Nueva RTVE

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Toda coyuntura política se define por el azar y por la necesaria determinación de lo posible, incluso cuando uno piensa que todo está perdido. Es el caso de RTVE. Para quienes confiamos en el concurso público y sufrimos el boicot de la comisión mixta, en manos del PP, la falta de criterio de los letrados y la campaña mediática en contra de parte de la prensa mercantilista, que solo imagina los medios públicos en extinción, ver iniciar una nueva etapa con la renovación del Consejo de Administración y la designación de su Presidente es motivo de cierta ilusión y esperanza. Más que nada, quizás por la presión moral existente tras el trabajo que hicimos el Comité de Expertos, este consejo, creo que no me equivoco al afirmarlo, es el más cualificado de su historia. Tanto su Presidente, acreditado académico de la UAB, como consejeros de larga trayectoria profesional, como Roberto Lakidain o el propio director de Mundo Obrero, no solo conocen los entresijos de RTVE desde dentro sino que además han pensado, escrito y luchado por una televisión de todos y para todos. Aún no siendo el ideal esperado cuando nos involucramos en la defensa del concurso público, podemos afirmar que se inicia una nueva etapa de lo público en RTVE.

La principal tarea que tienen por delante los consejeros será precisamente hacer pedagogía de la comunicación sobre la naturaleza del servicio audiovisual, un tema que pocas veces ocupa a las autoridades locales y autonómicas. Si bien no hace mucho el gobierno canario, por ejemplo, apostaba por introducir en la escuela la libre actividad complementaria de videojuegos para ampliar la experiencia cultural, con clara voluntad didáctica al pensar nuestro universo de las pantallas. En el trasfondo, late y perdura el debate de los años sesenta sobre la llamada escuela paralela. El poder corrosivo de los medios audiovisuales y la industria cultural en su competencia con el monopolio histórico de la información y del conocimiento que siempre tuvo la escuela moderna es hoy una tarea insoslayable. Y es esperanzador que sea precisamente Pérez Tornero quien lidere este reto, tanto como ha escrito y pensado sobre Comunicación Educativa y competencias digitales, más allá de La aventura del saber.

Somos de la idea de que la hipótesis de partida de cierta visión apocalíptica sobre los medios y la desestructuración de la función del aparato de la educación pública moderna solo se trasciende con más educación dentro y fuera del aula. Una pedagogía democrática sobre la mediación social no puede partir de una visión fatalista propia de cierto funcionalismo de izquierdas. Más bien al contrario, de acuerdo con Mattelart, la comunicación alternativa, que en verdad se pretenda o aspire a ser alterative, pasa por una estrategia constructivista de interacción con la actual base tecnológica y el modelo dominante de comunicación.

El falso dilema planteado por el sistema educativo sobre la llamada escuela paralela procede, de acuerdo con Aníbal Ford, de un análisis errado basado en el paradigma logocéntrico de la lógica escritural. Los Estados modernos, señala el ensayista argentino, han organizado su estructura en torno a las jerarquìas de la escritura como única fuente y forma de representación, desplazando otros modos como la cultura oral o el lenguaje de las imágenes. De alguna manera nuestro patrón cultural ha ocluido otros modos de hacer e intercambiar información. La kinésica, la proxémica, el cuerpo y las emociones han estado largo tiempo relegados en la escuela moderna. Y este ámbito es donde se construye la experiencia significativa del mundo de los educandos.

Democratización de la comunicación

Una vía factible de educomunicación pasa en este sentido por articular proyectos de remediación pedagógica basada en las alianzas entre los educadores y los movimientos sociales y profesionales de la comunicación. Existen historias notables en esta línea. Por poner un ejemplo, CENECA en Chile o Calandria en Perú. En España han sido menos pero, bajo la influencia de la teología de la liberación y de la pedagogía latinoamericana de los medios, propuestas de los noventa como ECOE en el barrio de Vallecas vienen demostrando que los puentes entre medios y educación son posibles. Aunque las experiencias de comunicación educativa al servicio del desarrollo han sido episódicas en nuestro país, hay capital cultural acumulado que, hoy que se insiste de nuevo en los males de los móviles, las tabletas y los dispositivos en red, convendría actualizar frente a la metafísica de la autenticidad, característica de una filosofía elitista, sea del culturalismo o de la tradición ilustrada, supuestamente crítica, de la industria cultural. En juego está la democracia y las posibilidades de un cambio de calado en nuestro ecosistema cultural. Y no olvidemos que no es posible cambio social alguno sin asumir a la vez la voluntad de construir, haciendo democracia, en el proceso de formalización de nuevas institucionalidades y procesos de mediación. He aquí la cuestión de nuestros días y pesares. La pedagogía de la comunicación vinculada a los movimientos sociales, a los frentes y luchas culturales de la ciudadanía. en la medida que posibilita diálogos y aprendizajes más fluidos y permanentes construyendo relaciones que enriquezcan a la opinión publica, podrá garantizar, a futuro, en este sentido, una democratización de los medios y mediaciones sociales hoy dominantes. La defensa de medios de educación no es otra cosa, en fin, que vindicar la democratización de la comunicación, asumir el compromiso activo con un nuevo modelo de articulación social sostenido en el diálogo, el intercambio, la autonomía y el poder popular. Y para que ello sea posible precisamos el liderazgo de RTVE y, en general, de los medios públicos. Muchos citan la referencia de la BBC pero pocos hablan de esa voluntad gramsciana de educar y transformar. Esperamos que la nueva dirección de RTVE no olvide esto. Más que nada para evitar lo escrito por Vázquez Montalbán en Cambiar la vida, cambiar la historia.

Infodemia

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En la literatura y en los estudios de Comunicación es conocida y aceptada, por lo general, la definición de la “ética” como el ámbito relativo al “conjunto de rasgos y modos de comportamiento” siguiendo el canon del Diccionario de la Real Academia que, en su última versión, incorpora la palabra “ethos” como “conjunto de rasgos y modos de comportamiento que conforman el carácter o la identidad de una persona o una comunidad”, quizás por influencia del filósofo de la modernidad (Kant) y la concepción del imperativo categórico que, en buena medida, ha ocupado los intereses y debates a este respecto en el campo.

Poco común es, paradójicamente, asumir en cambio la dimensión comunal que asocia este ámbito de reflexividad con la necesidad de cierta predisposición a hacer el bien o, genealógicamente, referir esta noción al significado originario de guarida, refugio o morada, lugar donde habitamos, más allá de Aristóteles.

En el tiempo que vivimos parece, sin embargo, más conveniente, en la Comunicología y otras Ciencias Sociales y Humanas, partir de esta última noción, pues en nuestro tiempo, de crisis civilizatoria y transición a nuevos paradigmas, se torna urgente pensar las ecologías de vida, repensar el oikos.

De hecho, la humanidad se enfrenta hoy a la necesidad de reformular la cultura, el modo de ser y carácter, como hábito, morada o refugio, en la indisoluble unidad histórico-material del sujeto-mundo y sus formas de construir las ecologías de vida desde el campo lábil y conflictivo de las mediaciones.

Esta es la tesis que propone el gran pensador Bolívar Echevarría y que conviene releer en diálogo con la actualidad para comprender, en el contexto más amplio de transformaciones históricas, el sentido de la exigencia, la autonomía y la responsabilidad social en los medios que brillan por su ausencia, sin límites, en Mediaset y Atresmedia, en Canal Sur y en la prensa del régimen.

El espectáculo de pornografía sentimental como el caso Rocío Carrasco, las derivas de La Isla de las Tentaciones o el continuo blanqueamiento del fascismo dan cuenta de una toxicidad sin precedentes que nos emplaza, por necesidad, a pensar el medio ambiente social que se deteriora con la infodemia.

La hipótesis de partida es básica, y no por ello recurrente. Si la política es el arte de lo posible y la ética de la comunicación el ámbito normativo que hace posible la vida en común, no hay transformación posible sin una articulación compleja e integral de los mundos de vida y la morada del sujeto de derechos, sea profesional de la información o ciudadano expuesto a la continua pornografía de la mercancía que captura la pura vida.

La calidad democrática y el periodismo de excelencia exigen un trabajo sobre el universo axiológico de la ecología de vida en tiempos de la prensa rosa. Pero sucede que los estudios sobre la naturaleza informacional de la sociedad contemporánea dibujan en nuestro tiempo un escenario contradictorio, cuyo gobierno por las máquinas y sistemas de información, lejos de facilitar un conocimiento detallado de los procesos de desarrollo, favorece, en la práctica, la asunción de un pensamiento sobredeterminado por un “metarrelato posmoderno”, incapaz de otra cosa que la denuncia de los proyectos de movilización y democratización del conocimiento y de los medios de información y expresión cultural autónomos.

Véase el informe estadounidense de ataques a la prensa en España cuando denunciamos que lo que hoy domina en nuestro ecosistema informativo, lejos de ser normal, democráticamente hablando, es una anomalía salvaje, un despropósito que se traduce en el minado de las bases cívicas de toda convivencia republicana, objeto, por cierto, de denuncia por la UE como cuando en los medios se dedican a titular continuas falsedades en el despliegue del lawfare que es la guerra de clases por otros medios, no precisamente democráticos y éticamente aceptables.

Si Matías Prats y los comunicadores han perdido la vergüenza siendo publicitarios del capital, poco podemos hablar de deontología en esta suerte de informadores comisionistas. Lo de la Gürtel en el periodismo patrio es el colaboracionismo nazi con Ley Mordaza de por medio, pero de esto, los guardianes de la libertad poco dicen. Ni están ni se les espera.

Lo grave es que, con ello, la atmósfera se torna irrespirable, un entorno invivible, contaminado, radioactivo y guerracivilista promovido desde el poder financiero y el gran capital con un único objetivo: la restauración del régimen y la contención de todo principio esperanza para, como escribiera Vázquez Montalbán, cambiar la vida y mudar la historia, el relato de lo que es y puede ser.

La desrealización del mundo cotidiano y la pérdida material de las formas de anclaje de la experiencia por efecto de la colonización de los simulacros mediáticos terminan como resultado por bloquear el imaginario político-ideológico emancipatorio en un proceso de mixtificación de las nuevas formas de dominio flexible, que de raíz niegan toda posibilidad de otra forma de espacio público en común, pese a la pertinencia y necesidad de este ejercicio intelectual y de compromiso histórico en un tiempo como el presente, marcado por el proceso intensivo de globalización, cuyo desarrollo se está traduciendo en diversas formas de crisis cultural y des-concierto de las comunidades locales, paralelamente al proceso de descentralización de las instituciones económicas, políticas e informativas.

No ha de sorprendernos, pues, que quienes se alimentan de La Isla de las Tentaciones, Sálvame o el Café con Susanna Griso campen a sus anchas en las plazas públicas de Madrid vindicando el incumplimiento de las normas, a lo Aznar –dicho sea de paso–, que nadie le puede decir a qué velocidad ha de conducir su vehículo de alta gama, para eso es español muy español, como M.R.

En otras palabras, nuestros medios, periodistas y estadistas fast food más que liberales son ultramontanos, un problema de salud pública que invita a la reflexión y, desde luego, a intervenir por el bien común, por la democracia y por la convivencia de todos.

Este es el horizonte de progreso inmediato que hemos de acometer ante la deficiente y contaminada ecología de la comunicación. Las discusiones en curso sobre el papel de la comunicación y los sistemas informativos permanecen, sin embargo, anclados en la visión absolutista y autoritaria del franquismo sociológico en contra de toda articulación social de diferentes actores y agentes sociales ante el conjunto de problemas que enfrenta el país.

Y ello invita a pesar que parece notorio que el ethos requiere política e imaginación comunicológica que libere las energías y haga habitables las ecologías de vida en esta piel de toro. Desde este punto de vista, podemos afirmar que el desarrollo comunicacional en España constituye, a este respecto, un problema estratégico si hemos de salir del actual bloqueo y crisis institucional, especialmente cuando, como reza el documento audiovisual de Rocío Carrasco, hay que contar la verdad para vivir, pese a que los medios mercantilistas más bien mienten porque son vivos, como dicen los quiteños: pura viveza criolla.

 

Políticas de comunicación y autonomía social

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Que el campo de batalla de la pospolítica es la información ya es sabido. La manipulación de la realidad es la fabricación, como dijera Chomsky, del consentimiento como dominio. El engaño voluntario de los indiferentes es la diferencia de la diferencia que define la dialéctica informativa. El lugar común de renuncia de la phronesis. La demagogia de la explotación en forma de eufemismos, la vida travestida de oropel, el buffet de sálvese quien pueda oculto a las víctimas de la verdad. Ahora bien, paradójicamente, aún hoy se constata una clara falta de conciencia crítica sobre esta particular lógica de enunciación que, en buena medida, explica la crisis de representación que vive la humanidad en su conjunto y, específicamente, la profesión periodística más en tiempo de mística voxiferante a lo Ayuso. La incapacidad de pensar relacionalmente el conjunto de factores y procesos sociales que median, en su irreductible complejidad, las condiciones de desarrollo material determinan hoy de hecho los niveles de vida de la población configurando precisamente uno de los principales obstáculos al proceso de reformas que vive el país en buena medida por la infodemia, por el establecimiento de una cesura radical entre el desarrollo del conocimiento y la producción material, pese a que hoy -y esta es una de las grandes contradicciones de nuestro tiempo- se define la sociedad en función de la “economía de la mente”, al tiempo que el papel de la comunicación y la cultura, la función estratégica de las industrias de la conciencia, adquieren una visibilidad y relevancia más que tóxica y nociva, sin parangón respecto a otras épocas históricas, al determinar poderosamente las formas y dinámicas del desarrollo social. Como consecuencia, las políticas públicas en la materia han comenzado a ser reconocidas como una pieza clave angular en la definición de las condiciones materiales de progreso y convivencia, más allá de los señalamientos que desde hace décadas viene apuntando el campo académico. Un claro indicador de esta importancia relativa asignada a las políticas públicas en comunicación, hasta hace poco y tradicionalmente excluidas de la agenda pública, es la proliferación de observatorios especializados en las industrias de la comunicación y cultura con apoyo gubernamental, así como los diversos programas, en nuestro entorno regional, orientados a apoyar económicamente la pervivencia de la pequeña y mediana empresa que opera tradicionalmente en el sector. No es sin embargo la tónica dominante en España, o pensemos en Andalucía donde periodistas y medios de proximidad, incluido CANAL SUR, malviven amenazados porque la extrema derecha prefiere que nos informen otros como Ciudadano Murdoch. No piense el lector que nos vamos por los cerros de Úbeda, pese a que uno tienda a tirar a la tierra, a los montes orientales de Granada. Hablamos de la necesidad de vindicar la autonomía, los medios locales como TINTO NOTICIAS, la comunicación pública autonómica como la RTVA en tiempos de oligopolio totalitario de los GAFAM. Deberíamos saber que sin periodistas no hay democracia, ni sin medios de proximidad tendremos autonomía, ni desarrollo, ni libertad. De aquí la necesidad de formular un diagnóstico y la discusión pública sobre las cuestiones estratégicas en el plano normativo, ética y políticamente, de la comunicación pública si hemos de asumir y aceptar, prácticamente, una vocación socializadora y pluralista, a partir de una concepción compleja de lo público que pasa por la voluntad de articulación de espacios orientados a la generación de procesos de deliberación y desarrollo local.

Ahora que la mercantilización, los procesos concentracionistas y la negación del valor de uso de la comunicación se imponen en el nuevo escenario de la revolución digital, vislumbrar los retos normativos para el irrenunciable desarrollo democrático del sistema informativo constituye de por sí una apuesta y compromiso intelectual que bien merece pensar al revés este reto tradicionalmente relegado por la izquierda y que en la derecha patria ultramontana no llega a ser más que un medio de control y disciplinamiento de las multitudes. Las condiciones sociopolíticas actuales del desarrollo específico de la Sociedad de la Información y la democracia mediática, exigiría un trabajo en esta dirección. En este empeño estamos en la Plataforma en Defensa de la RTVA, analizando las iniciativas y programas en la materia, así como las tendencias y potencialidades de nuestro capital simbólico en la construcción de la ciudadanía y la tecnopolítica contemporánea. Más aún cuando se constata la necesidad de abrir espacios de libertad con participación ciudadana como requisito indispensable de una democracia radical y pluralista. Esta, quede claro al lector, no es una cuestión menor. La transnacionalización de la cultura hoy es un proceso uniforme, como teorizara la teoría de la dependencia, porque el capital se apropia del espíritu creativo, el emprendedorismo lo llaman, de los actores locales. La homogeneidad de dispositivos, canales e imágenes requiere para ello una diversidad de manifestaciones, procesos de hibridación y formas heterogéneas de vida y comprensión humanas que hagan posible el proceso de valorización, la destrucción creativa, con la que se reorganiza el flujo de circulación del capital. Sin ella, nada es posible. Pero en esta dinámica perdemos el Norte, más aún cuando, como reza un conocido canal por satélite, nuestro norte es el Sur. Conviene por lo mismo empezar a pensar qué nos jugamos y empezar a exigir otras vías de actuación y organización del capital simbólico con medios propios que nos ayuden a mudar de verdad la cultura informativa, empezando por lo local que es donde se construye comunidad, que es tanto como decir COMUNICACIÓN. Un habitar en común. Ni más ni menos.

Youtubers

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La cultura de las redes mercificadas es la cultura de la muerte. Y no vamos a citar el caso, registrado en Madrid y Granada, de una práctica viral de estrangulamiento consentido para llevar la respiración al límite. El juego de la muerte de los adolescentes que copó las redes en mayo de 2019 es una metáfora de la cultura zombie, de la lógica vampírica que domina la sociedad del espectáculo y el narcisismo naif. Pero esta cultura ha sido trascendida por la estética neorrealista de la pantalla partida. Paradojas de la historia en un tiempo en el que se logra revivir lo que se ensayara con el videoteléfono hace muchas décadas en Canadá, hoy como espacio o metáfora necesaria de la comunicación audiovisual de la era pandémica y que Baricco interpreta como la invasión de los bárbaros: la contradicción entre cultura clásica moderna y expresión digital. La retórica del poshumanismo (anticipada por la banca en forma o discurso de humanismo, en el fondo antihumanismo, digital) es en este sentido el correlato del reino de la inteligencia artificial como dominio alimentada por un ejército sumiso de seguidores en tanto que nuevo proletariado de la captura de la atención de este capitalismo selfie. Pero con formas inéditas de sumisión. La proletarización del sujeto postfordista exige que el trabajador se convierta en empresario de sí mismo en el propio proceso de individuación y subjetivación. La imagen de personajes como El Rubius es la promesa negada en lo concreto pero también la constatación de una estructura de la comunicación que distribuye el capital simbólico desigualmente en virtud del consumo y un proceso de desvalorización creciente del trabajo, aún siendo creativo.

La comunicación disipada

La contradicción entre socialización de competencias y amateurismo, de un lado, y el esplendoroso universo exitoso de los influencers (obsérvese la colonialidad del lenguaje a propósito de la invasión de los bárbaros) se traduce, como resultado, en la ruina económica y moral de la mayoría, siempre dispuesta a ser figurante de un reality show o simple dispositivo de emulación de quienes marcan tendencia. Seguir y ser seguido, esta es la cuestión de un radical individualismo posesivo en el que no cabe pensar en lo común, salvo como comunidad adepta, salvo como adhesión al líder. Por lo que no sorprenden las declaraciones de estos youtubers a propósito de las obligaciones fiscales. La desconexión entre realidad y deseo, la falta de mediación entre lo público y lo privado, es característico de un modo comunicacional tan absolutamente mercantilizado que el principio de realidad brilla por su ausencia, entre otras razones por la propia forma de organización del proceso de intercambio.

De Skype a Zoom, la pantalla partida es la metáfora pornográfica de la comunicación fragmentada en la era de los flujos y la modernidad líquida. La comunicación disipada requiere una iconicidad disruptiva, alterativa, contraria a lo lineal, contribuyendo así a una representación del mundo más propia del talk show que de la crónica o épica histórica. Hablamos, claro está, de una estética de la comunicación más propia del montaje en video, del videojuego y las rupturas del cine de suspense de los setenta que de la narrativa informada del periodismo moderno. Si, como dijera Abraham Moles, la cultura de masas es una suerte de cultura mosaico, la era del youtuber y la pantalla partida es su máximo logro. Hoy la República de las Letras ha sido reemplazada, lástima por los seguidores de Fumaroli, por el reino de los ilusionistas de las imágenes. De la erudición hemos pasado a la enacción y de la imaginación a la fantasía. Del Antiguo Régimen ilustrado hemos pasado a un nuevo régimen informativo proliferante de múltiples voces y pocos canales, aunque parezca lo contrario. Bienvenidos, en fin, al tiempo del Split Screen, donde los señores feudales tienen nuevos recaudadores y no trabajan para la Hacienda Pública sino para los reyes de este capitalismo de plataformas que no admiten más interés público que su real voluntad. En eso andamos.

Políticas de Comunicación y Economía Creativa. El reto de la cultura y el desarrollo local

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Este ensayo plantea una reflexión crítica sobre el papel de la cultura dentro del tardo-capitalismo, en el actual contexto de ofensiva liberal, donde las grandes corporaciones culturales y mediáticas tienen el dominio total del discurso y dificultan el desarrollo local, la diversidad y el pluralismo inherentes a la cultura y las comunidades humanas.
Participación, ciudadanía, comunidad, cambio social, identidades, diversidad, cultura popular, nuevas tecnologías de la información y la comunicación son solo algunas de las palabras clave que definen este ensayo que aborda —desde el paradigma de la Economía Política de la Comunicación y de los Estudios Culturales— varios ejes temáticos:

  • Los problemas y limitaciones que plantea el concepto de economía creativa.
  • La incorporación de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación en todos los procesos culturales y de desarrollo local.
  • El papel activo de la ciudadanía y el poder democratizador de las políticas de comunicación.
  • Las condiciones materiales de la nueva política cultural en casos como el europeo o el brasileño.
  • Las transformaciones acaecidas en la ciudadanía y las ciudades planteadas como un reto para el desarrollo local.
  • La necesidad de plantear una ecología de desarrollo urbano sostenible que respete la diversidad cultural.

Marxismo y Comunicación: entrevista a Francisco Sierra Caballero

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Dr. Francisco Sierra Caballero, le extendemos un cordial saludo y felicitaciones por su nuevo trabajo académico, que consideramos no solo es un aporte a la academia, sino a la transformación de este mundo asediado y corrompido por el sistema capitalista. Sobre todo en la comunicación, la que se ha prostituido, dejando clara la postura de grandes medios mercantilistas que siguen sosteniendo, y tapando los crímenes del genocida más respetado del mundo llamado «capitalismo». En esta ocasión quien le envía las preguntas es Roberto Cadena.

¿Desde hace cuánto tiempo tenía pensado escribir un libro donde se unieran estos conceptos, el Marxismo y la Comunicación?

Agradezco este espacio y la entrevista, es un placer. Realmente, es un proyecto de largo recorrido, y en el que sigo trabajando. Este libro es un primer aporte. Hace diez años, al concluir mi mandato como Decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla, con el duro trabajo que tuvimos que asumir de transformación del sistema universitario al modelo de convergencia europeo, decidimos renunciar a la opción abierta de relección y dedicarme a recuperar la pasión perdida, por las obligaciones del cargo, de leer y escribir. En particular, éramos conscientes de la falta de teoría crítica en comunicación y en particular la ausencia o vacío de teoría marxista sobre los medios. Convencido de la necesidad de asumir ese reto, nos fijamos un plazo largo de tiempo para explorar las fuentes, recuperar de Marx a  Žižek los aportes materialistas al análisis de la ideología y la comunicación contemporánea, y sentar las bases, casi con un voluntad enciclopédica del conocimiento avanzado en esta dirección. La idea es proyectar tres volúmenes en diez o quince años de trabajo. Pero finalmente el editor vio necesario avanzar un primer aporte, considerando la ausencia de literatura especializada en la materia.

¿Cuánto tiempo le llevó y cómo fue la preparación de revisar bibliografía, releer textos y empezar a escribir este trabajo?

Este es un problema que a Postone o a Zemelman le gustaría discutir. Como bien sabe, el tiempo es la base de la teoría del valor, y en el Capitalismo Cognitivo, de ello algo trato en el libro, nos encontramos con serias dificultades de ponderar el tiempo concreto de producción. Por ejemplo, para el caso del libro, han sido solo dos años, pero si remitimos a mi proyecto de tres volúmenes sobre las bases materialistas de la teoría crítica de la comunicación, estaríamos en diez años, y si consideramos que mis anotaciones, estudios y algunos escritos, por ejemplo el dedicado a Brecht, arrancan en los años ochenta, diríamos que es imposible marcar una temporalidad exacta.

¿Qué metodología utilizó y en qué consiste?

Hicimos un trabajo de reconstrucción histórica de los debates desde el marxismo sobre comunicación y cultura, y un análisis filológico de algunos conceptos fuertes, como es el concepto de mediación.

¿Podría explicar detalladamente su metodología?

Como corresponde a una perspectiva materialista, no se trata de un análisis historicista, sino más bien de poner a dialogar los textos, o la producción intelectual, con los contextos históricos y las disputas  de la hegemonía en el campo de la comunicación y la cultura: de Marx a nuestro tiempo, por ello concluimos debatiendo sobre la Comunicología y la función del intelectual en la era del Capitalismo Cognitivo y el asalto neoliberal a las universidades. Es decir, siempre se procura triangular el discurso científico con el proceso real y concreto, con la experiencia histórica, con la lucha de clases que recorre la historia de las ideas y las disputas del sentido sobre la comunicación en cada época.

¿La teoría crítica de la mediación social es el punto de convergencia en su propuesta de Marxismo y Comunicación?

Sin duda. Primero porque el concepto de mediación es de origen hegeliano y conecta la comunicación con los procesos sociales más amplios. Este concepto, cuya densidad está por trabajar a conciencia, es la base para una perspectiva materialista de la comunicación. En otras palabras, no se trata de pensar los medios sino de comprender las articulaciones de la mediación social que afectan al proceso de reproducción social y a la lucha en la estructura de clases.

¿En este trabajo también se encuentran críticas a los medios mercantilistas servirles a este sistema?

De forma tangencial. El proyecto de crítica de los medios los he abordado en otros trabajos como La guerra de la información (CIESPAL, Quito, 2016) o en Introducción a la Comunicología (ACCI, Madrid, 2019). Tenemos pendiente además un proyecto en la Fundación de Investigaciones Marxistas sobre Medios de Comunicación y Lucha de Clases en España, pero en este libro abordamos más bien las cuestiones epistemológicas y de Teoría de la Comunicación que han jalonado el debate comunicológico desde el punto de vista académico, por más que se aborden cuestiones centrales sobre el poder y control de la información.

¿En el texto también se puede encontrar una crítica al capitalismo comunicacional o en la comunicación desde el marxismo?

En efecto. Quisimos retrotraer las ideas germinales del marxismo, los escasos aportes materialistas en comunicación y cultura, a la situación actual. Por ello, hay en el libro dos partes bien diferenciadas. Una primera sobre las fuentes y aportes fundamentales, aunque no han podido ser abordados todos (esta tarea, como decimos, será objeto de un volumen en proceso de elaboración) y una segunda parte centrada en la crítica del Capitalismo Cognitivo o de Plataformas Digitales. En este ámbito se retoman abordes del neomarxismo italiano, críticas de la mediación social de la ciencia, y cuestiones sustanciales sobre antagonismo y lucha de clases en la era digital. De hecho, dirijo ahora un proyecto de I+D sobre CIBERACTIVISMO (www.cibermov.net) que nos han permitido pensar algunos de los problemas presentes en el libro y en la llamada cuarta revolución industrial.

¿Este trabajo también apela a la idea de incentivar y seguir construyendo una comunicación popular?

En especial, cuando abordamos la vigencia de Gramsci. Me alegra saber que Siglo XXI (Akal) traduzcan obras fundamentales, además de los Escritos de la Cárcel, del filósofo italiano porque se ha leído poco y mal y para el campo de disputa de la hegemonía comunicacional, el pensador sardo nos deja muchas lecciones. En los capítulos dedicados a su figura y aportes a la comunicación popular creo que el lector puede sacar varias conclusiones necesarias para articular procesos de contrahegemonía en la disputa por el sentido social.

¿Por qué la necesidad de repensar una teoría crítica de la mediación social?

Al menos por tres razones, creo yo. Primero, antes que nada, siguiendo a Adorno, la teoría o es crítica o no es teoría. Alguien tan poco sospechoso de ser marxista como McQuail reconocía hace décadas la ausencia de teoría normativa en el campo de la Comunicología. Por tanto precisamos pensar mejor esta dimensión central en la reproducción social, y no solo hoy que la comunicación nos invade, sino desde la era de la propaganda de masas. En segundo lugar, porque hay que reconocer que el marxismo tiene un histórico agujero negro no cultivado, pese a la multitud de experiencias ricas y productivas de transformación que ha tenido, por ejemplo, en América Latina, la comunicación popular. Es necesario, en fin, teoría que dialogue con estas prácticas emancipadoras. Por otro lado, además, en tercer lugar, el centro de las transformaciones de nuestro tiempo con la revolución digital exige, perentoriamente, una fundamentación teórica más amplia. En un entorno complejo, diverso, de transformaciones aceleradas, de integración de procesos y lógicas históricamente compartimentadas y hoy convergentes, no podemos comprender y avanzar los cambios y líneas de fuerza del desarrollo histórico sin pensar relacionalmente, esto es, sin pensar críticamente, conectando aspectos, formas, procesos y contenidos que atraviesan las mediaciones cognitivas de nuestro tiempo.

¿En qué aporta este trabajo a la formación de las y los futuros comunicadores y periodistas?

Al menos en dos sentidos, uno: rastrear el hilo rojo del pensamiento materialista en comunicación, con sus debates y límites históricos de desarrollo, así como las ausencias y lagunas por cubrir, al tiempo que, en segundo lugar, el libro ofrece lecturas contemporáneas, algunas de fuste, como la lectura de Bolívar Echeverría sobre nuestro campo, que sirven de guía para interpretar nuestro presente. Al menos, modestamente, es lo que hemos intentado, pero eso los lectores y, sobre todo, los movimientos sociales y contrahegemónicos han de valorar. Mi labor es trabajar para dar herramientas. Y desde hoy, escuchar, cultivar la escucha activa para seguir aprendiendo desde el sur y desde abajo.

¿Qué otros proyectos académicos tiene pensado a futuro?

Sigo con un volumen sobre la genealogía del pensamiento marxista de Marx a la Escuela de Frankfurt y este año terminamos nuestro informe de investigación sobre ciberactivismo con trabajo de campo en España, Chile, México, Brasil, Portugal e Italia. Un proyecto importante que llevamos realizando hace cuatro años y que ha dado lugar a varias publicaciones. Además de ello,  esperamos lanzar el proyecto colectivo que antes cité de Medios de Comunicación y Lucha de Clases en España. Confiamos que sea un hito. En fin, trabajo para cambiar el mundo en tiempos de pandemia y conservadurismo. Y desde la Comunicología tenemos mucho por hacer, multiplicando el pensamiento de la autonomía, construyendo alternativas y esperanza de vida, como hacen con este blog. Mis felicitaciones. Y a vuestra disposición siempre.

NOTA DE PRENSA COMPLEMENTARIA

FRANCISCO SIERRA PUBLICA MARXISMO Y COMUNICACIÓN

El Catedrático de la Facultad de Comunicación, Francisco Sierra, acaba de publicar MARXISMO Y COMUNICACIÓN. Teoría Crítica de la Mediación Social en la colección Pensamiento de la editorial Siglo XXI. El libro, prologado por el prestigioso intelectual Armand Mattelart, ofrece al público las líneas maestras de fuerza que sistematizan algunos de los principales aportes de la visión materialista para ir sentando las bases de desarrollo del pensamiento emancipador en comunicación desde la tradición marxista.

El ensayo, además de rendir tributo al sabio de Tréveris, ha sido escrito con la intención de aportar al lector elementos básicos para una necesaria crítica materialista de la mediación social y alumbrar una evidencia inexcusable en tiempos de libre comercio: la dimensión política de toda mediación cognitiva.

La conexión entre los aspectos culturales y comunicativos, los tecnológicos y económicos, y los político-informativos y tecno-estéticos que están en la base del modelo de análisis marxista puede en este sentido, cuando menos, definir un marco lógico de comprensión global. Fruto de la interrelación existente entre los diferentes niveles de acción, este marco resulta revelador tanto de los problemas de orden práctico, como la lógica desinformativa de la posverdad, como de aspectos sustantivos de los modelos de representación ideológica presentes en la práctica teórica contemporánea. Más allá y más acá de Marx, la revisión de los aportes seleccionados a lo largo del libro pueden contribuir a despejar cierto desdibujamiento que sobre la teoría marxista han querido proyectar culturalistas o funcionalistas reciclados al identificar la teoría crítica con el modelo economicista de la vulgata al uso sobre las teorías del control social frente a la compleja lectura propia de un pensamiento relacional que tiende a pensar la realización de la lógica del valor y el fetichismo de la mercancía desde una definición materialista consustancial a toda mediación social.

Francisco Sierra (www.franciscosierracaballero.net) es Catedrático de Teoría de la Comunicación e Investigador del Instituto Andaluz de Investigación en Comunicación y Cultura (INACOM) en la Universidad de Sevilla. Director del Grupo Interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social (www.compoliticas.org), Director del Departamento de Periodismo I  y Editor de la Revista de Estudios para el Desarrollo Social de la Comunicación (REDES.COM) (www.revista-redes.com), ha trabajado como experto en políticas de comunicación, nuevas tecnologías y participación ciudadana en la Comisión Europea y otros organismos internacionales como la UNESCO y UNASUR. Presidente de la Unión Latina de Economía Política de la Información, la Comunicación y la Cultura (www.ulepicc.org), en la actualidad es Director de la Sección de Comunicación y Cultura de la Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM).