga posiciones muy conservadoras, pero ha cogido una deriva trumpista de desinformación y mentiras. Todo esto hace que efectivamente la población haya normalizado y no tenga miedo a la ultraderecha, pero esa normalización no quiere decir que no sea un peligro y una amenaza para la democracia, creo seriamente que lo es.

Al margen de su militancia progresista, y como experto en comunicación, ¿cómo explicaría el éxito del mensaje de la ultraderecha?

Como ha sucedido en EEUU con Donald Trump, esa comunicación se hace boca a boca a través de las redes digitales. Hay que recordarle a la población que las redes sociales, los grandes conglomerados, son un oligopolio de comunicación que ha colaborado en golpes de Estado en varios países o en el éxito del Brexit. Y tampoco es aceptable que esto se normalice en los medios de comunicación, hay normas deontológicas que hay que cumplir. No se puede dar simplemente la voz a Vox para que haga declaraciones estrambóticas contra los mena, contra la población migrante, contra las mujeres, contra el feminismo, contra todo aquello que no sean ellos. Por eso, esta normalización no es resultado espontáneo de que la gente se identifique con Vox, ha sido un proceso de naturalización en la opinión pública para establecer como aceptable algo que es indigno e inaceptable.

¿Y por qué la izquierda es incapaz de encajar su mensaje de la misma manera?

Si el sistema mediático no fuera oligopólico, duopólico prácticamente en España, y hubiera más medios progresistas, probablemente la realidad sería otra muy distinta en términos de deliberación democrática. En ese contexto, la izquierda tiene muchas dificultades, y además el electorado de izquierdas es muy crítico y exigente, no se va a conformar con cualquier tipo de propuesta. Nuestro sistema mediático es híper concentrado y eso no favorece la pluralidad ideológica, el pluralismo interno, ahí tenemos un déficit importante. Otra cosa distinta es que nosotros tendríamos que aprender a hacer mejor pedagogía democrática con la ciudadanía, explicar las propuestas y el sentido de lo que está en juego en este proceso electoral, que es lo que está haciendo Yolanda Díaz.

En este contexto de desencanto del electorado progresista, ¿la izquierda tiene futuro?

Yo creo en este proyecto, en Sumar como más que una coalición de partidos, estamos apostando por un movimiento político social. Es un proyecto de mucho futuro, de unidad de la izquierda, de alcanzar transversalmente a sectores que tienen sensibilidades diferentes, de recoger la pluralidad de la izquierda social y de la propia sociología electoral de nuestro país. Así que sí, tenemos muchas expectativas, Sumar tiene un horizonte de crecimiento ilimitado más allá del 23J. Y, en clave ya de Andalucía, es un proyecto que es la esperanza para construir una alternativa para nuestra tierra.

¿Por qué cree que hay que votar a Sumar en Andalucía?

Porque las políticas que hemos hecho a nivel estatal han beneficiado a los sectores más vulnerables de la sociedad andaluza: salario mínimo interprofesional, empleo estable, mejora de las pensiones…. Estas políticas son de Yolanda Díaz, que es garantía de que va a mejorar la vida de la gente. Además, nosotros vamos a tener una agenda andaluza y, en mi caso, sevillana. Va a haber una voz andaluza, un grupo de diputados andaluces que marcarán la agenda de prioridades para nuestra tierra. De hecho, con los recursos que tengamos en función de los resultados aspiramos a abrir una oficina parlamentaria y a estar continuamente en el territorio, cambiando un modelo que debería ser nuestra estructura, algo similar al estilo británico, en el que de algún modo los diputados tienen que rendir cuentas en su territorio. La idea es tener un tiempo propio y una portavocía propia como Sumar Andalucía, sería lo deseable y aspiramos a ello.

Tras las tensiones que se produjeron en el nacimiento de Sumar, ¿teme que afloren los recelos si los resultados no son los que se esperan?

He tenido muchos encuentros con militantes de Podemos y tienen claro que Sumar es la alternativa. Es verdad que el proceso les resultó doloroso y no entendieron algunos elementos del acuerdo, hay cierto malestar de las bases porque esperaban que algunos líderes notorios estuvieran teniendo un papel más protagonista, pero están haciendo campaña con Sumar y están trabajando. Esto es un proyecto de apuesta a futuro como en su momento lo fue Podemos, ese papel de aglutinante que jugó Podemos hoy día es de Sumar. Creo que va a ser un ciclo largo, Sumar ha venido para quedarse y Podemos tiene que estar.

Con lo tormentosas que han sido las coaliciones progresistas en Andalucía, ¿da por hecho que Sumar se va a asentar como marca?

Como marca, como fórmula y como proyecto político, sí. Sumar Andalucía queremos que sea un proyecto alternativo para gobernar la Junta dentro de tres años y, por supuesto, también a nivel estatal. No estamos pensando en una simple coalición, la voluntad de la mayoría de los que vamos en la candidatura es construir una nueva fuerza unitaria y un frente amplio de todos en el que se puedan reconocer las distintas sensibilidades, los partidos que lo conforman, pero también ciudadanos que libremente deciden participar. Lo siguiente ahora sería pasar de coalición a movimiento político social. Para las elecciones andaluzas del año pasado asumí con Sebastián Martín Recio un papel de mediador para lograr la unidad de la izquierda, lo que no se logró de pleno ni del modo como queríamos. Asumir la candidatura de Sumar por Sevilla es como esa mediación, seguir construyendo un proyecto de futuro de la unidad de la izquierda para terminar con la fragmentación, la división y la desunión, porque eso la gente lo penaliza. El votante de la izquierda no ha votado a la derecha, se ha quedado en casa, no ha ido porque no le ha ilusionado que llegues a un acuerdo mal, tarde y después de una disputa que nadie comprende porque programáticamente no hay razones para no ir juntos.

¿El desafío es incorporar al proyecto a Adelante Andalucía?

Tenemos que dar tiempo a los procesos, pero confiamos en que ellos estén porque son una parte importante de la izquierda andaluza que representa a los anticapitalistas y a la izquierda andalucista, que también está en nuestra candidatura con Iniciativa del Pueblo Andaluz. Tiene que haber un proceso de tiempo y de diálogo, pero estamos dispuestos a que lideren también dentro de Sumar Andalucía una propuesta de futuro para nuestra tierra con clara identidad andalucista, ecologista y feminista.

¿Su labor de mediación para las andaluzas, en la que se llegó a decir que hablaban en nombre de Yolanda Díaz, es lo que le ha abierto a ser ahora candidato?

Imagino que lo de haber sido mediador ha contado significativamente, pero también mi perfil profesional de catedrático, de persona progresista que ha estado en movimientos sociales en diferentes espacios, militando y desarrollando una política de izquierda en la Universidad y en otros ámbitos. Necesitamos en el Congreso profesionales que vengan de la sociedad y que no todas sean caras ya conocidas del ámbito de lo político. Yo nunca he tenido un cargo público.

¿Y eso no le pone en una posición de debilidad desde un punto de vista orgánico?

Puede ser, pero yo quiero pensar al revés, que estamos construyendo algo nuevo. El objetivo es pensar como un proyecto en común, no como una coalición electoral. Lo que viene después el 24 es dar forma a este proyecto y a lo que representa Sumar Andalucía desde el punto de vista orgánico y, por tanto, de espacio de representación. Yo no tengo una ambición política ni tengo una vocación política, entiendo la política en el sentido de Gramsci de que toda persona, por el hecho de pensar, es intelectual; todo ciudadano, por el hecho de ser sujeto, es sujeto político. Me considero político en ese sentido, que soy un ciudadano que tiene vocación política y que defiende causas justas y derechos. Lo demás lo dirán después las bases, la mayoría, pero creo que las formas tienen que ser como fue Convocatoria por Andalucía en su inicio: elaboración colectiva, participación de la ciudadanía, rotación en los cargos, transparencia y debate público. Y ahí nos encontraremos.

¿Todo eso será suficiente en Andalucía para erosionar al PP, que se ha asentado vendiendo un perfil moderado de Juan Manuel Moreno?

Pero es que no es un moderado, es un ultra, porque las medidas que ha tomado en Doñana son de posiciones extremas, como también en la sanidad pública y en los procesos de privatización de servicios esenciales para la ciudadanía, eso es de ser ultraliberal y nada moderado. Es verdad que durante este tiempo hemos tenido una situación de transición, pero a partir del 24 iniciamos un proceso para consumar nuestro fortalecimiento y desarrollo en todo el territorio andaluz. Y evidentemente eso va a cambiar las reglas del debate y la discusión.

Por cierto, ¿teme quedar señalado como el que le volvió la cara a una candidata de Vox en un debate electoral?

No, no me preocupa, era un acto de protesta simbólica. Tengo una trayectoria de muchos años como investigador académico y de participación en movimientos sociales, y del mismo modo que por ese gesto he recibido críticas duras y en algunos casos de manera muy maleducada, descortés y grosera, incluso por parte de periodistas, pues también he notado un recibimiento positivo y el respaldo de la ciudadanía, no sólo de los votantes.

¿Se arrepiente de haberlo hecho?

No, en modo alguno, era un gesto de protesta simbólica y punto, ahí quedó. Es puntual, y tenía el objetivo de hacer ver que no puede ser natural aceptar un discurso que ataca a los derechos humanos y que se ancla en el odio. No puede ser aceptable para las instituciones democráticas, empezando por los medios de comunicación, que cumplen una función vital y sin embargo no señalan nada sobre el discurso del odio contra los migrantes, las mujeres, la diversidad sexual… Ese es el problema.

¿Las declaraciones de Yolanda Díaz diciendo que a Vox hay que confrontarlo de frente las entendió como un toque de atención?

No lo considero un tirón de orejas. Yolanda Díaz tiene mi teléfono, me hubiera llamado y me hubiera advertido. Es llamativo que cuando hay un acto de protesta a la izquierda se pone el acento y se carga contra él, pero ante este discurso del odio y la violencia no se dice nada por parte de los medios. Eso sí me preocupa.

Entrevista a Francisco Sierra (Sumar): «Hay que cambiar la matriz productiva de Sevilla, que no dependa solo del turismo»

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Francisco Sierra proviene del mundo académico, concretamente de la Universidad de Sevilla, pero asegura que en un «momento histórico» como el actual, no podía eludir la responsabilidad que le propuso Yolanda Díaz para encabezar la lista de Sumar por Sevilla en las próximas elecciones generales del 23 de julio.

¿Qué le hizo aceptar la propuesta de Yolanda Díaz para encabezar la lista por Sevilla?

Sumar representa un hito histórico de unificación de la izquierda, un proyecto regeneracionista y reformista. El compromiso con construir una alternativa, el compromiso de los que nos hemos estado dedicando a la academia y que hablamos de la necesidad de conocer para transformar y transformar para conocer. Es evidente que el liderazgo de Yolanda se ha traducido en mejoras para la gente, concretas, reales, de salario, de pensiones, de política de estabilización… En este momento, que es histórico, clave, que nos jugamos una década de políticas de progreso, no puedes eludir asumir esa responsabilidad, para mí inédita porque he estado siempre en el mundo de la Universidad. Con esa ilusión y ese entusiasmo lo asumimos, pensando también en clave andaluza.

Fue usted mediador social en las negociaciones de la izquierda en Andalucía para las elecciones autonómicas, un pacto que llegó in extremis, con Podemos jurídicamente fuera y con unos resultados en las urnas que no fueron los esperados. ¿Qué aprendizaje sacó de aquello?

Ahora no hemos tenido esas dificultades tan extremas. Creo que las lecciones sirven para aprender. Y la ciudadanía tiene claro que la unidad debe ser estratégica, un proyecto unitario a largo plazo, no una coalición electoral de coyuntura. Lo segundo y fundamental es que estamos en un universo político de una realidad compleja que necesita la diversidad, pero también la unidad e integración. Y dentro de esa diversidad de fuerzas, programáticamente estamos trabajando juntos para un proyecto de país. La experiencia andaluza ha servido para tener eso presente. Y también los resultados de las elecciones municipales. De manera separada es difícil que se sume. La experiencia andaluza sirvió para demostrar que yendo juntos las condiciones mejoran.

¿Cuál es su postura sobre la ausencia en las listas de Irene Montero que tanta polémica ha generado?

Es una contradicción porque la gente siempre insiste en que quiere caras nuevas. Si hay otras personas, yo por ejemplo no estaría encabezando las listas en Sevilla. La democracia implica también rotación en los cargos, nadie somos imprescindibles. Podemos tener un papel de mayor o menor relevancia, pero lo importante es el proyecto colectivo, y yo pondría el acento justamente en el proyecto común, no en personas. Uno de los problemas de la política hoy día es el hiper personalismo. Esta campaña no es de Feijóo ni Sánchez. En el caso de Sumar estamos hablando de construir un proyecto de país entre todos. Lo demás debe ser irrelevante.

No cree entonces que eso les pueda pasar factura en las urnas.

Estoy convencido de que no por las sensaciones de apoyo, de entusiasmo, de compromiso por parte de la gente. Hemos tenido encuentros en los que se nos acerca gente para colaborar, no como interventor o apoderado, sino para hacer campaña. Gente que estaba estos últimos años desconectada y que no estaba trabajando en clave de movilización política. Es decir, hay un proceso de movilización muy claro, ascendente, emergente y, en ese sentido, va a haber sorpresas, porque Sumar, frente a lo que aparece en las encuestas, va a tener unos resultados muy superiores.

Hablando de encuestas. Algunas les sitúan como tercera fuerza, ¿ven posible la mayoría absoluta con el PSOE?

La encuesta del CIS nos sitúa en una horquilla 43-50 y yo, por intuición y viendo qué está sucediendo en Andalucía, creo que vamos a ir a 50-60. Probablemente no va a dar para una mayoría absoluta solo con el PSOE y Sumar, pero nosotros estamos pensando en ser alternativa de Gobierno y no nos conformamos con los datos del CIS. Intuimos que conforme avance la campaña va a haber una mayor identificación con el proyecto, porque estamos haciendo una campaña en positivo y con propuestas concretas. No vamos a estar en la confrontación, salvo para recordar las incoherencias de atacar duramente la reforma laboral y señalar posteriormente que la dejarías porque los datos han sido positivos.

La movilización siempre ha sido clave para la izquierda. ¿Cree que conseguirán la suficiente el 23 de julio?

Nosotros empezamos ya en precampaña a ir a las plazas, a los pueblos, a los espacios públicos. Es verdad que las fechas son difíciles desde el punto de vista climatológico, pero vamos a ampliar ese espacio público, que no son solo los medios, son las calles, plazas, mercados, centros de salud, puestos de trabajo… Esa actividad que había perdido peso frente a la dimensión mediática o los grandes actos. Y la respuesta está siendo muy positiva, la gente llega, se quiere inscribir, quiere formar parte de Sumar y esa es la forma más fácil de movilizar.

Sumar planteó cuatro medidas a la JEC para hacer frente al calor el 23-J. ¿Teme particularmente en Sevilla una baja participación por este motivo?

Tenemos leyes que deben adaptarse. El cambio climático va a implicar transformaciones en la economía, la vida cotidiana y también en los procesos políticos electorales. Nuestra propuesta es de sentido común porque la climatología de Sevilla no es la de Bilbao y atrasar el horario de votación es garantizar la participación democrática. Aparte, pensamos que los actos políticos deben ser más cercanos, de escucha activa, y vamos a seguir haciéndolo, en las horas que se pueda, con multitud de actos sectoriales, en territorios, en pequeños grupos, intentando dialogar y no tanto pedir el voto de manera activa. Porque la ciudadanía tiene una cierta desafección por la política, porque no se la escucha, se la convoca solo a votar.

Aunque dice que no quieren pedir directamente el voto, le pido tres razones concretas para que los sevillanos elijan la papeleta de Sumar.

Sevilla tiene unos índices de pobreza, desigualdad, desempleo y precariedad de los más altos de España. Una razón es obvia: las políticas de Trabajo lideradas por Yolanda Díaz han mejorado la vida de los sevillanos y de todos los españoles. Pensiones, subida del salario mínimo interprofesional, estabilidad en el empleo en sectores como el sector servicios, que es hegemónico en la estructura económica de Sevilla. Es decir, sabemos gobernar para la mayoría. Segundo, tenemos un proyecto político no para cuatro años, sino para diez, de mejoras en políticas sociales, trabajo decente, propuestas muy concretas para sectores muy vulnerables, jóvenes y mujeres. Por ejemplo, la reducción de la jornada laboral y la herencia universal. Tenemos que pasar del Estado de malestar, que es lo que hemos tenido en España, a un verdadero Estado de bienestar como modelo de referencia, como el nórdico. Y tercero y fundamental, tienen una garantía que no tiene ninguna formación política, que es Yolanda Díaz y las gentes que componemos Sumar. Lo que decimos lo hacemos, lo que proponemos lo llevamos a la práctica y esa es una diferencia sustancial en campañas en las que se plantean todo tipo de propuestas de saldo. Por eso el voto a Sumar es decisivo. No pedimos el voto útil, pedimos el decisivo, porque si tenemos esa fuerza política para establecer agenda de Gobierno, lo vamos a llevar a efecto y vamos a cumplir, como hemos hecho.

Dicen que estas elecciones van de mejorar la vida de la gente. ¿Qué medidas concretas proponen para paliar a corto plazo el alza de los precios?

Hay medidas concretas sobre la subida del euríbor y la hipoteca, ayudas para favorecer a las familias. Con la excepción ibérica hemos mejorado notablemente y tenemos los mejores indicadores de la Unión Europea, pero queremos intervenir en la distribución de la alimentación y la cesta de la compra para que las grandes distribuidoras no se beneficien de manera ventajista en una crisis como la que se ha generado con el conflicto en Ucrania. También regulación de las energéticas para que el precio de la luz no perjudique la economía doméstica. Tenemos un proyecto muy concreto y es que el poder adquisitivo de los trabajadores de las clases populares no se agote el décimo día del mes.

¿Y si hablamos en concreto de la provincia de Sevilla?

Creo que tenemos que cambiar la matriz productiva. No puede ser que una provincia, ni Andalucía en general, dependa del turismo y del sector servicios. Necesitamos hacer una política industrial, invertir y reforzar el sector agroindustrial, que es un sector de futuro. Y evidentemente la transición ecológica. Hemos tenido en Sevilla y Andalucía empresas, investigadores e ingenieros medioambientales que han estado a la vanguardia del conocimiento. Y ese conocimiento hay que ponerlo en valor, como la economía social.

La propuesta de una herencia universal ha generado polémica al no tener en cuenta el nivel de renta familiar. ¿Puede explicarlo?

Todo derecho básico, como la salud y la educación, tiene por definición que ser universal. Nadie cuestionaría que la Universidad pública sea gratuita y que se beneficien de ello las rentas altas. Con la herencia universal acometemos problemas graves que tiene la sociedad española. Los jóvenes tienen un problema de inserción, de desarrollo de futuro, de ilusión, y hay que crear ventanas de esperanza. Aquí no se asigna automáticamente un cheque regalo cuando nace un niño, hay un proyecto de acompañamiento, de política pública, de formación, para que los jóvenes de los barrios pobres tengan la posibilidad de proyectar con un capital su proyecto de vida. Se está explicando como si saliera del presupuesto público y no es así. Se va a gravar a las grandes fortunas, con una visión redistributiva. Es una solución muy integral, de propuestas que se vienen debatiendo desde los años 90 en el tema de la renta básica universal, que al final vamos a tener que asumir para que haya condiciones de vida para todos. Nosotros nos consideramos una fuerza de la vida y de la libertad y tener una herencia universal permite a jóvenes que no tienen libertad, porque están determinados por la necesidad, construir su proyecto de vida.

¿Qué otras medidas proponen para que Sevilla deje de tener los barrios más pobres de España?

Si hablamos de los Barrios Hartos y de la situación que están viviendo con el suministro eléctrico y los apagones, somos partidarios de una regulación de los operadores del sector hidroeléctrico, tenemos que tener un operador público, igual que hemos defendido históricamente la banca pública, porque es la garantía de que los tipos de interés y las condiciones que establecen el oligopolio bancario o el eléctrico no se impongan sobre los ciudadanos. Hay que dignificar estos barrios con infraestructuras y equipamientos. Descentralizar la administración pública implica también pensar en estos barrios. Un plan estratégico de Sumar tiene que ver con mejorar la vida de la gente, con la justicia y la igualdad social, y políticas muy activas para que tengan recursos. Tenemos que ir a un modelo distinto. La administración debe modernizarse.

¿Para cuándo infraestructuras imprescindibles que llevan años de retraso en Sevilla?

Tenemos propuestas para la mejora del sistema de transporte público, porque es necesario para la movilidad, pero también es una forma de bienestar indirecto que el ciudadano percibe. Uno de los problemas de la pobreza es la movilidad. La primera manifestación de la exclusión es la inmovilidad social, la imposibilidad de desplazamiento en la urbe. Tenemos un programa de transporte sostenible desde el punto de vista del cuidado del medio ambiente, de fomentar la transición energética frente al uso indebido del transporte privado; de recuperación de servicios públicos que están siendo deteriorados, como los de Renfe; y, evidentemente, un proyecto político. El compromiso que asumo es con Andalucía y, en este caso, con un plan andaluz de mejora de infraestructuras, de conexiones interprovinciales, de desarrollo. El Corredor del Mediterráneo, el Puerto de Algeciras, que podría ser el principal de Europa… Vamos a exigir esas infraestructuras estratégicas. Y la descentralización de equipamientos del Estado. Necesitamos que la descentralización sea más integral. Esta idea de concentrar todo en Madrid no es ni sana ni saludable ni tampoco necesaria.

¿Cree que Andalucía tiene la suficiente voz en el Congreso?

Actualmente no, pero Sumar Andalucía va a tener voz y agenda andaluza que va a plantear en el Congreso. Empezando porque es la única candidatura de todas las que se presentan en el espacio andaluz netamente andalucista. Nosotros tenemos varias señas de identidad: ecologista, feminista y también andalucista. Por tanto, vamos a pedir tener una agenda andaluza con todos los diputados y vamos a plantear programáticamente tanto en los acuerdos de Gobierno, si hay coalición, como en los debates parlamentarios, iniciativas legislativas pensando en clave andaluza. Por tanto, va a haber voz andaluza y va a ser la primera vez que se plantearán debates desde la perspectiva y necesidades que tiene el pueblo andaluz.

Dice que es la única fuerza andalucista, pero está Adelante Andalucía, aunque va por separado ¿Les ofrecieron sumarse al proyecto?

Creo que los procesos tienen que ir madurando y después del 23-J queremos abrir un espacio de articulación con todas las fuerzas que no están todavía incorporadas a Sumar Andalucía, y por supuesto, hablaremos con las compañeras y compañeros de Adelante Andalucía para construir un proyecto de país en esa línea. A partir del 24 esperamos poder tener un espacio de diálogo, de reflexión y de construcción de qué queremos para los próximos tres años en Andalucía, qué cambios, qué transformaciones, qué programa y qué tipo de movimiento político social podemos articular. Confiamos en que sean receptivos y se puedan incorporar al proyecto.

Ha resumido la campaña de Sumar en «sumar, contar, coser y cantar». ¿Qué significa?

Sumar, porque más allá del acuerdo entre los 15 partidos a nivel estatal, pretendemos un proceso de construcción. Y, aparte de escuchar, vamos a ir sumando gente, todas esas sensibilidades que necesitan un referente político. Contar, pero no cuentos, porque estas campañas sirven para contar muchos cuentos. Nosotros vamos a contar lo que vamos a hacer, con una diferencia, que lo que decimos, lo hacemos. Coser, porque es una imagen de la que tenemos que aprender de nuestras madres andaluzas en los patios, conversando en común, tejiendo. Esa imagen nos representa porque vamos a ir estableciendo vínculos con los sectores sociales, sindicatos, la economía social, movimientos feministas, ecologistas. Y cantar, porque somos de la pedagogía de la esperanza, estamos ilusionados, vamos a mejorar las condiciones de vida de la gente, vamos a ganar, a tener un proyecto histórico para una década. Hay que cantar porque no podemos construir un proyecto de esperanza si no es con la música del corazón, de la cabeza y de la inteligencia, y eso es construir lo común. Somos una fuerza de la vida y de la alegría. No podemos cambiar la vida sin alegría.

La lectura en mosaico y el efecto burbuja de las redes sociales. Entrevista en La Capital

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Fake news, discursos de odio y noticias que circulan con la brevedad de un video de TikTok. El escenario atraviesa el debate comunicacional. Para el periodista y catedrático español Francisco Sierra Caballero discutir estos temas son desafíos no solo de los medios sino también de las democracias. Y también de las instituciones que forman a los futuros comunicadores, donde advierte que muchos de ellos “tienen como modelo profesional ser youtuber o influencer”.

Sierra Caballero es docente en teoría de la comunicación y director del Grupo Interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social de la Universidad de Sevilla. También experto en políticas de comunicación, nuevas tecnologías y participación ciudadana de la Comisión Europea. Esta semana estuvo en Rosario para brindar un seminario organizado por la maestría en comunicación digital interactiva de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), junto al Centro de Estudios en Derecho a la Comunicación (Facultad de Derecho).

—¿Cómo ve estos debates en la formación de los futuros comunicadores?

—Tenemos un reto de capacitación, porque en la nueva generación de estudiantes de las facultades de periodismo y de comunicación muchos tienen como prototipo profesional ser youtuber o influencer. El modelo va por ahí y creo que en esta materia los currículums de las facultades tienen graves carencias. Materias como ética de la comunicación suelen ser marginales o consideradas menores. En algunas facultades ni siquiera las incluyen en las currículas. Pero más que en la capacitación yo insistiría en la formación política. Necesitamos introducir no solo materias y estudios de política de comunicación, sino pensar cómo regular estas situaciones que se dan en las redes sociales o en las plataformas. Hay que recordar que el gremio periodístico —empresas y periodistas— en general suele ser muy recalcitrante, por no decir reaccionario, respecto de cualquier iniciativa de regulación. Mientras no tengamos marcos normativos será la ley del más fuerte la que impere. El campo de la comunicación es quizás, de todas las actividades públicas y sociales, la menos regulada.

—Mencionaba la cuestión curricular. ¿Los cambios deben hacer foco en las herramientas o también en las cuestiones políticas?

—En las dos. El debate sobre los medios no es solo contenidos. De hecho tenemos una propensión a discutir sobre contenidos, como los que son violentos, racistas, sexistas o hasta clasistas. Pero no vamos a conseguir una ecología saludable y no tóxica de los medios si no discutimos las herramientas. Es decir, quién es el propietario de la infraestructura, quiénes son los que controlan el software. Y no se trata de ser tecnofóbico o contrario a las TICs, ni censurar que los jóvenes utilicen las TICs, sino construir dominio público.

—Un reciente informe del Instituto Reuters sobre el consumo de medios de las nuevas audiencias marca que bajó la confianza en los medios, pero también el consumo de noticias.

—Sí, es una tendencia y no es nueva, lo que pasa es que en las últimas décadas se ha acentuado mucho. Cuando empezó la explosión de internet se debatió en Europa la guerra de las pantallas, una guerra etaria o generacional. Es decir, los jóvenes estaban huyendo de los medios tradicionales y yendo directamente a internet para informarse. Hoy hay dos procesos: el más preocupante es el que tiene que ver con la credibilidad de los medios. Gran parte de las fake news y la desinformación viene por los medios, no viene por WhatsApp o por TikTok. Por lo tanto hay una responsabilidad indiscutible. Después de la clase política los periodistas son los peor valorados en el rol público que desempeñan. El otro tema es más complejo, que es la desintermediación. Es decir, la crisis del papel que tenían los medios de ser puente entre las fuentes y la ciudadanía. Eso ha desaparecido y la gente lee más, pero no en la lógica de la Galaxia Gutenberg. No lee la noticia, lee cruzado, en pequeños fragmentos de información. Con lo cual, la cultura que tienen es una cultura de mosaico, muy fragmentaria, desconectada y desordenada. Se habló en su momento de que iban a imponerse los curadores digitales, pero lo que tenemos son Apps que hacen de manera automatizada selección de informaciones de distintos medios. Sabemos que lo que llega a las redes está monitorizado y planificado. Y aquí es válida la tesis del filósofo alemán Jürgen Habermas, que dijo que quien tiene administración comunicativa y tiene el poder de hacer llegar el mensaje, así sea por TikTok o por WhatsApp, impone su relato. La tendencia a la desintermediación tiene una parte positiva, que la gente puede producir, pero una negativa: no hay filtro, no hay criterio de jerarquía y selección. Ese es un problema grave que da pie a cualquier tipo de manipulación.

—Con respecto a los formatos, uno de los de los puntos de ese informe marcaba la preferencia de la población más joven de informarse a través de TikTok.

—Creo que es una mala política el asumir el discurso tecnofóbico o asignar a los dispositivos el problema que hay. En comunicación política se ha estudiado desde los años 80 las campañas electorales en los Estados Unidos y cada vez dicen menos: menos información, esloganes más sintéticos y publicidades más cortas. O sea, no es algo de TikTok, sino que hay una tendencia mediática de reducción de complejidad. Lo que ha cambiado significativamente es que no ha habido un contrapeso, espacios comunitarios donde la gente se reúne y habla. Si se da el efecto burbuja, donde la única fuente que llega es la que construimos en nuestras redes a través de los dispositivos, el efecto es demoledor, porque se pierden los espacios de socialización. El problema de TikTok y las redes es que se tiende a la individualización y al efecto burbuja. Si no se sostienen espacios comunales como la iglesia, el partido político, la asociación de vecinos o el centro de estudiantes, la única fuente que queda es esa. Y eso genera un impacto por el nivel de simplicidad y de reducción. Vean el caso chileno, donde mucha gente creyó que le iban a quitar la propiedad o que iba a venir una invasión mapuche a conquistar el territorio chileno.

—¿La escuela debe cumplir alguna función en ese debate, en tanto institución de la democracia?

— Sin duda, lo que pasa es que cuando se habla de competencias digitales se pone siempre el acento en lo instrumental y los que somos de tradición freireana insistimos que a la gente no hay que enseñarle a usar los dispositivos, sino a cómo hacer historia, cómo cambiar la vida, cómo transformar el mundo y cómo intervenir en la realidad política con los dispositivos digitales. En casi todas las formaciones que hay a nivel de educación obligatoria en secundaria las materias de competencia digital son instrumentales, y algunos elementos de ética y moral: lo que no se debe hacer, cuidado con la intimidad, no mostrar los cuerpos, tener cuidado con ciertos discursos. Volvemos a los contenidos, pero una formación integral debería ser política, formar al ciudadano en sus derechos, en sus deberes, en la política de tecnología y comunicación, en los derechos a la comunicación con una perspectiva mucho más global.

Entrevista a Aznar

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Decía Blaise Pascal que lo contrario de una verdad no es el error, sino una verdad contraria. En estos tiempos convulsos de pandemia y crisis de régimen, se procura no obstante estabilizar lo inevitable: un proceso constituyente y el advenimiento de la III República, contra viento y marea. Pareciera, en fin, que la historia se repite como farsa.

Cabe así hacer un ejercicio memorialista sobre el 23F o la fabricación de presidentes (Suárez/González) con el blanqueamiento de la figura del jefe del Estado y la dinastía borbónica, la peor plaga que ha asolado por siglos la historia de España y que estos días pone en evidencia el teatrillo de la propaganda para legitimar un orden que es todo menos acuerdo y consenso democrático.

En esta estela cabe, por ejemplo, situar la entrevista de Jordi Évole al mal imitador de estadista José María Aznar. Si no aciertan a confirmar esta evidencia pueden, no obstante, corroborar tal aseveración leyendo La paciencia de la araña (editorial Samarcanda), de Juan Carlos Rodríguez Centeno, una obra que ayuda a realizar la necesaria lectura a contrapelo de la historia con la que aprender a pensar nuestro presente.

No vale decir, como es habitual respecto al cine, que hemos dedicado demasiadas obras al periodo de la Guerra Civil. Esta afirmación, si me permiten el atrevimiento, se antoja inconsistente si comparamos con otros países como Estados Unidos, que han vivido situaciones semejantes.

Pero, además, es del todo falsa e inconveniente desde el punto de vista de la guerra de clases hoy en curso, más aún si se conoce la economía política de la guerra, los negocios en el origen de buena parte de los emporios del IBEX 35 que la novela retrata, no solo a través del financiero Juan March, sino con otros aventureros y buscadores de fortuna de lo que podríamos denominar en España como capitalismo de amiguetes o cultura del estraperlo.

En esa España que se fraguó no puede faltar la figura del rey, la figura por antonomasia de esta lógica depredadora. No quisiera extenderme en la recomendación de la obra, pues la columna de este mes viene motivada por el malasombra que reaparece no sabemos si para justificar el sinsentido o para dar sentido a su forma insulsa de ser y estar.

Pero permita el lector una digresión, con todo lo arriesgado del oficio, más que nada por que escribir sobre la obra de un compañero o camarada siempre es un compromiso. Y hacerlo con la libertad de la lectura gozosa exige tomarnos la licencia de curtir de curador, o de curar las heridas propias de una grieta o herida por la que sangra la literatura, tanto como el cine o la historiografía.

Ahora, si nos atrevemos a tal ejercicio sin red es porque puede ayudarnos a saber quién era Manuel Aznar y, quizás, permitan la arrogancia de tal intención, ello sirva para ilustrarnos en el contrapunto entre la novela y la reciente entrevista a Aznar que tan aleccionadora se antoja.

En La paciencia de la araña, el profesor Rodríguez Centeno despliega todo un tratado sobre la propaganda y el papel de la prensa en tiempos de guerra, un tema hartamente querido por el autor. En sus páginas, figuran personajes como Arthur Koesler, la propia figura de Queipo de Llano, Bobby Deglané o la propagandista nazi que protagonizó uno de los episodios más tristes y lamentables de la propaganda negra en España.

La obra muestra, además, las estrategias de propaganda falangista. No en vano, se sitúa en el periodo histórico emblemático para el tema, la era de la propaganda de masas, un periodo propicio para la reflexión.

La Europa de entreguerras y EEUU fueron el laboratorio del manejo de la radio para la movilización social y para las causas de las ideologías en la Alemania nazi, el fascismo en Italia y desde luego en España, como en Estados Unidos, el modelo de control y previsión social de la cultura fordista.

En la novela, vemos cómo la propaganda aparece siempre, como define uno de los personajes, con las manos manchadas de sangre, tan efectiva y necesaria como cualquier cuerpo del ejército y que se puede explicar, en buena medida, por la economía política de la guerra a propósito del terror y la crisis capitalista.

De la Residencia de Estudiantes con Buñuel, Pepín Bello o Celaya y la Sevilla subalterna y desconocida, de los interiores y hábitos de la Falange, a la realidad del campo andaluz y extremeño, de los tugurios y burdeles de la retaguardia, a los hospitales de campaña y los devastadores efectos y consecuencias de la barbarie, el pasado se proyecta en el presente, en el sentido unamuniano –nunca mejor traída la expresión– como auténtico personaje de este trasfondo histórico que nos hace pensar este tiempo con otra mirada, porque novelar es recrear, una práctica que ayuda, qué duda cabe, a comprender mejor la razón de ser de actores políticos tan nefastos en la historia como el propio José María Aznar.

Nuestro presente, vamos, es un vivo retrato del miserabilismo reinante en España que, como escribiera el bueno de Vázquez Montalbán, sigue habitado de fantasmones. Propongo por ello al lector que acometa la lectura de la antología de artículos Cambiar la vida, cambiar la historia (editorial Atrapasueños, Sevilla, 2020) y la novela de Juan Carlos Rodríguez Centeno para recuperar el hilo rojo de la historia, las tramas del poder, la verdadera faz de personajes en contrapunto a la realidad moral del campesinado de Castilla como ya hiciera nuestro Zola particular en los Episodios Nacionales (hoy objeto de culto y conmemoración pero que normalmente ha sido poco o nada valorado, por no decir que, por el contrario, más bien olvidado en el baúl de los recuerdos).

En fin, si Aznar olvida en la entrevista su responsabilidad con la crisis de 2008 y en la historia de los crímenes de guerra en Irak, es hora de proponer un ejercicio memorialista, bien documentado. En ambos casos, les garantizo que van a pasar un buen rato riendo, pese al tema y crudeza de lo narrado.

El humor y manejo de la fina ironía del gran Vázquez Montalbán es conocido. Pero Rodríguez Centeno no se queda corto, como cuando uno de los personajes imagina un desfile de la victoria en Madrid con tropas customizadas modo LGTB o cuando Celia Gámez aparece en escena protagonizando un jocoso episodio.

El autor demuestra en estas y otras situaciones una gran capacidad, como Eduardo Mendoza, de jugar con las contradicciones de la vida, en medio de la tragedia, de descubrir la picardía, el chiste rápido, la espontánea carcajada del lector ante situaciones inverosímiles. Aprendizaje, suponemos, del cuchipandeo o de la técnica publicitaria del oxímoron. Y que da para disfrutar con situaciones hilarantes como la del tanquista italiano Giuseppe Patera, integrante del convoy nacional que se dirigía al frente de Madrid y termina –lean el episodio– proporcionando información al bando republicano por los retortijones que le obligaron a apearse en el camino para obrar.

Pero no les revelo más, solo les anticipo que el autor, como el gran Vázquez Montalbán, domina el arte de la chufla, del choteo, el chacotismo, la mofa y hasta el albur, recursos necesarios en nuestro tiempo cuando solo podemos asumir, con la ironía como mecanismo de resistencia, el arte de vivir, contra toda catástrofe, combatiendo a los macarras de la moral, pues, como ayer, lo narrado tiene continuidad hoy con los Espinosa de los Monteros, como antes Juan Samaranch o Fraga marcaron el camino de una farsa, mientras aún hoy el hospital de Granada sigue llevando el nombre de Ruiz de Alda, pese a la Ley de Memoria Histórica.

Estos y otros hechos novelados dan cuenta de la actualidad de esta novela, más aún si tomamos en cuenta diálogos como el de Benjumea y Juan March sobre las fundaciones y la producción ideológica de lo que Chomsky denomina la fabricación del consentimiento.

La conversación de Queipo y Sainz Rodríguez sobre lo que fue el camelo de la corona ilustra, en fin, cómo en la historia podemos leer nuestro presente y proyectarnos hacia el futuro trascendiendo personajes contemporáneos como Carlos Colón, Nico Salas o algunos aprendices de Giménez Caballero y Dinosio Ridruejo que pululan actualmente por nuestro entorno informativo sin razón ni decencia.

Así, hoy como ayer, el lumpen abunda como coro de fondo en la Falange Española del mismo modo que abunda hoy en Vox. Y siguen proliferando sujetos, como el personaje del capítulo XII, en el que la amiga de Pina López Gay, pasa de ser vanguardia de la Joven Guardia Roja a militar con puestos en la UCD, luego AP, y terminar como parlamentaria andaluza del PP en una prueba más de travestismo político. No digan que no da para reír.

Siempre nos quedará esta forma antagónica de autonomía: la estrategia del caracol, de la que Aznar no ha aprendido nada de nada a juzgar por la entrevista. Si algo queda claro en el programa de Évole es que nunca ha tenido sentido del humor. Y el rictus le puede, como es normal en personajes patizambos que acaban por hacer llorar a media humanidad, pero no consiguen comprender la alegría vital de la multitud porque nunca fueron, porque son del bando de la muerte. Nada en fin tan ridículo como el rigor fortis o mortis. Que la fuerza le acompañe, como a Cebrián y, antes, a Manuel Aznar.

Marxismo y Comunicación: entrevista a Francisco Sierra Caballero

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Dr. Francisco Sierra Caballero, le extendemos un cordial saludo y felicitaciones por su nuevo trabajo académico, que consideramos no solo es un aporte a la academia, sino a la transformación de este mundo asediado y corrompido por el sistema capitalista. Sobre todo en la comunicación, la que se ha prostituido, dejando clara la postura de grandes medios mercantilistas que siguen sosteniendo, y tapando los crímenes del genocida más respetado del mundo llamado «capitalismo». En esta ocasión quien le envía las preguntas es Roberto Cadena.

¿Desde hace cuánto tiempo tenía pensado escribir un libro donde se unieran estos conceptos, el Marxismo y la Comunicación?

Agradezco este espacio y la entrevista, es un placer. Realmente, es un proyecto de largo recorrido, y en el que sigo trabajando. Este libro es un primer aporte. Hace diez años, al concluir mi mandato como Decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla, con el duro trabajo que tuvimos que asumir de transformación del sistema universitario al modelo de convergencia europeo, decidimos renunciar a la opción abierta de relección y dedicarme a recuperar la pasión perdida, por las obligaciones del cargo, de leer y escribir. En particular, éramos conscientes de la falta de teoría crítica en comunicación y en particular la ausencia o vacío de teoría marxista sobre los medios. Convencido de la necesidad de asumir ese reto, nos fijamos un plazo largo de tiempo para explorar las fuentes, recuperar de Marx a  Žižek los aportes materialistas al análisis de la ideología y la comunicación contemporánea, y sentar las bases, casi con un voluntad enciclopédica del conocimiento avanzado en esta dirección. La idea es proyectar tres volúmenes en diez o quince años de trabajo. Pero finalmente el editor vio necesario avanzar un primer aporte, considerando la ausencia de literatura especializada en la materia.

¿Cuánto tiempo le llevó y cómo fue la preparación de revisar bibliografía, releer textos y empezar a escribir este trabajo?

Este es un problema que a Postone o a Zemelman le gustaría discutir. Como bien sabe, el tiempo es la base de la teoría del valor, y en el Capitalismo Cognitivo, de ello algo trato en el libro, nos encontramos con serias dificultades de ponderar el tiempo concreto de producción. Por ejemplo, para el caso del libro, han sido solo dos años, pero si remitimos a mi proyecto de tres volúmenes sobre las bases materialistas de la teoría crítica de la comunicación, estaríamos en diez años, y si consideramos que mis anotaciones, estudios y algunos escritos, por ejemplo el dedicado a Brecht, arrancan en los años ochenta, diríamos que es imposible marcar una temporalidad exacta.

¿Qué metodología utilizó y en qué consiste?

Hicimos un trabajo de reconstrucción histórica de los debates desde el marxismo sobre comunicación y cultura, y un análisis filológico de algunos conceptos fuertes, como es el concepto de mediación.

¿Podría explicar detalladamente su metodología?

Como corresponde a una perspectiva materialista, no se trata de un análisis historicista, sino más bien de poner a dialogar los textos, o la producción intelectual, con los contextos históricos y las disputas  de la hegemonía en el campo de la comunicación y la cultura: de Marx a nuestro tiempo, por ello concluimos debatiendo sobre la Comunicología y la función del intelectual en la era del Capitalismo Cognitivo y el asalto neoliberal a las universidades. Es decir, siempre se procura triangular el discurso científico con el proceso real y concreto, con la experiencia histórica, con la lucha de clases que recorre la historia de las ideas y las disputas del sentido sobre la comunicación en cada época.

¿La teoría crítica de la mediación social es el punto de convergencia en su propuesta de Marxismo y Comunicación?

Sin duda. Primero porque el concepto de mediación es de origen hegeliano y conecta la comunicación con los procesos sociales más amplios. Este concepto, cuya densidad está por trabajar a conciencia, es la base para una perspectiva materialista de la comunicación. En otras palabras, no se trata de pensar los medios sino de comprender las articulaciones de la mediación social que afectan al proceso de reproducción social y a la lucha en la estructura de clases.

¿En este trabajo también se encuentran críticas a los medios mercantilistas servirles a este sistema?

De forma tangencial. El proyecto de crítica de los medios los he abordado en otros trabajos como La guerra de la información (CIESPAL, Quito, 2016) o en Introducción a la Comunicología (ACCI, Madrid, 2019). Tenemos pendiente además un proyecto en la Fundación de Investigaciones Marxistas sobre Medios de Comunicación y Lucha de Clases en España, pero en este libro abordamos más bien las cuestiones epistemológicas y de Teoría de la Comunicación que han jalonado el debate comunicológico desde el punto de vista académico, por más que se aborden cuestiones centrales sobre el poder y control de la información.

¿En el texto también se puede encontrar una crítica al capitalismo comunicacional o en la comunicación desde el marxismo?

En efecto. Quisimos retrotraer las ideas germinales del marxismo, los escasos aportes materialistas en comunicación y cultura, a la situación actual. Por ello, hay en el libro dos partes bien diferenciadas. Una primera sobre las fuentes y aportes fundamentales, aunque no han podido ser abordados todos (esta tarea, como decimos, será objeto de un volumen en proceso de elaboración) y una segunda parte centrada en la crítica del Capitalismo Cognitivo o de Plataformas Digitales. En este ámbito se retoman abordes del neomarxismo italiano, críticas de la mediación social de la ciencia, y cuestiones sustanciales sobre antagonismo y lucha de clases en la era digital. De hecho, dirijo ahora un proyecto de I+D sobre CIBERACTIVISMO (www.cibermov.net) que nos han permitido pensar algunos de los problemas presentes en el libro y en la llamada cuarta revolución industrial.

¿Este trabajo también apela a la idea de incentivar y seguir construyendo una comunicación popular?

En especial, cuando abordamos la vigencia de Gramsci. Me alegra saber que Siglo XXI (Akal) traduzcan obras fundamentales, además de los Escritos de la Cárcel, del filósofo italiano porque se ha leído poco y mal y para el campo de disputa de la hegemonía comunicacional, el pensador sardo nos deja muchas lecciones. En los capítulos dedicados a su figura y aportes a la comunicación popular creo que el lector puede sacar varias conclusiones necesarias para articular procesos de contrahegemonía en la disputa por el sentido social.

¿Por qué la necesidad de repensar una teoría crítica de la mediación social?

Al menos por tres razones, creo yo. Primero, antes que nada, siguiendo a Adorno, la teoría o es crítica o no es teoría. Alguien tan poco sospechoso de ser marxista como McQuail reconocía hace décadas la ausencia de teoría normativa en el campo de la Comunicología. Por tanto precisamos pensar mejor esta dimensión central en la reproducción social, y no solo hoy que la comunicación nos invade, sino desde la era de la propaganda de masas. En segundo lugar, porque hay que reconocer que el marxismo tiene un histórico agujero negro no cultivado, pese a la multitud de experiencias ricas y productivas de transformación que ha tenido, por ejemplo, en América Latina, la comunicación popular. Es necesario, en fin, teoría que dialogue con estas prácticas emancipadoras. Por otro lado, además, en tercer lugar, el centro de las transformaciones de nuestro tiempo con la revolución digital exige, perentoriamente, una fundamentación teórica más amplia. En un entorno complejo, diverso, de transformaciones aceleradas, de integración de procesos y lógicas históricamente compartimentadas y hoy convergentes, no podemos comprender y avanzar los cambios y líneas de fuerza del desarrollo histórico sin pensar relacionalmente, esto es, sin pensar críticamente, conectando aspectos, formas, procesos y contenidos que atraviesan las mediaciones cognitivas de nuestro tiempo.

¿En qué aporta este trabajo a la formación de las y los futuros comunicadores y periodistas?

Al menos en dos sentidos, uno: rastrear el hilo rojo del pensamiento materialista en comunicación, con sus debates y límites históricos de desarrollo, así como las ausencias y lagunas por cubrir, al tiempo que, en segundo lugar, el libro ofrece lecturas contemporáneas, algunas de fuste, como la lectura de Bolívar Echeverría sobre nuestro campo, que sirven de guía para interpretar nuestro presente. Al menos, modestamente, es lo que hemos intentado, pero eso los lectores y, sobre todo, los movimientos sociales y contrahegemónicos han de valorar. Mi labor es trabajar para dar herramientas. Y desde hoy, escuchar, cultivar la escucha activa para seguir aprendiendo desde el sur y desde abajo.

¿Qué otros proyectos académicos tiene pensado a futuro?

Sigo con un volumen sobre la genealogía del pensamiento marxista de Marx a la Escuela de Frankfurt y este año terminamos nuestro informe de investigación sobre ciberactivismo con trabajo de campo en España, Chile, México, Brasil, Portugal e Italia. Un proyecto importante que llevamos realizando hace cuatro años y que ha dado lugar a varias publicaciones. Además de ello,  esperamos lanzar el proyecto colectivo que antes cité de Medios de Comunicación y Lucha de Clases en España. Confiamos que sea un hito. En fin, trabajo para cambiar el mundo en tiempos de pandemia y conservadurismo. Y desde la Comunicología tenemos mucho por hacer, multiplicando el pensamiento de la autonomía, construyendo alternativas y esperanza de vida, como hacen con este blog. Mis felicitaciones. Y a vuestra disposición siempre.

NOTA DE PRENSA COMPLEMENTARIA

FRANCISCO SIERRA PUBLICA MARXISMO Y COMUNICACIÓN

El Catedrático de la Facultad de Comunicación, Francisco Sierra, acaba de publicar MARXISMO Y COMUNICACIÓN. Teoría Crítica de la Mediación Social en la colección Pensamiento de la editorial Siglo XXI. El libro, prologado por el prestigioso intelectual Armand Mattelart, ofrece al público las líneas maestras de fuerza que sistematizan algunos de los principales aportes de la visión materialista para ir sentando las bases de desarrollo del pensamiento emancipador en comunicación desde la tradición marxista.

El ensayo, además de rendir tributo al sabio de Tréveris, ha sido escrito con la intención de aportar al lector elementos básicos para una necesaria crítica materialista de la mediación social y alumbrar una evidencia inexcusable en tiempos de libre comercio: la dimensión política de toda mediación cognitiva.

La conexión entre los aspectos culturales y comunicativos, los tecnológicos y económicos, y los político-informativos y tecno-estéticos que están en la base del modelo de análisis marxista puede en este sentido, cuando menos, definir un marco lógico de comprensión global. Fruto de la interrelación existente entre los diferentes niveles de acción, este marco resulta revelador tanto de los problemas de orden práctico, como la lógica desinformativa de la posverdad, como de aspectos sustantivos de los modelos de representación ideológica presentes en la práctica teórica contemporánea. Más allá y más acá de Marx, la revisión de los aportes seleccionados a lo largo del libro pueden contribuir a despejar cierto desdibujamiento que sobre la teoría marxista han querido proyectar culturalistas o funcionalistas reciclados al identificar la teoría crítica con el modelo economicista de la vulgata al uso sobre las teorías del control social frente a la compleja lectura propia de un pensamiento relacional que tiende a pensar la realización de la lógica del valor y el fetichismo de la mercancía desde una definición materialista consustancial a toda mediación social.

Francisco Sierra (www.franciscosierracaballero.net) es Catedrático de Teoría de la Comunicación e Investigador del Instituto Andaluz de Investigación en Comunicación y Cultura (INACOM) en la Universidad de Sevilla. Director del Grupo Interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social (www.compoliticas.org), Director del Departamento de Periodismo I  y Editor de la Revista de Estudios para el Desarrollo Social de la Comunicación (REDES.COM) (www.revista-redes.com), ha trabajado como experto en políticas de comunicación, nuevas tecnologías y participación ciudadana en la Comisión Europea y otros organismos internacionales como la UNESCO y UNASUR. Presidente de la Unión Latina de Economía Política de la Información, la Comunicación y la Cultura (www.ulepicc.org), en la actualidad es Director de la Sección de Comunicación y Cultura de la Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM).